El Éxodo de Profesionales

“Anat Poocianoy tenía 19 años cuando dejó su natal Argentina para mudarse a Israel. Era febrero de 2002, y el país sudamericano atravesaba la peor crisis económica, política y social de su historia reciente. El presidente, el quinto en menos de dos semanas, había ordenado que se “pesificaran” los depósitos en dólares, provocando una repentina devaluación que, en un instante, borró tres cuatros del valor de los ahorros de millones de personas. Decenas de miles de argentinos dejaron el país durante la llamada “crisis de 2001”. Verónica Smink. 25 de enero 2022.”

Por: Francisco Parada Walsh*

Triste realidad. Hoy es el turno de El Salvador. ¿Cómo podemos obligar a un joven profesional que antes de los treinta años es sub especialista en la rama de oftalmología y el MINSAl le pagará por sus servicios médicos menos de quinientos dólares? Tiene todo el derecho a ir, donde se valore su trabajo.

Aquí no, el talento es el peor enemigo de un gobierno nefasto como pocos; la mayoría de los hijos de mis amigos colegas están fuera del país y no de vacaciones sino para no regresar más, quizá en épocas festivas pero si fuera mi caso y trabajo en Alemania, Islandia, Francia no muero por unas pupusas ni un coctel de mariscos, no; la culinaria mundial nos devana y esos jóvenes brillantes tienen todo el derecho de buscar sus sueños donde les sea permitido, y no, en país que se los niega.

Acá, la premisa es “Entre más ignorante sea, es de los nuestros”, ejemplos sobran: El establo legislativo y tantísimos más, que sus salarios no parecen ofenden a sus electores. Basta a este desgobierno hacer el famoso corralito, no tenemos inversión, nadie nos presta dinero, el bitcoin no ha traído un tan solo beneficio al pueblo, solo al ejecutivo que con mí y su dinero amigo lector le zampa los colmillos a las ganancias; tenemos una de las vidas más caras en Latino América, los salarios son de hambre y repito ¿Cómo puede un profesional ser sometido a las reglas de un mercado laboral miserable? Debe marchase.

Ofende que un profesional de la medicina reciba un salario de quinientos dólares y aun amigo lector ¡Se pelean esa plaza! Con el argumento lastimero que hay que agradecer al estado que gracias a él, tiene trabajo. El trabajo es un derecho del ciudadano y no unas migajas que se le tiran, pero, así las cosas.

¿Cómo pudimos perder a casi un centenar de médicos durante la pandemia? Es inadmisible que un paisito perdidito, endrogadito se dé e lujo de tirar al cesto de la ignominia más de mil años de preparación académica y ¡Aquí no ha pasado nada! No somos Egipto, No hay un tal faraón, sino somos un pueblo, que según la historia éramos apenas un departamento de la Antigua Capitanía de Guatemala y nos arrancaron de tajo, nos hicieron creer que éramos libres, y aun, nos bautizaron con un altivo nombre ¡El Salvador! Somos más una noble afición que muere por el “Pájaro picón picón” pero no más.

Que se nos vaya la mejor gente a dar grandes satisfacciones a otros países solo demuestra que no tenemos futuro, vale la pena revisar una foto reciente  que aborda una larga fila de personas dejando sus hojas de vida ¡Eso es una farsa! Sin embargo, lo bueno de la vida aun, es creer en los sueños.

Mientras nos desaparecen a los jóvenes, todos callamos y el éxodo no es exclusivo de un especialista en medicina sino del joven que apenas gana diez pesos en mi montaña, hipoteca el terreno familiar y se embarca a lo desconocido, llega a ese no tan buen puerto pero en un año, ya está comprando una tarea de tierra, a los diez años tiene construida una casa que ningún médico común y corriente puede hacerla; entonces, toda persona tiene derecho a buscar la realización de sus sueños;pobres, profesionales y todo aquel que probó la suculenta sopa de pitos.

No se vive de caridad, ni de palmaditas en el hombro; se vive de un honorario digno pero no es esa nuestra realidad sino el hambre, la represión, el miedo, la pobreza, la inseguridad. ¿No son suficientes esos elementos para buscar otros derroteros? Para mí, sí.

Recientemente un médico joven pidió mi opinión si pedir asilo en Costa Rica, su familia está allá, él sabe que no ejercerá como lo hacía acá, sin embargo este talentoso joven es un músico, y sabe que de bar en bar, de antro en antro, a través de su música llevará paz y recibirá lo mismo. Dejó todo tirado, está feliz en Costa Rica sin miedo a la inseguridad, a la pobreza, a la represión y al hambre.

Jóvenes, cuando tengan listas las maletas para marcharse, alimenten a los perros, así, cuando salgan a escondidas en una noche tenebrosa, los perros no latirán, sabrán que los alimentaron y vayan con gozo, vayan con Dios.

*Médico salvadoreño

Si te gustó, compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.