La Dictadura del Proletariado

Quizá suene algo absurdo. Imaginamos que las dictaduras son creadas por poderes superiores que quieren ver a todo un pueblo sometido por el hambre, la violencia, sin opciones para nada; sencillamente un pueblo taimado, hambriento, obediente, sumiso y sin rumbo.

Por: Francisco Parada Walsh*

Así se presentan las dictaduras donde el opresor es el bravucón, el de largas peroratas, el que, vino para quedarse mientras el pueblo sufre, gime, llora.

Amo  revisar la historia, los dictadores han existido desde la invención del mundo, aun Jesús, sigue dictando mi vida y condenándome al averno por mi conducta, quizá él sea un buen dictador pero tenemos a Idi Amín que se comía el hígado de sus enemigos, Hussein, Hitler, Franco y tantos más, al final, pueblos en apariencia desarrollados quizá en cuanto a tecnología y en aparentes libertades sociales pero incapaces de quitarse el yugo de una dictadura; y de dictaduras a dictaduras hay unas que son perfectas, silenciosas como la dictadura  suiza, en los países nórdicos donde se está regido desde nuestro nacimiento hasta qué vamos a estudiar, el débil para fuera, para el gimnasio, el hábil e inteligente a la universidad.

Dictaduras perfectas solapadas por engañosas libertades. Sin embargo la peor dictadura es la del proletariado donde aún, el pobre es sometido a seguir siendo pobre, sin esperanzas de aspirar a ascender en esa ilusoria escala social, y a lo único que puede aspirar es cocaína, no más.

Nuestro país refleja a La Dictadura del Proletariado donde el sindicalista recibe dinero y calla, donde el médico recibe una sanción por otro médico pobre y calla, donde el soldado y el policía golpean hasta la muerte  a un joven pobre como él y todos callamos.

El dictador del pueblo ni cuenta se da que existe una dictadura del pueblo, del pobre donde el pobre jode al pobre, donde poco importa lo que suceda en ese ambiente, todo queda relegado a que uno mismo debe interponerse entre el otro, el bienestar de mi hermano es mi malestar y si puedo detener su avance, ocuparé las trampas que sean necesarias y así camina El Salvador.

Pocas veces había reparado en que tenemos dos dictaduras, una que es algo insano y de corto tiempo pues no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista y está esa dictadura eterna donde siempre seguiremos en esa lucha donde la dominación de un pobre por otro pobre es a muerte, poco se repara en los que verdaderamente has saqueado históricamente el país, dudo que un oficial del ejército sepa los nombres de las 23 familias oligárquicas que, con su venia ponen y quitan presidentes, los aceptan, los toleran siempre y cuando no se les toque ni un cinco de sus capitales; esa oligarquía que es una nefasta dictadura es intocable, intratable y quizá hasta en eso, tenemos los peores ricos de América latina donde el pueblo es irrelevante, es mudo, ciego, sordo y patojo para más joder; mientras nosotros deseamos avanzar y luchar contra una dictadura que ha venido a borrar la historia a un país de por sí un poco perdido, nos vemos en la necesidad de que, nunca podremos luchar contra tal dictadura, caen por historia o decisiones de los gringos pero jamás porque hay un pueblo que ama la libertad; poco a poco vivimos en una cárcel, quizá algo grande pero cárcel al fin donde se estratifica al pobre, es el pobre que, ante su indiferencia sufrirá las consecuencias de su indiferencia, nunca su objetivo será luchar por recobrar el terreno perdido sino, que todo se limita a ser sometido no por el poder sino por el joder, por ese joder de un pobre que, quizá en su trastocada mente jamás entenderá que nació pobre y morirá más pobre.

Recientemente mientras esperaba unas medicinas platicaba con unos nativos de la zona alta, preferí callar ante el desconocimiento de la realidad, poco importa el rumbo del país, el altísimo costo de la vida, las masacres por decenas mientras, que no falte la cerveza y creen a ojos cerrados las cadenas nacionales y tan triste es vivir en la dictadura del proletariado, que aun, profesionales no logran ver el bosque, apenas el árbol.

Así las cosas, me aterra formar parte de esa dictadura, poco puedo hacer, pues sé que nací para pertenecer a ella, lo único que se me ocurre es permitir que mi prójimo vuele, que se recupere de una dolencia y hacer de esa consulta, un paraíso, en el sentido de respeto, de ayuda, de verdad.

Lo demás, ni naciendo un millón de veces cambiaría algo,  así está instituida la dictadura del proletariado donde es el pobre el que manda, el que ordena, el que reprime y no sabe que, para la otra dictadura, él no existe ni existirá.

*Médico salvadoreño

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