Finanzas públicas para el 2022

El crecimiento de la deuda pública se habría incrementado hacia finales del año pasado en algo más de $2,773.3 [eleconomista.net], mientras que, de acuerdo a la misma fuente, la economía del país habría crecido el 11,3%.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Por cierto, esta deuda representa a la contraída por el GOES solo en 2021.

Sin embargo, ello no supuso un crecimiento equilibrado de las finanzas públicas, puesto que la deuda pública reseñada aumento $217 millones más que en la suma de los tres años anteriores a la actual gestión, entre 2017 al 2019, es decir $2, 555.6 millones, y que equivale al 15,6% del PIB de esos 3 años; mientras que entre 2020 y 2021 habría crecido una media de 16,2% por año, de acuerdo a “Analistas y Moody’s”, lo que deja nuestra deuda actual en 96,4% del PIB [estrategiaynegocios.net].

Esto ubica a nuestro país como uno de los que más gastara en el periodo reseñado, sin que el gasto señalado tenga ninguna relación con la pandemia.

¿En qué ha gastado el país entonces?

Los impedimentos legales que la administración opone a cualquier solicitud por investigar donde están los fondos públicos referidos, son relegados al abismo de la seguridad nacional, lo que deniega en la práctica al soberano saber dónde y cómo se usan sus dineros.

Tal situación se ve reflejada en los llamados de atención que el FMI ha realizado a nuestro país en torno a la deuda pública [recordemos que junto al BM y al BID, el FMI es uno de los mayores tenedores de la deuda externa de ES], lo que además se aprecia en la larga y tortuosa negociación que se ha llevado a cabo entre las autoridades de dicho organismo bilateral y nuestro gobierno en el último año, por un nuevo crédito de $1, 000 millones de dólares, y que el organismo se resiste a liberar insinuando la incapacidad de pago de nuestra nación.

Esto porque el país no puede ofrecer ya garantías, pues habiendo sido el mejor seguidor de las tesis Friedquianas neoliberales impulsadas por tales organismos, simplemente suprimió su aparato productivo en los años 90’s, para así reducirse a mero consumidor de lo que los demás producen, dejando además escapara por la ceguera ejecutiva y de su concejo ministerial, la oportunidad ofrecida por la pandemia para recuperar nuestra capacidad productora agrícola, negándonos el último chance de recuperar por trabajo, la dignidad referida en los vacuos discursos presidenciales.

Y es que mas allá del discurso disruptivo del ejecutivo salvadoreño, en el que el eje del mismo son la independencia, soberanía y dignidad del país, lo cierto es que la ausencia de transparencia gubernamental impide resolver, por ejemplo, lo tocante a la creación de nuevos empleos, o la recuperación de los perdidos por la pandemia [6, 500/eleconomista.net/Datosmacro.com], pues son inexistentes las condiciones que atraigan inversiones de ningún tipo.

En este punto recordar el número de advertencias recibidas por el GOES es redundante, así que queda comprender que la situación actual no es casual, sino el producto de una intencionalidad maliciosa.

*Educador salvadoreño

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