Recientemente pude observar en las redes sociales al parecer a un indigente (palabra que no debería existir) celebrarle el cumpleaños a su perro; a sus dos perros les pone un cono de sombrero, parte el pastel con todo el cariño del mundo, coloca dos velas en el pastel, las enciende, el mismo las sopla y les sirve pastel a cada perro y empieza a cantarle “Feliz Cumpleaños”, esos hombres, a pesar de su pobreza y soledad son más ricos que cualquiera, son felices y nunca están solos.
Por: Francisco Parada Walsh*
Quizá les llevó tiempo descubrir la verdad que, amigos, muy pocos, conocidos de sobra y después de ser apaleado por la vida son estos dos perros sus luceros que iluminan su camino y su felicidad; son sus cuates perrunos los únicos que le demostraron qué es ser amigo, este sabio hombre con ese corazón magnánimo, un corazón del tamaño del sol ilumina al mundo al enseñar que hay un mundo destinado para esos locos, esos pobres, esos seres de luz, que tienen la capacidad de evitar al hombre y volcar su amor incondicional a sus dos amigos, que felices, celebran esa pequeña y sentida partida del pastel.
Cuando corren lagrimas por mi rostro es que ese video estrujó mi alma y gracias a ese hombre me doy cuenta que estoy vivo, que todavía hay personas que vinieron al mundo a enseñarnos que lo bello de la vida, casi siempre no se ve. Por otro lado, descubrí este testimonio de una campeona argentina que narra lo siguiente: Año 1979, yo tenía 18 años, eran los premios Olimpia a los deportistas argentinos, el Diego se acerca y me dice: Hola Nora, a mí me sorprendió que me conociera, le digo anda a tu mesa te van a retar, él me dice que no me banco a todos esos llenos de guita con trajes, no tengo nada para hablar con ellos, contame de vos. Le conté que me pagaba los patines, que hacia rifas para competir… y tantas otras cosas que hace un deportista amateur. El agarró mi mano y me dio un abrazo y me dijo, sos un ejemplo.
No voy a contar nada porque él me dijo yo ayudo en silencio, solo que a los dos o tres días llegó una carta a mi casa que decía: “Anda al Banco y retira toda la plata que necesites para competir, un saludo, Diego Armando Maradona. Estas líneas terminan con Nora Vega, 5 veces campeona sudamericana de patín, 10 veces campeona del mundo”. ¿Por qué el pobre comparte sus felicidades y bienes con otro pobre? No lo sé, moriré y nunca podré responder; pareciera que escribo banalidades pero no, aquí escarbo el alma del hombre que es capaz de amar a sus perros hasta la locura y de un genio del futbol que en silencio, se acerca a una joven pobre como él lo fue, y tener ese desapego para darle el dinero que ella necesita, solo dice el enorme corazón del Pelusa.
Debo comparar estos dos gestos de compartir con la oligarquía mundial que dispone de casi el ochenta % de todo el dinero del mundo pero me referiré a nuestros oligarcas, incapaces de mover un dedo por sacar adelante a este país, a mi gente, que ese maldito rebalse llegue al necesitado pero no, mi oligarquía parece esas fuentes de chocolate que, no se pierde, se vuelve a subir y baja como lava hirviendo, nuevamente, ni una gota cae al pico de los pajarracos salvadoreños. Nos saquearon desde nuestra falsa invención y ahora, más arrogantes que nunca, nos exprimen reventando a la familia salvadoreña de tantas formas. Un ejemplo, si en mis ahorros guardo apenas cien pesos y viene un amigo y me pide diez, no dudo en dárselos.
Segundo caso, si un oligarca tiene mil millones de dólares y llega Juan Pueblo y le pide el equivalente a lo que di, deben ellos dar cien millones de pesos ¡Nunca pasará, nunca! Quizá algunos miembros de esa oligarquía se tiren sendas carcajadas al leer estas líneas y tienen el derecho del mundo, son los patrones, yo, el esclavo, solo que pienso, algo, pero pienso. Esa es la razón de estas desigualdades como pocos países hay en Latino América, por ellos es que, nunca tuvimos identidad. Recuerdo cuando en un arrebato de locura le escribí a Carlos Calleja y a Javier Cristiani (Q.D.D.G.) solicitando ayuda tangible para una familia en particular, no, jamás recibí respuesta alguna. Al final del artículo debe el lector sacar sus conclusiones.
Recuerdo que hace años llegó una visitadora médica a mi clínica, habíamos entablado amistad y empezó a contarme que debía visitar a un médico que tiene su clínica en Plaza Villa Vicencio, mientras recorría los pasillos se topó con casi una docena de guarda espaldas, ella se sentía incómoda, entró a la clínica y se topó con uno de los hombres más ricos de Centro América como era Don Archie Baldocchi, ella no esperaba encontrar a un hombre tan rico y poderoso sentado en los mismos sillones; él, con el paso del tiempo le dijo: ¿Verdad que me conoce? Ella, asintió; empezó un diálogo entre el rico y el pobre, él le dijo que teniendo el dinero del mundo, no le daban más que tres meses de vida”. Dicho y hecho. Que un cura diga que una cancha de basquetbol cerca a la comunidad Corazón de María fue gracias a él, ¡Por favor, no se burlen de nosotros! Tienen para hacer un millón de canchas, pero siempre, ese cura que de seguro vive sin mayores lamentos debe hablar bien del rico, mientras el pobre, pide limosnas en la puerta.
El país al revés. Me quedo con ese hombre que celebra el cumpleaños a su perrito y con el Diego. Ojalá sirva de lección y que, ese corazón que no palpita sangre sino codicia, ceda un poco y se acerquen a mi gente. Los donativos de medicina que recibo me los envían colegas que luchan por dejar un mejor país, jamás he solicitado ayuda a un laboratorio farmacéutico a pesar de que la hija de uno de los grandes de esa industria es amiga de mi familia. No dan nada. Una anécdota. ¿Cómo va un país a salir adelante si la comida que se ha elaborado a fritura profunda como es el pollo solo tiene 30 minutos de vida y si nadie compra en ese período, las demás nueve hamburguesas se deben botar. Esto es enfermizo.
Y al igual que Don Archie, que fue un caballero en todo el sentido de la palabra, la santa muerte solo espera sentada, aburrida por el pobre y por el rico. Por eso, “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los…”
*Médico salvadoreño