La música por las décadas de mi vida

Por: Francisco Parada Walsh* |

Viajo al pasado, a un pasado feliz e infeliz. No hay escapatoria, es mi destino. En la casa que habitamos en Berlín, que fue testigo de mi infancia no podía faltar la música de los grandes de grandes como Pedro Vargas, José Alfredo Jiménez, Cuco Sánchez y una canción que recientemente mencioné que era una mina de oro para mí, creo que se llamaba “Me caí de las Nubes”; era la pandilla de bolos amigos de mi tata que me daban cuerda y que me arrancaba con tal canción, ellos felices, yo, no tanto; un niño que lo único que le importaba era que después del concierto, tendría un colón para comprar gaseosas o un sorbete.

Hubo una canción que aún me sigue, me busca, me acorrala, me hace llorar, era, es y será la canción preferida de mi hermanita Danielita quien falleció en ese fatal accidente, esa canción se llama “Sellado con un Beso”, aun, a mi edad, cuando la escucho, se me aguadan las patas, me flaquea todo, viajo a ese pasado doloroso, algunas veces sin prisas, otras veces sin gozo pero no la puedo hacer a un lado porque es algo que me une a mi amadísima hermanita.

Debía tener el disco de “Titanes en el Ring”, fui el primero en tenerlo en mi pueblo ¡Honores ignorantes!

11 -20 años: Es en esa época que mi oído musical empieza a disfrutar de otras músicas, empiezo a saber de Led Zepellin, de los Rolling Stones, de Elvis Presley; no me conformé con solo escuchar esa música sino que fui al centro de San Salvador, a una venta de discos por la librería Hispanoamérica y compré el disco de Led Zeppelin, donde están esos poemas como Stair way to Heaven, Black Dog y tantas exquisiteces musicales; a pesar que venía de un lejano pueblo fue el rock and roll mis inicios como amante de la música; luego muere “The King”, ese 16 de agosto de 1977 estaba en cama, mientras quedé solo en casa, empecé a buscar entre todos los discos de mis hermanas y al fin, pude encontrar un disco de Elvis, mi intención era escuchar su respiración, mi oído, mi oreja y todo mi ser pegado a un parlante hasta que pude escuchar a “El Rey” respirando, en ese momento dije: ¡Ahí está vivo! lo volvía a hacer tantas veces y no era incredulidad sino sencillamente mi curiosidad de quizá devolver a la vida a uno de los mejores cantantes de la historia del mundo.

Fui creciendo en edad, en picardía y hubo tantos grupos como Devo, un grupo de música Punk, aun, ni sé cómo en plena guerra andábamos en una discoteca llamada “Gato´s” en el edificio Balam Quitzé; en esa época no hubo una tan sola canción de moda o que estuviera en un baúl enorme que mi familia tiene donde escudriñaba cada disco, desde Beethoven, Bee Gees, los Beatles, Simon and Gargunkel, Michael Jackson con su súper éxito “Beat it”; Donna Summer, y cientos más; ahí me curtí de lo mejor de la música y aun, en este momento recuerdo sin ningún problema qué canción pertenece a tal grupo o viceversa, fue una década de escuchar todo lo que llegaba a mis manos y guardarlas en el alma; era época de la primera novia, no puedo olvidar una canción “With out you”; ni sabía lo que decía pero mientras me hacía una melcocha con mi amor de juventud, esa canción era nuestro himno de amor, épocas bellas.

Llego a la universidad, debo estudiar, sin embargo surge “El Ojo del Tigre”, canción que animaba a luchar como lo hacía Rocky Balboa, mientras hacía ejercicio, era esa canción la que me daba fuerzas y me hacía creer en ser un mini héroe a mis diez y siete años. Conozco a un amigo millonario, no podía faltar Alan Parsons ¡Qué música! ¡Qué sensaciones! Me erizaba escuchar a tan magistral músico.

21-30 años: Tengo muy pocos recuerdos, todo es vago. Estudiaba muchísimo, apenas había tiempo para la música, recuerdo uno de los videos más controversiales en esos momentos, de una cantante de nombre Sabrina, que mientras está en una piscina enseña un seno, eso era algo del diablo, nunca se había visto tal osadía. Ahora, al ver hacia atrás, eso era un video para niños de cuna si comparamos las perversidades a las que tengo acceso en las redes sociales.

31-40 años: Aquí retomé la música como eje de mi vida, empecé a escudriñar, a volver a mis raíces; recuerdo haber asistido al concierto que América brindó en el anfiteatro de la Feria Internacional, esa es mi música; no puedo olvidar una película de Pedro Almodóvar donde el final lo cierra la bellísima voz de Caetano Veloso con “Cucurrucu Paloma”, inolvidable.

40-50 años: Década dolorosa, divorcio, depresión y tantas cosas. La música no existía para mí, quizá me decanté por los cantos católicos, busqué el alivio, el calmante a mis dolores en la visita a misa diaria y por cosas del destino hubo un día en que, no llegó la persona encargada de la primera lectura y en un arrebato más del diablo que de Dios, me preguntaron si podía pasar a leer, ese día abrí un mundo desconocido, me gusta interpretar, saber, vivir lo que leo, sino sucede así, mejor no leo; y empecé a tener un protagonismo pocas veces visto pero aun en la iglesia hay diablas y diablos que en el afán de ser ellos los que sean reconocidos, empezaron a marginarme, preferí irme a la última banca, lugar al que pertenezco en este momento. Dejé las luces y vivo en las penumbras.

50-60 años: La Rocola.

*Médico salvadoreño

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