Por: Guillermo Alvarado.
La negativa de Estados Unidos de servir de intermediario para que el gobierno polaco enviara un grupo de aviones a Kiev, con el propósito de apoyar a la desbaratada fuerza aérea de Ucrania, es una decisión que tiene muchas lecturas más allá de la excusa esgrimida por la Casa Blanca.
Dijo Washington que no apoyaba la iniciativa de Varsovia porque eso significaba involucrarse directamente en el conflicto armado, del que por cierto la potencia norteña es la principal patrocinadora.
Si alguien conoce puntillosamente lo que ocurre en Ucrania, cuáles son los grupos dominantes que manejan los hilos del poder, que no es el presidente Volodomir Zelensky, y qué ambiciones tiene cada cual, es precisamente Estados Unidos, cuya mano maneja los acontecimientos desde hace dos décadas.
La “revolución de colores” en la Plaza Maidán fue coordinada y dirigida por Victoria Nuland, actual subsecretaria de Estado para asuntos políticos y su influencia es permanente en el país este europeo.
No ignoran en la Oficina Oval el enorme poder de las ideologías ultranacionalistas y neofascistas que radican en Ucrania y cuyas raíces vienen desde la II Guerra Mundial, cuando apoyaron abiertamente a la Alemania hitleriana.
En diciembre de 2021 la ONU adoptó, a propuesta rusa, una resolución contra la «glorificación del nazismo, el neo nazismo y otras prácticas que promuevan el racismo, la xenofobia y la intolerancia» y hubo sólo dos votos en contra, los de Estados Unidos y Ucrania.
Más aún, el periodista Ángel Guerra Cabrera recordó en un reciente artículo que el presidente Zelensky prometió durante su campaña, e intentó al principio de su mandato, desescalar los ataques contra la región del Donbass y poner bajo el control a las fuerzas de extrema derecha.
La arremetida neonazi en su contra fue tan grande, que terminó condecorando como Héroe Nacional a Dmytro Kotsyubaylo, uno de los cabecillas de la Plaza Maidán y responsable, junto al batallón Azov, de las matanzas contra la población civil ruso parlante de las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk.
Es absurdo negar la presencia de ideologías ultranacionalistas y extremistas en el gobierno de Zelensky y en parte de la sociedad. Cuando la ocupación alemana funcionó allí una división de las SS formada por miembros de la Unión de Nacionalistas Ucranios.
Ese es el verdadero peligro en esa región y el principal obstáculo para hallar una salida diplomática al conflicto y Estados Unidos lo sabe muy bien. Que los use para debilitar a Rusia es una cosa, que les vaya a permitir convertirse en una fuerza poderosa y fuera de control, es otra muy distinta.