Mucho del ámbito laboral sigue estando sin las lógicas necesarias para salir adelante en la tarea económica y social, las razones es que la prevalencia del poder económico y dominante sigue siendo la prioridad y las personas trabajadoras siguen siendo una población marginada, excluida de las decisiones importantes; además de empobrecida y dominada por relaciones de poder desventajosas; y por la falta de políticas públicas claras y efectivas para generar empleos y mejorar los salarios.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
La legislación laboral es débil, en tanto los procesos de globalización económica, la han anulado al impulsar estrategias que afectan drásticamente los derechos laborales, además del impedimento a la organización sindical, autónoma e independiente al poder identificado con el gobierno, partidos políticos y el sector empresarial.
Se impulsan desde el poder de las corporaciones y países industrializados concentraciones monopólicas u oligopólicas; la exportación de capitales en concepto de préstamos, la mayoría impagables, así como la instalación en el país de empresas extranjeras que buscan exorbitantes ganancias, para ello impulsan la precarización de empleos, la estrategia de la flexibilidad y desregulación laboral, que lleva a la anulación de derechos laborales.
Tras bambalinas hay contubernios, falta de transparencia, anulación de la ética en todo momento y lugar, es un mundo globalizado que demanda bajos costos de producción, y resultado de esto la voluntad de gobiernos genuflexos que lo permiten sin nada a cambio; se introdujeron zonas económicas especiales conocidas en el ámbito laboral como zonas francas, empresas de maquila de confección textil, comercio y servicios, no hay inversiones extranjeras que produzcan los empleos que requiere el país. Se habla por parte del gobierno que los empleos perdidos durante la pandemia (88,000) se han recuperado al primer trimestre del 2021; a julio había un incremento de 15,000 nuevos empleos y ya en este último trimestre del año se habían incrementado a 30,000.
El ámbito laboral sigue estando conflictivo—la ANEP ha asegurado que el país necesita de 50,000 empleos anuales, los que en mucho nunca se han producido y, la cuota ha sido de 10,000 a 15,000, lo que ha venido arrastrando un déficit de empleos acumulados históricamente, que sumado a lógicas productivas del bajo costo laboral, ha continuado desarrollando procesos laborales de alta explotación laboral y de una consecuente flexibilidad y precarización de los derechos.
La gestión del gobierno dirigido en la cartera de trabajo, no ha logrado detener las políticas anti laborales y anti sindicales del sector empresarial y los conflictos laborales, demandas sindicales, y desarrollo económico para mejores y mayores beneficios para la clase trabajadora no han podido tener solución y una concreción dentro del ejercicio gubernamental.
El marco de la pandemia ha determinado unas condiciones de total insuficiencia productiva en muchas empresas, y la exigencia por una mejora salarial y mayores niveles de nuevo empleo y de alta conservación de los que existen, siguen siendo evadidos y negados por la clase empresarial.
Aún continuamos sin una política salarial y de empleo, y se soslayan las verdaderas causas de esto, además es algo que nunca se ha concretado por unas razones u otras, es claramente un problema de economía que hace que el sistema socio-económico no funcione, los negocios siguen siendo en su mayoría sin un fuerte valor agregado que no permiten crecer y desarrollar una cadena productiva exitosa—la base es comercio y servicios, factores de tercerización económica—además existe una alta sub contratación, lo que afecta claramente los salarios y la estabilidad laboral, esta situación de empleo precarizado es abundante en la formalidad que se tiene dentro de los 850,000 empleos registrados en el ISSS.
Seguimos siendo una membresía sindical de poca autonomía e independencia, además de tener liderazgos débiles y poco cohesivos dentro del movimiento sindical; también de poca propuesta y con una interlocución con los tomadores de decisión muy confrontativa y poco aprovechada. Recientemente, se instaló el Consejo Superior del Trabajo y hubo pompa como fue anunciado y realizado el acto, con presencia de la OIT como invitada, y la participación de altos ejecutivos empresariales, además de funcionarios gubernamentales de mucho protagonismo como el Fiscal, diputados, la Comisionada Presidencial y otros.
Podemos decir que la perspectiva del planteamiento hecho, augura que haya posibilidades de hacer un buen trabajo a lo interno del CST, no obstante, siempre es algo que luego de que el tiempo pasa la estructura no funciona y volvemos a caer en la inercia improductiva, las dirigencias sectoriales electas por cada sector manifiestan posibilidades, sin embargo, el contexto no ofrece que dentro de dos años que es el período de funcionamiento haya un trabajo de resultados favorables y concretos para la clase trabajadora.
*Sindicalista salvadoreño