Si tenemos Surf City, Bitcoin City, Ladrón City, desaparecidos City, por qué no tener una ciudad donde nos desprendamos de ese sufrimiento ingrato y congénito.
Por: Francisco Parada Walsh*
“En la filosofía shramanica, nirvana es el estado de liberación tanto del sufrimiento como del ciclo de renacimientos. Nirvana significa literalmente “apagado” como en una vela. El nirvana en el hinduismo es el estado libre de sufrimiento y de la existencia fenoménica individual. La palabra procede de un verbo que significa enfriarse o apagarse”.
Ojalá que en un futuro cercanísimo se inaugure esa ciudad, seré el primero en poblarla, no por egos ni por desapegos sino que deseo desprenderme de ese sufrimiento que cargo en mis alforjas todos los días de mi vida.
Nunca he querido ser luz, sino ser la persona más sencilla que la vida me pueda hacer, no deseo una ciudad surrealista que solo existe en la mente de personas que día a día, su narices crecen más; la mentira es el único argumento contra la Nirvana, el país necesita no sufrir más, si me adentro en la realidad del país, hay quizá varios países, varias ciudades y de a poco ya no sé ha cual pertenezco; por el momento vivo en Desaparecido´s City, duele el alma lo que pasa frente a nuestros ojos y mientras, a nadie parece importarle y ruego ser desahuciado de esa ciudad e ir a Nirvana´s City, a dejar ese lastre de dolor, de sufrimiento y terror.
Quisiera tener la paz de Kurt Cubain, esa tranquilidad pasmosa aunque por dentro él moría poco a poco, sueño con tener esa voz melancólica y que se transformen en renglones de compasión y empatía; quiero ese cabello largo y desordenado y no ser la Chica de los cabellos dorados sino un cabello que no me tape la vista, que pueda ver mi realidad y entender que de una vez por todas, no voy a resucitar, todo se acaba acá y si debo reencarnar como un castigo de los Dioses o Diablos, solo deseo reencarnar en un perro o un gato, no más y así poder entender lo importante que son en mi vida los perrunos y los gatunos.
El país no vive ni por cerca en un estado de nirvana, no, vivimos en una guerra sin cuartel donde el sufrimiento es la regla, lo más normal y la felicidad es casi un estado inalcanzable; quisiera a los padres de los desaparecidos en un estado de nirvana, añoro transitar por veredas empedradas que se llamen calle El Amor, avenida La Paz.
Quiero jóvenes que su estado sea nirvana y no ese miedo de no salir ni de día ni de noche; deseo que el presidente alcance el estado de nirvana y deje de sembrar tanto odio, que termine su periodo y con su propio dinero se marche pero que ya no nos aleje, que ya no nos ofenda, y que el karma, tarde o temprano reviente a su paso, no es una maldición ¡Es la vida! Nadie se libra, nadie y lo que vivimos acá es un sufrimiento eterno; tan jodidos estamos que en este sencillo caserío la gente se vuelve feliz por cuatro pescados que regala el diputado de Chalatenango, por unos juguetes para los niños y así, esa masa que es el olvidado e invisible debe seguir olfateando las huellas de un sabueso, si, ese que le garantice siquiera un poco de Omega tres.
Me hierve la sangre que nuestra gente tenga el cerebro en el estómago y que se burlen de mi gente, todo está trazado de que entre más ignorante es un pueblo, con la nada estarán felices. Nirvana y Kurt Cubain no es esa voz que se apagó como una vela sino que es necesario dejar ese sufrimiento y dar paso a la felicidad, algo quizá utópico pues mientras legiones de ladrones nos someten ¿Qué podemos hacer? Muy poco, pero tengo fe en el karma, que debe arrancar cabezas de tajo a quienes le han robado el futuro a mi gente, a mis niños y no solo el futuro sino la vida misma.
*Médico salvadoreño