Economista graduada de la UCA, Laura Salamanca, se ha desarrollado, en los últimos 10 años, al servicio de la promoción y defensa de los derechos de la niñez y adolescencia, desde diferentes áreas de UNICEF.
Este compromiso social lo ha desarrollado desde que era estudiante universitaria, donde dedicó parte de su tiempo al trabajo comunitario en Guarjila y Arcatao. En esta entrevista nos habla acerca de su desarrollo laboral y el compromiso como profesionales para convertirnos en agentes de cambio para niños, niñas y adolescentes de Latinoamérica.
Si retrocedemos en el tiempo, al momento en el que decide realizar estudios universitarios, ¿qué le motivo estudiar en la UCA?
Yo estudié mi bachillerato con jesuitas en el Externado San José, eso me marcó. Entonces estaba acostumbrada a estudiar bajo cierta metodología, cierto enfoque, mi idea también era continuar la educación jesuita. Pero quisiera comentar algo, en el contexto salvadoreño no siempre se tienen oportunidades para ingresar a la universidad, en las universidades privadas no habían programas de becas como las que existen hoy en día.
Estudiaba en el Externado San José bajo una modalidad subsidiada, con un gran esfuerzo de mi mamá, una madre soltera, soy la segunda de cinco hermanos. Para poder entrar, recibí el apoyo de un profesor del colegio, Rigoberto Contreras. No tenía para inscribirme, pero esta persona salvó mi futuro. Me ayudó un par de meses mientras buscaba un trabajo a medio tiempo, para poder pagar mis estudios.
¿Trabajó y estudió?
Siempre estudié de noche. Trabajé en la universidad en un proyecto juvenil que se llamaba Casa de la Juventud, con un profesor que le decíamos Káiser (Julio César Sosa S.J.). Después trabajé en Fe y Alegría. Siempre realicé actividades que me permitieran pagar mis estudios. Pero obviamente mi motivación principal era continuar la formación jesuita que traía desde el bachillerato.
¿Qué es lo que más recuerda de la universidad?
Recuerdo mucho al P. Ibisate. Él fue mi profesor en Introducción a la Economía y en varias materias, luego cuando regresé de mis estudios de postgrado en Chile, le ayudé un semestre a dar la materia porque estaba enfermo. Él fue uno de los docentes que me abrió perspectivas sobre el mundo. La otra persona se llamaba Aquiles Montoya, él era el profesor de Economía Política, justo hoy lo estaba recordando por sus explicaciones sobre formación económica social, que te ayudan a entender los problemas económicos del país. Me ayudó a entender más el contexto en El Salvador y en otras partes del mundo.
¿Qué herramientas le aportó la UCA para su desarrollo profesional?
Hay varios elementos que me han ayudado en mi carrera como profesional. Uno de ellos es la parte analítica, muy importante. Además del acceso a literatura, una de las áreas que más recuerdo de la universidad es la Biblioteca, es un recurso vital para una como estudiante, fomenta la investigación y la actualización de conocimientos. Además, la universidad me dio la disciplina de terminar las cosas, en la UCA aprendí que empiezas algo y hay que terminarlo.
De qué depende el éxito para que un profesional UCA triunfe en el mercado laboral.
Del desarrollo de sus competencias. No tiene que ver con el promedio de notas, sino con la habilidad y buena actitud que uno tenga al trabajo. Por ejemplo, soy disciplinada y termino las cosas, tengo una visión abierta y soy flexible, tengo la capacidad de adaptarme a diferentes situaciones porque en el ámbito laboral cada vez debes ser más flexible. Mi recomendación a los profesionales recién graduados es que deben estar pendientes de la actitud y tener noción de la realidad, cada vez el mundo es cambiante, finalizamos la universidad y creemos que vamos a tener el puesto de gerente y no es así. Es un proceso y cada trabajo tiene su valor. Eso tiene que ver mucho con el pensamiento de Ellacuría, no importa cuál sea, hay que valorar el trabajo que hagamos.
Dentro de su trayectoria profesional ha desempeñado diferentes funciones, como gerente, directora, consultora, analista, también ha ocupado algunos cargos en UNICEF, ¿nos podría hablar un poco de esta última experiencia y cómo es que llega a Perú?
Empecé a trabajar en UNICEF El Salvador desde el 2012, pronto tendré 10 años en la organización. Inicié en una posición bastante técnica, en el país, monitoreaba la situación de la infancia y adolescencia, trabajábamos en alianza con el Ministerio de Salud. En ese trabajo de recopilación y análisis de datos, uno toma conciencia de como este grupo poblacional tiene grandes desventajas en el mundo. Cuando vemos la escala de prioridades, alguien mayor de edad puede votar, un niño no puede hacerlo, no tienen participación política formal, son excluidos. No gozan de representatividad. En una familia donde existe violencia hacia la mujer, también termina recayendo hacia los niños, esa experiencia fue importante para hacer conciencia de la situación de desigualdad en la que se encuentran.
Luego, busqué experiencias en el exterior del país. Tuve la oportunidad de aplicar a una posición en Panamá, era en el área de planificación para apoyar a las oficinas de la región América Latina y el Caribe. Esto me ayudó a conocer la política de la organización, guiar a mis colegas en sus trabajos de planificación, UNICEF regularmente tiene ciclos de cooperación de 5 años, para ello se prepara un documento de programa, parte de mis funciones era apoyar a los países en su tarea de planificar, lo cual va amarrado a metas y evidencias de resultado. De esta forma, se apoya a los gobiernos y a la sociedad para que cumplan con la convención de los derechos de la niñez.
En mi trabajo escalé de manera natural. Pase de una función, en El Salvador, de monitoreo a hacer la función de planificación, es decir, formular una respuesta programática. Esas dos funciones ahora son muy importantes en mi trabajo en Perú como Representante Adjunta. Tengo la responsabilidad de velar que la respuesta programática nos ayude a mejorar la situación de la infancia y adolescencia.
¿Qué ha sido lo más difícil de coordinar en esta experiencia profesional?
Los primeros años sufría, porque toda organización tiene reglas y políticas que podrían parecer rígidas. Lo más difícil es el tema de la estandarización, ya que como organización global, nos regimos por normas estándares en cualquier parte del mundo. Las reglas se aplican a todos, no importa el contexto y a veces los contextos te determinan mucho cómo trabajar. Casi siempre pasa que es necesario atender y aterrizar un poquito la norma, la guía, la política y eso al principio cuesta. Requiere más esfuerzo para cumplir el procedimiento y la guía, pero con el tiempo se asume con mayor tranquilidad y uno deja de frustrarse y logra articular el contexto con la misión de la organización.
¿Ya tiene bastante tiempo en Perú?
Acabo de llegar. Viajé en febrero, tengo un poco más de 15 días. Pero estoy en el cargo desde agosto del año pasado. Por pandemia no pude trasladarme antes.
¿Fue un reto coordinar su trabajo de manera remota?
A pesar de que América Latina nos parece todo igual, hay diferencias bien marcadas en costumbres y estilos de vida de cada cultura. Además, cuando estaba en la oficina regional en Panamá, durante la pandemia, no solo atendíamos los países de América Latina, también al Caribe que es muy diverso, existen países donde se habla inglés y otros francés, como Haití. En el caso del Perú, mi experiencia de trabajo remota fue diferente, quizás sí me limitaba entender más el contexto, por eso realicé varias misiones para entender mejor la situación.
Ya que hablamos de diversidad, cómo analiza los derechos de la niñez y adolescencia en Latinoamérica
Hay un reto que es común, el tema de la violencia. En Centroamérica es mucho más complejo por el tema de migración y pandillas. Pero eso mismo se encuentra en Colombia, Venezuela, hay un riesgo mayor de niños y niñas siempre por la violencia aquí en Perú. La mujer sufre violencia, pero en ella también sufre la niñez, de una manera, hasta más cruel y con mayor impacto en su desarrollo. Otro fenómeno común, es el tema migratorio de niñez no acompañada. No es solo un fenómeno desde Centroamérica a Estados Unidos, también, por ejemplo, en Sur América hay muchas familias que salen de Venezuela, y que están continuamente migrando hacia Colombia, Ecuador, su destino final muchas veces es Perú o Chile. Ahí encuentras familias, mujeres y niños caminantes, el fenómeno está en América del Sur y es una tendencia mundial.
Respecto al COVID, ¿cómo afectó la pandemia a la niñez?
No han tenido acceso a la escuela por casi dos años, en la mayoría de los países de la región. Esto ha tenido un impacto grande en la salud mental, problemas de ansiedad, depresión, hay consecuencias que hay que atender. Los niños y las niñas han pasado encerrados y ahora han quedado encerrados en su cabeza, no salen de la habitación, quedaron atrapados con los videojuegos, conozco casos de niñas que quedan atrapadas en un círculo individual con dificultades para interactuar socialmente, tener amigos, y de sentir que nadie los quiere… es decir, pesa y tal vez no lo vemos, ni le damos la importancia requerida.
Lo otro es que los aprendizajes a distancia no son lo mismo y los sistemas educativos no estaban preparados para hacer este salto de educación. Por ejemplo en Perú, como en otros países, también afectó no solo la salud mental, sino que también aumentó la pobreza. Porque los grupos donde hay menos ingresos como el del sector informal, sobrevivieron, pero tuvieron menos oportunidades de empleo y los niños de esas familias fueron los más afectados, así como su aprendizaje. Los gobiernos priorizaban la salud de los adultos, COVID ha sido injusto para la salud de la niñez porque para obtener vacunas para COVID o para atender la salud de los que estaban en los hospitales se descuidaron los controles prenatales, seguimiento del niño sano, esquemas de inmunización de infantes, todo esto se redujo, algunos cayeron en desnutrición, entonces los países bajaron esos indicadores que ya habían avanzado antes de COVID y eso fue de los impactos más grandes a la región.
Esta entrevista la van a leer profesionales de distintas áreas, no solo de la UCA, también de otras universidades, me gustaría saber ¿qué podríamos hacer para mejorar las condiciones de vida de la niñez en Latinoamérica?
Requiere de compromiso de nuestra parte, para mí hay algo que aprendí con la formación jesuita, hay cambios estructurales, sociales, grandes; pero también hay cambios individuales y nosotros mismos somos parte de ese cambio individual. Hablo de ser no solamente profesionales, sino también agentes individuales comprometidos con el cambio, tener esa perspectiva analítica y visibilizar el problema. Tener esa mirada y compromiso de demostrar con nuestras acciones y discurso la capacidad de influencia en el otros, con las redes sociales lo podemos, hacer, tenemos otros mecanismos sociales que permiten influir y no solo es espacio laboral, podemos generar conciencia ojala individual, social y estructural que sería el cambio más fuerte y con mayor impacto.
Fuente: https://uca.edu.sv