Solo deseo que se me permita escudriñar la cabeza de personas que sin duda alguna, tienen tatuado el número de la bestia, ese fatal 666.
Por: Francisco Parada Walsh*
No creo que deba ser un desfile de presidentes, ministros o personalidades; me bastan cinco: Empezaría con Bill Gates, Mark Zuckenberg, Bush hijo, el director ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud y el Dr. Faucci. Y el supra poder mundial.
Parecen gente común, aparentan sencillez, visten cómodamente, sin embargo exudan maldad; crear un virus y aniquilar a una gran parte de la población, someter al miedo a un mundo de por sí, miedoso solo dice que, el infierno y los diablos están acá.
La pandemia y la catástrofe causada, supera con creces a cualquier película de terror, “La Profecía”, “El Resplandor” no son películas para niños pero lo que hemos vivido, sufrido es algo que, nadie, en su sano juicio imaginó. Existe un video del 2005 donde Bush habla hipotéticamente de una pandemia, tal como la que vivimos.
Al final, valdría la pena revisar nuestras acciones diarias pues, de una u otra forma, en algún momento de nuestras vidas, también hemos sido el anti cristo; hablo por mí, cada quien sabrá el daño causado a su prójimo; ejemplos sobran.
Tenemos un país donde el anti cristo habita en casa presidencial y en la casucha más pobre del país, pregonamos verdades cuando todos sabemos que mentimos; hablamos de paz cuando la muerte es nuestra comparsita; cantamos himnos apoteósicos cuando ni siquiera sabemos cuántos municipios tiene el país; se beatifican a hombres que dieron su vida y por otro lado, tenemos una iglesia católica ciega, sorda y muda ¡Somos el anti cristo, el anti buda, el anti Mahoma, el anti hermano! Y aun, en el ejercicio de mi profesión que en apariencia debe ser una entrega orientada al bien, tenemos médicos que, un diablo con cachos, le tiene miedo, mejor regresa a su inframundo a curarse con pócimas caseras que entrar a la rueda de caballitos del médico anti cristo.
No nos queda mucho de vida y lo único que trato día a día es que cuando agarre mi camino, sea un grato y breve recuerdo ¡No más! Ser anti hermano no es algo congénito de El Salvador, el mundo es un estercolero donde no le tememos a nada, ni a nosotros mismos y eso, decide la conducta ante el otro; creía que El Salvador era un país con fuertes raíces religiosas, sobre todo católicas pero poco a poco el enemigo va ganando la batalla, el enemigo no es lucifer sino mi desánimo por dejar un mundo mejor y falta de empatía por el otro.
En momentos donde, el ser humano es un despojo, y que, tristemente lo que un día nos conmovió, ahora lo vemos como lo más normal solo demuestra que la marca de la bestia la tenemos todos, un mundo hambriento de pecados y menos de valores, sucumbe al éxtasis de la maldad; como siempre, una minoría nos somete, no tienen cola ni cachos ni huelen a azufre, son hombres de bien que, amparados en la tecnología entendieron que, el dios dinero es al que se debe adorar, no más y en un santiamén, le dieron vuelta a un mundo acomodaticio, perdido, siguiendo pautas y consumismos trazados desde el epicentro del infierno: El Capitalismo.
El dinero es necesario, se puede obtener de tantas formas, en mi caso, no la tengo fácil pero duermo como lirón al sentir que, nadie puede decir algo de mí, aunque a veces me arrepiento, y quisiera ser uno de los más buscados, haber saqueado más de los tres mil millones de dólares que este gobierno recibió, huir, pedir asilo en Qatar o Dubái; vivir a toda madre y, si como decía mi padre, ateo confeso: “Si hay infierno, ya me jodí, cuando vaya bajando estarán los diablos con grandes espetones y trinches puyándome el trasero, y si no hay infierno, no me pasa nada, y ¿Quién puede asegurar si nadie ha regresado? Palabras de mi padre”.
Desde pequeño me enseñaron a creer que el mal es un diablo rojo, que hay un infierno donde pagaré mis pecados cometidos en la tierra, que debo portarme bien sino, el averno será mi destino y las cosas no parecen ser así; tenemos a un dios verde como la espinaca o la marihuana fresca, es el dios dinero que, es el que se adora; pareciera que dios tiene cosas más importantes que hacer que detener esta barbarie de desaparecidos, de cortar de tajo la corrupción galopante, de hacer de este país, no la tierra prometida pero siquiera que haya “conque” en cada mesa pero las cosas no son así; por eso, evalúo mi vida y con dejar de ser un anti cristo y otros espantos, y me convierto en un pro hermano, algo habré hecho, no mucho pero quiero, y quizá lo único que deseo en la vida es morir en paz.
Que se me entierre junto a mis gatos y perros, que las rosas que corto día a día, me cuenten largas historias de sus amores; no quiero el tumulto, porque aun, muerto sé que soy capaz de hacer daño, esa es la esencia humana.
*Médico salvadoreño