En dos años de pandemia de un virus que aparenta, cada vez, ser menos mortal, la desigualdad económica y social ha contribuido a la muerte de 21 mil personas por día, una cada cuatro segundos. A mismo tiempo que un nuevo milmillonario nacía cada 26 horas. Estas son algunas de las cifras que contiene el último informe de Oxfam.
“Cuando decimos que la desigualdad mata, no se trata de una fórmula retórica. Reconozco que me faltan adjetivos para describir la obscenidad de la realidad que describe el informe” afirma en entrevista con Radio Francia Internacional (RFI), Franc Cortada, director en España de esta ONG especializada en pobreza y desigualdad.
Cortada explica que el factor diferencial durante a pandemia no ha sido la edad sino los niveles de ingresos: en cada año de esta pandemia murieron 5,6 millones de personas en el mundo por falta de acceso a los servicios de salud, precisa.
El mundo ya era desigual, es verdad. Pero la pandemia agudizó con brutalidad la brecha entre pobres y ricos. El experto de Oxfam desgrana una serie de datos que evidencian la explosión de la desigualdad:
“Hoy tenemos 163 millones de personas más viviendo en condición de pobreza. La riqueza de los multimillonarios aumentó más desde que comenzó la pandemia (en 2020) que en los precedentes catorce años juntos. Las fortunas de los diez hombres más ricos del planeta alcanzo los 1, 5 billones de dólares, una cifra astronómica que multiplica por seis la riqueza conjunta que poseen 3100 millones de personas en el mundo, es decir los más pobres”.
Efecto devastador en América latina
Aunque el continente latinoamericano representa solo 8,5% de la población mundial, ha registrado más del 32% de las muertes del planeta por COVID, afirma el directivo de Oxfam.
La razón es que pese al espejismo de ser una región de renta media, más de un 37% de su población se encuentra en condiciones de vulnerabilidad. Se trata de las mujeres, los habitantes de sectores rurales y los 140 millones de personas que trabajan en el sector informal, es decir más de la mitad de la fuerza laboral de la región.
“Son personas que durante esta pandemia tuvieron que decidir si se morían contagiados por COVID o si se morían de hambre por no salir cada día a trabajar. Y, además, en contextos como el de Colombia con 8 millones de desplazados internos. O Centroamérica con más de 3 millones y medio que sufren de inseguridad alimentaria. O los más de 5 millones de emigrantes venezolanos o la altísima vulnerabilidad estructural de Haití”, detalla Cortada.
A estas situaciones se añade la muy baja inversión pública en el sector sanitario, de protección social y otros servicios esenciales, agrega el activista: “En esta región se invierte apenas un 2,2 % del PIB en estos rubros, la mitad de lo que recomienda la OCDE”.
Aumento de la desigualdad y la violencia de género
El informe de Oxfam también denuncia que prácticamente en todos los ámbitos (salud, economía, seguridad, protección social) los efectos de la pandemia han agravado la situación de las mujeres y las niñas y potenciado la violencia de género.
“Tardaremos tres décadas más, toda una generación, en cerrar la enorme brecha de género que nos deja esta pandemia”, asegura Cortada.
Fiscalidad para la inversión social
Oxfam reconoce señales positivas por parte de Estados Unidos y China en el combate de esta desigualdad, pero pide a los gobiernos que «impongan impuestos sobre las ganancias acumuladas durante la pandemia».
La ONG propone que estos ingresos fiscales se inviertan en una sanidad pública universal y en la seguridad social, así como en la lucha contra el cambio climático y el racismo y la prevención de la violencia de género.
La organización pide eliminar las leyes que socavan el derecho de los trabajadores a organizarse para defender sus intereses a través de sindicatos y mediante huelgas, así como aumentar su protección.
“Tres de cuatro trabajadores en el mundo no tiene reconocidos derechos tan básicos como una prestación por desempleo o baja por enfermedad”, enfatiza el director de Oxfam en España.
El experto en pobreza y desigualdad precisa que hay que abordar las causas estructurales que reproducen las desigualdades y señala a los monopolios y oligopolios que “en América latina ejercen una enorme presión sobre los gobiernos para lograr que las políticas vayan en beneficio de las élites“.
“No hay una escasez de dinero”
Gabriela Bucher, directora de Oxfam, dice que el dinero no carece, como se ha visto con los millones liberados para combatir la pandemia.
«Lo que hay es una escasez del coraje y la imaginación que se necesitan para ser liberados de la camisa de fuerza fracasada y mortal del neoliberalismo extremo», sostiene la activista y exhorta a los gobernantes a escuchar a los movimientos ciudadanos que piden justicia e igualdad.
Tomada de www.rfi.fr