Cuando hablamos de veteranos de guerra debemos examinar las razones por las cuales estos decidieron tomar las armas, en el caso de la guerrilla muchos de los jóvenes de aquellos tiempos, tomamos las armas debido a que las condiciones objetivas y subjetivas estaban maduras para hacer la revolución armada, con el objetivo de cambiar una realidad aplastante que no dejaba otro camino, con la idea clara de establecer una estructura económica y social más inclusiva y justa, una república socialista.
Por: Igor Iván Villalta Sorto*
Otros porque se sintieron identificados con la guerra, su vida tenía sentido únicamente haciendo la guerra, y otros simplemente porque la guerra llego a sus cantones y de la noche a la mañana se vieron atrapados en un maremágnum de acontecimientos que los obligaron a defender su vida y existencia.
En el caso de las fuerzas gubernamentales, muchos llegaron al ejercito gubernamental por la necesidad de trabajo, y de las prebendas que significaba ser miembro del ejército, otros por construir una carrera militar, y otros porque simplemente fueron tomados en la calle y tirados al piso del camión militar para llevarlos al cuartel, para que defendieran la patria de la invasión comunista.
Al concluir el conflicto armado se ve enfrentada la sociedad salvadoreña en poseer a miles y miles de personas que ya no tienen que hacer, que se formaron y preparados para una realidad que ya no existe, y que muchos de ellos lo único que aprendieron fue guerrear, que esas habilidades y destrezas ya no sirven para nada en una nación en “paz”, muchos llegaron a integrarse a la Policía Nacional Civil, que fue creada precisamente al finalizar el conflicto armado, pero muchos otros fueron abandonados a su suerte.
Insertarse en una sociedad que exige otras habilidades y destrezas no se logra de la noche a la mañana, por otro lado quien se va a preocupar por los traumas sicológicos producto de la guerra, quien les va a proporcionar todo el acompañamiento profesional que se necesita para lograr que este individuo pueda cambiar su forma de ver el mundo, y comprender que las cosas ya no se hacen como se hacían en la guerra, que debe ser más tolerante con las personas que no piensen como él o ella, que debe insertarse en una cultura de paz.
Mientras los políticos discutían y discutían, ellos trataban de recoger los despojos de su vida pasada para reconstruir una nueva vida, con una ayuda a cuentagotas, hasta que por fin se logra una pensión de $50.00, que indudablemente no va a sacar de la pobreza a nadie, pero algo es algo. Al llegar el presidente Bukele la eleva a $100.00, pero sus ofrecimientos de campaña fue que a los veteranos de guerra se les iba a indemnizar con $3,000.00 y $300.00 de pensión mensual, muchos aún esperan que ese ofrecimiento se convierta en realidad.
Pero ahora nos encontramos con que todos esos que en algún momento de la historia del país fueron etiquetados como héroes de la patria, lucharon en una guerra que fue una farsa, y allí está el peligro, porque lo dice nada menos que el presidente de la república, un presidente con alta popularidad y que aspira seguirlo siendo hasta que su cuerpo y mente se lo permita, pero no han considerado que esta retórica atenta contra sus demandas, ¿porque voy a mejorar la vida de un conglomerado de personas que participaron en una farsa, que lucharon muchos años para lograr llegar a unos acuerdos entre dos cúpulas diabólicas, que les engañaron y manipularon?
Si el presidente de la república envía ese mensaje a los ciudadanos, como se espera que reaccione la población en general a las demandas de los veteranos, si esta retórica política progresa, no va a haber empatía para que el ciudadano, especialmente el que no vivió la guerra, pueda apoyar que las demandas son justas, y es necesario dignificar al sector de veteranos, que por motivos de la guerra muchos de ellos quedaron ciegos, inválidos, sordos y otros con tremendas taras mentales que ya no comprenden la realidad, mucho menos se van a adaptar a ella.
La diputada de Nuevas Ideas Alexia Rivas, siguiendo el discurso gubernamental, se desvincula de la responsabilidad ciudadana de reconocer los hechos, explicando que ella nació en 1993, ante esa amnesia gubernamental la psicóloga Ligia Orellana en artículo publicado en el periódico digital El Faro nos recuerda: “Los estudios del trauma iniciaron con el shell shock en soldados que volvían de guerras, pasando por víctimas de violencia sexual y doméstica hasta llegar a víctimas de violencia política y estatal. Ahora sabemos (en parte explicado por la epigenética) que los hijos y nietos de estas víctimas y sobrevivientes pueden cargar con estas vivencias y secuelas de modo vicario, y manifestarlas a su manera en su propio contexto. Esto se conoce como trauma intergeneracional”.
En ese mismo periódico digital, el exjuez Jorge A. Guzmán llama la atención al estado salvadoreño en el sentido de que: “El Estado de El Salvador, como en toda negociación en la que se involucra a organismos como las Naciones Unidas, está obligado a cumplir de buena fe los acuerdos firmados, principio este de derecho internacional que aplica no solo respecto a tratados, declaraciones, convenciones internacionales, sino en todos aquellos acuerdos que se construyen bajo el auspicio de las Naciones Unidas”.
*Biólogo e Investigador. Resumen Latinoamericano