Pareciera un símil de la magistral obra de Gabriel García Márquez: “El Coronel no tiene quien le escriba”; seremos tres personajes, uno será el coronel, el otro será mi General que no tuvo quien le dijera que tomar lo ajeno se llama “Robo” y que, languidece en una triste celda, no me refiero a la estructura física sino a su alma y el tercer autor será mi persona.
Por: Francisco Parada Walsh*
Recibo muy pocas llamadas telefónicas, y muchísimo menos visitas de amigos, familiares o algún lector; nada de eso me preocupa, al contrario, me aterra cuando dicen que vendrán a visitarme pues soy de dormirme temprano y eso de las visitas sorpresivas no me gusta, eso de llamar: “ya vamos para donde usted” no me parece sin embargo cualquier situación en la que me vea involucrado por un comentario, una entrevista a algún medio escrito o radial, es como que le halaran los cachos y la cola al mismo diablo donde empieza ese teléfono a sonar con insistencia, unos para felicitarme, otros para casi augurar mi muerte física, y realmente ni los halagos ni las trompetas de mi muerte importan; en un país donde se muere de hambre, sacrificado en el mayor silencio en un asilo ¿Qué cambiaría mi vida? Nada, somos efímeros y mientras pueda escribir lo haré, es una pasión y es mi droga por ende, sé que mi vida no depende de terceros en el sentido que necesitan de un asesino profesional para callar mi galillo, no, no, es la misma indolencia de mi pueblo que me mata, que me desaparece, que me escupe; triste realidad, quizá demasiado pero no puedo hacer nada; un pueblo que, se auto engulle la sopa de pitos no tiene perdón de dios; nada de lo que nos pasa es casualidad ni castigo divino sino que es el karma que nos persigue y entiendo que no soy ni seré un profeta en mi tierra; con entender algunos conceptos como la amistad, la solidaridad, el respeto, el dar y no el recibir son suficientes para que mi vida sea plena; sí es una vida sencilla pero a la vez es un ensueño de ver un poder divino caer sobre mis pasos y no necesito más que las llamadas de los amigos que son apenas tres las que hacen que mi papalote gire, y se eleve hasta los cielos; pensar que necesito de más personas para ser feliz es una locura, mientras escribo escucho a un polluelo pillar, tan pequeños y tan sabios, siempre habrá un grano de arroz, un pedazo de tortilla esperando por ellos, no se irán con el buche y las patitas vacías, si somos lo mismo.
Mientras en un cajón descansan como mini leones cuatro gatitos de apenas diez días de nacidos, sé que vienen más nietos a la familia sin embargo lo que un día fue una tremenda preocupación qué haría con tantos mininos, ellos me dieron la respuesta con ejemplo, con un ejemplo de amor; siempre decido quedarme con algún minino o minina; acá, las gatas y perras son metidas en una bolsa y lanzadas a la muerte solo por el hecho de ser gatas o perras, (Mientras escribo viene una idea que el machismo se inculca desde in útero o desde que un niño o una niña es pequeña donde despreciar o despreciarse o valer menos por ser mujer es lo normal), sin embargo cuando las gatas esterilizadas duermen, los críos dan saltos y brincos, se persiguen como un delincuente intenta atrapar a un policía, me maravillo ante tanta gracia que por más que la busco en el humano, no la encuentro, solo veo frente a mí a un costal de quejas, a un macho, a un hombre simple que es incapaz de siquiera aprender a callar y menos podrá este hombre brincar, saltar, miagar, amar.
El título de este artículo es quizá cursi o algún lector pensará que mi soledad es miedosa y le respondo que no lo es, mi soledad es valiente, es soberana, es anárquica, es mi historia y no, prefiero que sea García Márquez que en su hermosa novela detalle lo que es esperar a alguien, que sea Munguía Payés que, en su magistral torpeza no entendió el significado de Efímero ¿Cuántas personas no han entendido tal significado? El ex presidente de Honduras, el ex ministro de Defensa y tantos más.
No, en un mundo del yo, mis gatos y perros son el otro donde puedo volcar y revolcar a ese francisco verdadero y no desear ni una visita imprevista y menos una llamada de alguien, que siempre quiere arreglar mi mundo; quizá me da risa cuando se intenta querer opinar en vidas ajenas cuando este día no he visto ni siquiera a siete personas, esa es mi soledad donde busco mi felicidad en mí y no en otros.
No necesito que me escriban, sin embargo hay algunas personas que, merecen que se les escriba una carta, para que sepan cuán importantes son en mi vida, en mi mundo. Sigo a la Esperanza, esquiva pero es mi única Amiga. Quizá de a poco, empiece a escribir cartitas de amor, como se hacía antes, claro, pondré lo que me dé la gana y no cobraré en dinero, sino en especies, cada quien tiene su concepto de “Especies”. Punto y final.
*Médico salvadoreño