Señales contradictorias llegan desde el conflicto armado en el este de Europa, donde por un lado hay ligeros indicios positivos sobre las negociaciones para un cese al fuego, pero por el otro insisten con fuerza las voces que alientan la guerra con el envío de pertrechos militares.
Por: Guillermo Alvarado
En recientes declaraciones el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, aseguró que «hay una serie de formulaciones de los acuerdos con Ucrania sobre el estatuto de neutralidad y las garantías de seguridad que están a punto de lograrse».
Al mismo tiempo, el presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, dijo en un discurso divulgado la víspera que “las posiciones en las negociaciones con Rusia para un alto el fuego son ahora más realistas”, aunque agregó que todavía se necesitan esfuerzos para la toma de decisiones.
Visto el volumen que están tomando las acciones militares, así como la enorme cantidad de refugiados que se desplazan, que pronto colapsarán la capacidad de los países receptores, lo mejor que podría ocurrir es que se llegue a un acuerdo donde se tomen en cuenta los intereses mutuos.
Sin embargo, todavía es pronto para el optimismo, porque ni Estados Unidos, ni sus aliados de la OTAN, han expresado con claridad su compromiso hacia una solución negociada.
La semana próxima se celebrarán dos cumbres de suma importancia, una de los miembros de la guerrerista alianza transoceánica y la otra del Consejo Europeo, y se prevé en ambas la presencia del presidente Joseph Biden.
Hasta donde se sabe, las agendas van a girar en torno a temas como los esfuerzos actuales de disuasión y defensa, lo que se debe leer como la definición de una estrategia, bajo la dirección de Estados Unidos, ante una eventual guerra contra Rusia.
Sin duda alguna también se discutirá la forma de incrementar la ayuda militar a Ucrania, o sea ponerle más gasolina al fuego, o incluso la petición de Zelenski de imponer una zona de exclusión aérea sobre ese país, lo que implica, ni más ni menos, que ir a la guerra con Moscú.
Repito, que se sepa hasta hoy, no estará en la mesa un esfuerzo decidido por lograr un arreglo diplomático que ponga fin a la crisis militar.
Biden, que es el que lleva la batuta ante los obedientes europeos, no ha dicho nada concreto al respecto y es fácil comprender su posición, sin olvidar que es aberrante. Un buen acuerdo en el este europeo, que satisfaga las exigencias rusas de seguridad, sería interpretado como un revés para la Casa Blanca.
No olvidemos que este año hay elecciones legislativas de medio término en Estados Unidos. Ojo, si París vale una misa, el Capitolio vale para Biden el sacrificio de cualquier cosa, incluso el de sus “amigos” de Europa o hasta el del mundo entero si las cosas se van de la mano.
Tomada de www.radiohc.cu