Revés al Prioridades

Recientemente leí en las redes sociales la opinión de un sacerdote donde señaló que aquí no hay prioridades, todo lo que se ejecuta son totalmente hijas espurias de la improvisación.

Por: Francisco Parada Walsh*

El servidor de Dios no está equivocado ¡Gran excepción! todo, todo lo que sucede en este país es como si no bastara con un salvadoreño que consuma Ácido lisérgico sino que es un país el que aparte de la sopa de pitos, su compota que se le da a El Salvador de Qué los tres tiempos, se le agregara un papelito de tal droga, donde todo lo normal es anormal, las plantas crecen y crecen y nos escapan a devorar, el río no busca a la mar sino que regresa y va al nacimiento a pedir perdón por sus ofensas al mundo; los peces pescan lombrices, los hombres sueñan con halar el anzuelo y tener a su hermano enganchado del trasero, pero no lo sacan del agua, ahí, lo mantienen, que siga nadando, que crea que es libre, que crea en él.

Así camina el mundo salvadoreño, ese país que fue arrecho pero entre plegarias, pruebas del puro de marihuana, siguanabas, cipitíos, Roques Dalton y lo que vivimos, todo se convierte en una obra de arte pintada por Salvador Dalí, ese El Salvador de la Nada que no salva a nadie ni a nada ¡Ni a el mismo! Y Dalí, que sentado en una banca en el Parque Esclavitud, apenas empieza a ver nuestra realidad, prefiere agarrar sus lienzos y acuarelas e irse a la mierda, aquí todo es surrealista.

Recuerdo hace una década que quise comprar una bellísima obra, donde aparece un marrano muy elegante y cerca de él, está la señora que vende mango rayado como los discos y en ese pequeño carretón  está un niño que toma su pacha, en esa caja de rayar mangos aparece un niño careto, sucio por la pobreza, sus mejillas son los brochazos del diablo y los míos, que con indiferencia le echo tile a los cachetitos del futuro del país, y el nombre y el apellido del futuro del país, de ese niño careto no es Mejilla ni Mejía sino Pueblo su primer nombre, Dolores su segundo nombre, su primer apellido es Armando y Cruces, el segundo apellido y su lápida.

Así vivimos, así morimos. Me hiela la sangre, la poca que va quedando en mis venas, que mi gente, esos jóvenes  esculpidos por Rafael se los trague el cielo, y cual el vía crucis del salvadoreño, sea el padre y la madre que deban peregrinar por fosas y fosos, para que sea la tierra roja la que los reciba, mientras mi jefe de estado, si, jefe de estado pero no de mi estado de dignidad, celebra a lo grande una fecha más inventada que vivida.

Revés al Prioridades. No trato de armar palíndromos, no, donde lo izquierdo se lee igual que al derecho, no; solo quiero que amor no sea Roma sino que Amor, que jóvenes no sea muerte sino futuro y que, lo poco que nos queda como sociedad, tengamos siquiera el privilegio de sentir el dolor del otro ¡Qué hermoso detalle que la vida nos regala! Aceptémoslo, sintamos dolor, pena, vergüenza, pero sintamos algo por favor, no podemos cruzarnos de brazos y de corazones cuando mi niño es arrancado del útero de una sociedad que no sabe que no es sociedad; no sabe que tiene útero, no sabe que tiene huevos.

Todo al revés. Nunca he creído en la justicia terrenal, esa que ejecutan jueces y magistrados, fueron, son y serán los mismos de siempre; debo creer en la justicia divina aunque tengo mis dudas; muchísimos pintores del surrealismo se han escapado; ya no quedan pintores, solo magos, nos pasamos a la magia y son los Houdinis salvadoreños que aparecen con solo decir: “A la bim , a la bam, a la bim bom bam, lo robado, lo saqueado mi familia gozará” Y al ver que el gobierno Biden paró las orejas, prefieren ocultarse, unos viven en la tierra del Maple aunque en la Asamblea apenas balbuceaban palabras ante la interpelación y le pregunto al lector : ¿Quién es más inteligente? ¿Ese babeante hombre que apenas puede hablar o el non plus ultra de la medicina de El Salvador? No lo piense mucho, es ese pícaro que se rasca la nariz a costa de su pobreza.

*Médico salvadoreño

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