En las distintas iglesias sobran. Particularmente me referiré a la iglesia católica cuando recientemente veo una foto de Monseñor Sáenz Lacalle, que cual dulce de azúcar es protegido por un paraguas sostenido por los mismos de siempre, no, no se pueden mojar, son demasiados importantes, poco importa que se empape el subordinado mientras en una foto donde aparece Vladimir Putin rindiendo honor a los soldados caídos se le puede ver totalmente empapado, en el mayor profundo silencio.
Por: Francisco Parada Walsh*
Tristemente la iglesia católica perdió la voz, el alma, el coraje y por ende, los feligreses no tienen líderes, hombres que escupan la verdad, que den la vida por su grey; los tiempos de Rivera y Damas y San Romero son historia.
¿Qué es del otrora Rosa Chávez? Ejercen una profesión más, viven dignamente, demasiado bien, mientras el pueblo muere de hambre, migra, lo desaparecen ¿Qué pronunciamiento se ha escuchado con relación a los temas de nación de parte de la iglesia católica? ¡Ninguno! Recuerdo cuando fui padrino del hijo de un vigilante, todo sucedió en una pequeña ciudad de Cuscatlán, previendo algún atasco vehicular decidí dejar mi carro alejado de la iglesia, menuda sorpresa que entra una persona casi con el corazón de afuera gritando que movieran los vehículos pues llegaba el gran obispo Rosa Chávez, todos los propietarios salieron corriendo a apartar sus carros, mientras el gallardo caballero y su motorista zampaban la lujosa camioneta lo más cerca del atrio, porque no pasaba la puerta principal no entraron con todo y carro, ¿Quién se cree este hombre para armar tal desparpajo? ¡Solo él sabe! Una misa sosa, quise intercambiar unas palabras y al ver ese carácter tembloroso preferí seguir de largo, no, son incapaces de caminar metros cuando ¿Quiénes han sido? Simples mortales y quizá, mas pecadores que yo.
El colmo de los hombres de Azúcar, recuerdo cuando tenía mi clínica en la Plaza San Benito, como a cinco locales estaba el gimnasio más exclusivo del país, nada de extrañar cuando vi correr a Fabio Colindres, llegó a mi consultorio a que lo pesara y le sacara el porcentaje de grasa corporal, su carácter lejano y altivo no me agradó, pero como sé que la fe, la esperanza y la caridad deben reinar en mi vida, hice la caridad de pesarlo y darle el porcentaje de grasa corporal.
Punto y aparte. Cerca de la navidad de 1999 llega a pasar consulta un joven de una acaudalada familia, quien me contó que fue él quien le regaló los primeros zapatos deportivos a Fabio Colindres y quizá de ahí surgió el deseo por las emociones fuertes como el correr, el amar desenfrenadamente.
Es este joven paciente quien me invita a pasar navidad a su isla en Coatepeque, al principio la idea me fascinó, pero entendí que no pertenecía a ese grupo de personas y con mucho tacto me disculpé por no asistir a su propiedad.
Así, este último de “Los Hombres de Azúcar” se convierte en capellán del ejército salvadoreño, según me contaron, reciben un salario que corresponde al de un general del ejército y en una demostración de bajeza se retira de tal institución recibiendo $ 94,600 dólares de indemnización y una flacuchenta pensión de $ 3, 400 dólares mensuales, el equivalente a diez salarios básicos de un verdadero Juan Pueblo, cuando apenas se tiene para vivir; sin ninguna pena, se ríe de un pueblo hambriento, sus amistades es un círculo cerrado, y su vida privada, un misterio conocido por propios y extraños.
Los Hombres de Azúcar, no por dar paz y sabor a un evangelio, sino por ese miedo inherente a creerse seres alados, incapaces de manejar un coche, ¡Señoritos de señoritos! Dispongo de un recorte que apareció en un matutino donde aparece este “Hombre de Azúcar” invitando a una conferencia en un lujoso hotel junto a otro sacerdote para hablar del “Exorcismo”, no cabía una aguja, un país que prefiere escuchar del diablo y no de dios es lo que tenemos, ritos externos, peregrinaciones lujosas, pachangas y la búsqueda de dios en las profundidades de la fe, no existe. El día posterior al evento, fue el sacerdote de la iglesia Cristo Redentor a la que yo asistía quien dijo.: “Vaya, la iglesia vacía, todos desvelados, prefieren escuchar historias del diablo y no venir a misa”.
Y si agregamos que cualquier pago que usted realice por obtener un servicio religioso es pecado de Simonía, ¿Qué tipo de pecado será el cobrar por hablar del diablo? Hombres de Azúcar, vividores, ciegos, sordos y mudos; con sus ejemplos solo demuestran que ese bla, bla, bla de Dios no es más que su modo de vida.
Mientras, el país agoniza, los indigentes se apoltronan a las entradas de las iglesias pero no, no le llegan a los talones a San Romero; y Escobar Alas ¿Dónde está? En algún lugar pero su silencio cómplice en momentos tan decisivos por los que atraviesa el país solo sirve para inscribirlo en “los Hombres de Azúcar”.
*Médico salvadoreño