Hace poco menos de un lustro quizás, nos interrogábamos sobre evolución o revolución en el nuevo entorno donde nos desarrollamos y se manifiesta gran parte de nuestras actividades como así también la comunicación entre otras, de hecho, más allá de los tecno fóbicos o tecno utópicos, no podemos negar la que realidad supero a la ficción, es decir, lo que creíamos hace poco tiempo atrás cosas de ciencia ficción, se han convertido en ciencia acción. Donde la disrupción y exponencialidad con que se han producidos los cambios en el mundo en materia tecnológica y nos ha afectado de lleno a todos los seres humanos de una u otra forma, sigue un proceso indetenible y cada vez con más vertiginosidad, mientras en el medio un sinfín de cuestiones aún esperan una respuesta, puesto que la simultaneidad en que convivimos en muchas partes del mundo, entre ellas Latinoamérica, se entremezclan las diversas eras de la historia y los ciudadanos quedan en cámara lenta o velocidad supersónica, física o digital, visible e intangible, con bienes y servicios, con aceros y datos, con autopistas y Smartphone; sin dudas toda una travesía difícil de digerir, donde los modelos tradicionales no terminan de dar un paso al costado y los modelos innovadores no alcanzan aun a implantarse.
A raíz de esta compleja introducción, pero necesaria para el abordaje compacto de la temática a desarrollar, con un enfoque holístico, multidisciplinario y con solida evidencia empírica, trataremos de analizar los impactos e implicancias de las diversas ópticas en la vida socioeconómica, educativa y cultural principalmente de la Web 3.0 y el soporte que brinda la tecnología blockchain, en un tiempo, en un momento donde aparente lo habíamos visto todo, el metaverso, es decir la internet, después de la internet, donde tecnologías como la realidad virtual, la holográfica, la IoT, y la realidad aumentada, son los ejes principales hasta hoy día, en este nuevo “verso” del cual aún se ha empezado a dar los primeros pasos y que se espera consolidar recién dentro de una década.
Lo cierto es que encada análisis de estirpe académica que realizamos en temas tan delicados como el presente, hacemos hincapié sobre la falta de regulación del ciberespacio, cuestión más que imperativa, con la rapidez con que fluyen estos temas, una normativa cibernética que contemple y proteja todas las cuestiones que se hallan inmersas en este tercer entorno (entorno virtual) pero que a raíz de lo planteado ut-supra las falencias o desavenencias que ocurren en muchos casos son verdaderos problemáticas catastróficas.
Si bien con el transcurrir de los años todo va evolucionando en aras de adaptarse a nuevas exigencias y tecnologías con las que disponemos, no es de forma equitativa alrededor de nuestro planeta y quienes vivimos en esta latitud del mismo, no solo lo sabemos muy bien, sino que lo padecemos en el mayor de los casos. La masividad e hiper-velocidad de datos, conjugada con la velocidad analítica cada vez más basta, nos transporta a una realidad paradojal, en la cual a medida que aumenta la eficacia tecnológica, como lo mencionamos más arriba, crecen nuestros temores a los mismos, más aún sin una regulación global.
Por eso damos paso a la Web 3.0 que es un caso de los que mencionamos en dicha descripción precedente. Para ello es importante realizar un enfoque histórico y conceptual para llegar a la actualidad. La Web (vocablo ingles que significa red) comúnmente entendida como el conjunto de información que se encuentra en una dirección determinada de internet. Todo empieza con la Web 1.0, ésta era unidireccional y tenía que ver con sitios Web estáticos creados con HTML, CCS y JavaScript. No existía muchas aplicaciones Web en internet, en resumen, no había interacción de allí la unidireccionalidad. En esa época solo teníamos MSN y salas de chat de AOL; en general no fue una gran experiencia cuando comparamos con la Web de hoy, tampoco había forma de transmitir música y videos, no había redes sociales, por eso al principio internet fue un poco inestable, hasta que las cosas que género en un breve lapso de tiempo, hicieron que diera un giro de 360 grados.
A continuación de la de la antes mencionada, le sucede la Web 2.0, desde principios del 2004 hasta la fecha prácticamente. Durante todo el transcurso de ese tiempo la Web evoluciono muchísimo y uno de los mayores cambios que se produjeron fue la interactividad de internet, esto significo que no solo tuvimos información de las paginas sino también de nosotros, por otro lado, eso provoco que Facebook, Youtube, Google (empresas centralizadas), comenzaran a recopilar más datos personales de quienes navegábamos en la web y visitáramos estas plataformas y así brindarnos un mejor contenido para poder pasar más horas en ellas, al menos así se lo pensó en un primer momento, mas allá de los magros resultados en torno a robo y venta de datos en diversos ámbitos significativos. También aquí se vendieron datos a los anunciantes, es decir caracterizada por la publicidad dirigida y la falta de privacidad para los usuarios. Además, hace hincapié en el diseño de páginas web y como utilizarlas, fomento la colaboración y la interacción entre usuarios en transacciones P2P, preparando de esta manera el terreno como lo habíamos descripto para el comercio electrónico y redes sociales.
Así como la Web 2.0 se ha convertido en nuestro actual estándar de interacción en la Web, lo mismo ocurrirá con la Web 3.0 o web semántica como se la conoce, es un término creado allá por el 2006 por el diseñador y emprendedor Jeffrey Zeldman; si bien la Web 2.0 tiene mucho para explotar aun, fue la llegada del Big Data y la IA que aceleraron e impulsaron esta idea, como así también otro detonante fue la llegada del Bitcoin y el blockchain en 2008; esto es algo que especialmente impactaba en la capacidad de organizar y crear redes dentro de redes, tal como muchos cyberpunks soñaban.
Al igual que el resto de versiones o evoluciones de la Web, ésta hace uso de distintas tecnologías para su construcción y la razón de ser es que las nuevas tecnologías han tenido un significativo avance especialmente en desarrollo, contenido y aplicaciones, interactividad, almacenamiento, representación gráfica y transmisión de datos, que son los que permiten construir día a día la Web 3.0.
En la actualidad ya existen varios servicios del tipo Web 3.0, uno de ellos es el Siacoin, un tipo de sistema de almacenamiento Web 3.0, donde se hace uso de blockchain, Smart Contracts y llevando a un nuevo nivel de interacción y seguridad de este tipo de sistemas. En lo que respecta a redes sociales podemos nombrar como ejemplo a Voice de EOS, o Hive que te permite compartir con tus seguidores, esto es una interacción directa sin intermediarios con ellos, con toda la data bajo el control de uno mismo. También otro ejemplo sobresaliente es Golem, en donde se puede realizar tareas complejas de computación, haciendo uso de recursos computacionales alquilados por un bajo precio, por ejemplo, un proyecto de investigación en materia de IA, big data, data mining, etc. Es decir que en la Web 3.0 terminaran convergiendo muchas tecnologías y sin dudas una de ellas es el blockchain. Y, ¿Porque resaltamos blockchain? En verdad la respuesta a esto se debe a que son varios los especialistas que coinciden en que la tecnología blockchain hace posible nuevos niveles de interacción, un ejemplo de ello es la posibilidad de crear un programa que se ejecute de maneta autónoma dando acceso a servicios si se cumplen determinadas condiciones. Por eso es que más arriba hicimos alusión a los Smart Contracts o también pueden ser las DApps (aplicaciones descentralizadas). Esta es una tecnología que se puede probar y comprobar en la actualidad en blockchain con ethereum, EOS, ethereum classic e incluso bitcoin cash que también cuenta con servicios de descentralización.
Por otro lado, la tecnología blockchain está cada vez más tomando forma como clave para la descentralización en la Web 3.0, como solución a una de las mayores preocupaciones de los usuarios de la internet que son la seguridad o en verdad la ciberseguridad y la protección de la privacidad de los datos. Además, esto no es una simple problemática aislada, pues es cada vez más evidente que la explotación no regulada de información de los usuarios por parte de empresas como Facebook, representa una centralización excesiva del poder digital en manos de unos cuantos. En los últimos años el aumento de las preocupaciones morales ligadas a las violaciones de la privacidad, recopilación de datos, censuras y noticias faltas (fake news) ha eliminado la controversia para renovar las plataformas de redes sociales que han llegado a dominar hasta nuestra democracia.
Para combatir esto, la tendencia es que los usuarios, que utilizan tecnologías como el cifrado, tengan el control total de sus datos. Esto significa que, en lugar de esperar que las empresas personalicen sus experiencias, los usuarios de internet junto con la IA y el blockchain, puedan dar forma a su propia navegación; en este sentido, el avance veloz de la tecnología blockchain y sus propiedades intrínsecas de descentralización, transparencia y recompensa a la comunidad, propone un futuro para las iniciativas de esta Web 3.0, esta Web que propone y promete reajustar los valores del espacio social para fomentar la libre expresión, el bienestar de los usuarios, el autogobierno de datos, a través de un modelo de interacción digital más justo e inclusivo.
Por último y, en otras palabras, la Web 3.0 puede una vez más, convertirse en ese internet anónimo y gratuito que conocimos en los primeros años, aunque pareciera que estuviésemos retrocediendo, la descentralización es necesaria para poder salir a flote de la trampa donde todo se rastrea lo que hacemos en línea y más aun sin la regulación global del ciberespacio que tanto hemos recalcado, por eso repetimos la importancia del blockchain que a través de su transparencia no interferirá al menos en la preservación de la privacidad de los usuarios. La Web 3.0 está aquí y vino para quedarse, aunque recién estemos en las etapas primarias con su aplicación en desarrollo y para que todo esto tenga realmente la importancia vital para los usuarios y su seguridad in totum, es preciso que cada vez más seamos solidarios con distribuir el conocimiento preciso hasta llegar a cada uno de los que hoy se cuentan por cientos de millones de usuarios de la internet en el mundo, de esta manera estaremos haciendo el aporte necesario y equitativo en la construcción de una justicia social tecnológica que aún falta mucho para consolidarla.