¡Traigan otro balde! El Valiverguismo como corriente filosófica

Por: Francisco Parada Walsh* |

Existen tantas corrientes filosóficas que van desde el realismo, el escepticismo, el dogmatismo, el racionalismo, el empirismo, el criticismo, el positivismo y tantas más, sin embargo ni Johan Peterson ni Zizek han escuchado sobre  una nueva corriente filosófica que nace en El Salvador de Qué, ese país inventado, esa independencia ficticia y ese odio verdadero; no puedo entender que después que son asesinados sesenta y dos hermanos, nada nos sacuda, nada nos haga revisar qué hacemos por nuestro país, si quiera rezar, tan solo poner en oración a esos jóvenes, mujeres y padres de familia que fueron asesinados con un lujo de barbarie indescriptible; al contrario, los comentarios en los grupos de conversación se columpiaban desde: ¿Y que no son setenta y dos? Y otros, ¡Fusilen a los pandilleros en el estadio Cuscatlán! Y los creadores de esta nueva corriente filosófica emitían sus premisas: ¡Traigan otro balde! Pero ¿Cómo hemos llegado a esto por amor a Dios? No se trata de involucrar religiones sino entender que ese día fueron sesenta y dos hogares los que dejaron de serlo; el llanto baja por las paredes, el dolor es la cobija que arropa a esos dolientes; no importa si es o no pandillero ¡Es humano! Pero al salvadoreño promedio poco importa el sadismo de esas muertes ni la violencia que nos azota; nunca en la historia de El Salvador se habían asesinado a tantísimas personas y que, en vez de siquiera pensar en lo que sucedió se le dé rienda suelta a mi necesidad de emborracharme y ver aquellos bares, restaurantes y más a reventar solo dice lo enferma de nuestra sociedad.

Un padre que debe salir a cenar con su familia mientras el país gime de dolor y no hay una pizca de respeto por y hacia esas muertes, solo ratifica que tenemos lo que merecemos.

Recuerdo que hace unos años, en Nueva Zelanda cayó a tierra un globo aerostático y fallecieron tres personas, así fueron los días de duelo decretado por el gobierno; y quizá le dé la razón al ejecutivo pues sería la de pasar de duelo en duelo, de pesar en pesar desde que empieza el año hasta que, finaliza.

El Valiverguismo es nuestro padre y la indolencia nuestra madre y nosotros somos monstruitos, pequeños gismos, perversos chuckys, que formamos parte de ese colectivo llamada “la Ciudad donde todo vale Verga”; no encuentro otro apelativo, un día pensé que el borreguismo sería el tope de nuestra maldad o sencillez pero no; que se mencione a dios como testigo que no se le dará ni un grano de arroz a un pandillero detenido solo dice que, la doble moral, es la regla y aun, dudo que haya doble moral; todo está armado de tal forma que, lamentablemente en mi perversa mente, entiendo los alcances de estas muertes, de que la vida no importa y que la perversidad de todo un sistema está cada día más envalentonada para salir con la suya y poco vale el dolor de un país.

¿Quién se acuerda del alto costo de la vida, del bitcoin, de los ancianos masacrados en el asilo Sara Zaldívar, de las personas que murieron en los albergues, de los quince millones retirados cada día por siete meses del Banco Central de Reserva, de que no existirá ni aeropuerto ni tren, que el país quebró, que en la Fuerza Armada se entrenan pandilleros, que la corrupción es el menos de los males que nos aquejan, que el odio debe ser mi sello? ¡Nadie! Mientras escribo estas líneas, es un día domingo, todos regresan del mar, “Qué vacaciones más ricas pasamos, papi; papi, bien lindo el tobogán donde nos subimos” bla, bla, bla mientras la escalera al cielo de Led Zepellin da chance a que esos sesenta y dos hermanos caminen despacio, algunos llevan sus cabezas entre sus brazos, otros intentan ponerse los sesos en su lugar; otros, tratan de evitar que sus gargantas degolladas dejen salir correntadas de sangre azul y blanco y mientras ¡Tráigame otro balde! Y pregunta el mesero: Y de bocas ¿Qué va a querer? Y es la familia valiverguismo quien responde: Una docena de indolencia, unas costillitas de gozo, tráeme un plato de morbosidad, eso sí, sin chile y ¿tenes sesos guisados?

*Médico salvadoreño

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