Los precios ascienden al ritmo más alto de las últimas cuatro décadas
El dinamismo de la economía y los problemas en la cadena de suministros están calentando cada vez más los precios en Estados Unidos. La inflación aumentó un 7% en diciembre en tasa interanual, un nivel nunca visto desde 1982, impulsado por la subida de los precios en sectores como la venta de automóviles usados, alimentos y vivienda. En noviembre la cifra alcanzó el 6,8%. El dato publicado este miércoles eleva la presión sobre la Reserva Federal para que comience a subir los tipos de interés en marzo, actualmente situados en cero. En términos mensuales, el índice de precios al consumo (IPC) subió un 0,5%, después del avance del 0,8% de noviembre, según cifras del Departamento de Trabajo.
Las ganas de consumir de los estadounidenses, de comprar coches, apartamentos, de llenar la nevera y comer más en casa, se está topando con una ristra de dificultades para atender esa demanda, la casi endémica escasez de microchips, el temporal de invierno y la sacudida de la variante ómicron. Como resultado, los precios avanzan a una velocidad de crucero cada vez más inquietante y que crea problemas también el Gobierno de Joe Biden, que no puede sacar todo el rédito político que querría al crecimiento económico y de empleo.
Los economistas insisten en que una vez que se destraben los cuellos de botella en la cadena de suministros, un escenario provocado por la pandemia, va a caer la inflación. La cuestión es cuánto y, sobre todo, cuándo. La directora y economista de inversiones del banco Wells Fargo, Sarah House, dijo a The Wall Street Journal que es “probable” que la inflación alcance su punto máximo en los próximos meses. “El ritmo general seguirá siendo un desafío para los consumidores, las empresas y las políticas” económica, apuntó al periódico local.
El presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, se mostró optimista el martes en el Senado y consideró que la oferta de productos normalizará este año y aseguró que el organismo que dirige está listo para hacer lo que sea necesario para evitar que la alta inflación se “afiance”. “Si es necesario subir los tipos durante más tiempo, lo haremos”, afirmó ante el Comité Bancario, como parte del proceso para ser reelegido por cuatro años más en su puesto.
La seguidilla de variantes del coronavirus ha impedido hasta ahora que se estabilicen los precios. La ómicron, muy contagiosa, ha impactado en la industria del turismo, el ocio y otros servicios en persona. Desde que estalló la crisis sanitaria y las fábricas se vieron obligadas a cerrar, la demanda de coches, muebles y otros bienes duraderos se dispararon. Este desequilibrio tensó aún más las cadenas de suministro.
El mayor ejemplo es la escasez de chips electrónicos, que ha afectado la producción de automóviles y ha disparado los precios. Pero ahora las presiones en el bolsillo de los hogares estadounidenses no responden solo a los bienes duraderos. La carne, el gas, los alquileres forman parte del listado de gastos con alzas de precio significativas. La cantidad de categorías que experimentaron una inflación del 3% o más en el último año casi se duplicó desde diciembre de 2020, la proporción más alta desde 1991.
Excluyendo los componentes volátiles de alimentos y energía, el IPC aumentó un 0,6% el mes pasado después de subir un 0,5% en noviembre. En los 12 meses hasta diciembre, la denominada inflación subyacente se aceleró un 5,5%. Se trata de la mayor ganancia interanual desde febrero de 1991 y siguió a un avance del 4,9% en noviembre.
No solo suben los precios. Los salarios promedio por hora aumentaron un 4,7% en diciembre respecto al año anterior, y cerca del 3% de los niveles previos a la pandemia. Esto ha ejercitado el músculo de gasto de la clase trabajadora, pero también ha contribuido al alza inflacionaria. Muchas empresas han trasladado los costos de mantener la mano de obra y los materiales a los consumidores, que están pagando un precio más alto por los productos.
El Gobierno estadounidense anunció el pasado viernes que la tasa de desempleo cayó en diciembre al 3,9%, su nivel más bajo de los últimos 22 meses, lo que sugiere que el mercado de trabajo ha alcanzado, o se aproxima, a niveles de pleno empleo.
A los estadounidenses cada vez les preocupa más la economía que el manejo de la pandemia, algo que puede perjudicar a los demócratas de cara a las elecciones legislativas de noviembre. Solo el 37% considera el virus como una de las cinco principales prioridades que tiene el Gobierno de Biden en 2022, en comparación con el 53% que respondió lo mismo un año antes, según una encuesta realizada por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research a comienzos de diciembre de 2021. En la pregunta abierta sobre sus principales preocupaciones, el 68% mencionaron la economía, cifra similar a la de diciembre de 2020. Sin embargo, la inquietud sobre la inflación se ubicó en un 14%, frente a menos del 1% registrada un año atrás.
Tomada de www.grupormultimedio.com