Culpar a la víctima culpable

Aunque pocos puedan creerlo, Argentina tiene mayor cantidad de indígenas que Brasil tanto numéricamente como en porcentaje población. De acuerdo a los datos estadísticos de ambos países más de medio millón de personas en Argentina se reconocen como tales frente a quinientos mil de Brasil, tengamos en cuenta además que el país amazónico supera casi cinco veces la población argentina.

Por: Marcelo Valko*

Pese a esta realidad, Buenos Aires hace más de un siglo instaló la idea de la “excepcionalidad argentina” asegurando que todos por estos lares venimos de los barcos, es decir somos descendientes de europeos blancos, y por ende poco tenemos que ver con el resto de Latinoamérica.

No hace mucho el mismo presidente, el peronista Alberto Fernández reafirmó el concepto al asegurar “los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos, y eran barcos que venían de Europa, y así construimos nuestra sociedad” (Perfil, 09/06/2021). Más allá del conflicto diplomático que causó con países hermanos, su cita no hace más que verbalizar ese excluyente imaginario nacional.

En medio de duros conflictos por la tenencia de tierras ancestrales de las comunidades, la nueva estrella de la ultraderecha acaba de proponer en el Congreso derogar la ley 26.160 que tiene precisamente la finalidad encontrar una solución a la emergencia territorial de las Comunidades Indígenas en el país. Es una Ley Nacional sancionada a fines de 2006 por un plazo de vigencia de 4 años y prorrogada en cuatro oportunidades: 2009, 2013, 2017 y 2021 y tiene vigencia hasta noviembre de 2025. Los fundamentos para derogar la ley se basan en que solo sirve para “amparar las usurpaciones mapuches y es de paraguas para cometer delitos”.

Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que los reclamos indígenas por maltratos, vejaciones, sustitución de cosmovisión y usurpaciones de tierras vienen de muy larga data, podríamos decir que comienzan el 13 de octubre de 1492. Sin ir tan lejos, recordemos los casos de los asesinatos de Santiago Maldonado o Rafael Nahuel1 que tuvieron amplia repercusión periodística convirtiéndose en muertes por goteo para disciplinar precisamente tales reclamos territoriales.

Los legisladores de ultraderecha que hacen tal propuesta de derogación continúan negando por ejemplo la desaparición de 30.000 ciudadanos durante la última dictadura cívico-militar-eclesiastica de 1976. Una de ellos incluso cuando juro como diputada lo hizo “por las víctimas del terrorismo”. Imaginen nomás que hasta un medio de lo más rancio del establishmet al referirse a tal juramento tituló “Negacionismo en el Congreso” lo que no es poco decir (Ámbito Financiero, 07/12/2021).

En un país que hace culto a la desmemoria estos legisladores por desgracia no están solos. Atrás de este proyecto, se enmascaran oscuros, muy oscuros intereses económicos sin hablar de los obtusos que insisten en la extranjería de los mapuches cuando la misma Constitución les reconoce a los pueblos originarios ser pre-existentes al Estado. Sin mencionar el esquizoide planteo que arranca desde la época de Estanislao Zeballos (ideólogo de Julio Roca2) que plantea que los tehuelches son buenos porque nacieron de este lado de la Cordillera de los Andes mientras los mapuches son malvados ladrones por nacer del lado chileno.

Por momentos al escuchar estos malignos intentos de derogación da la impresión que nos encontramos en el fondo del tiempo, en un recóndito laberinto que tira la historia por la borda e insiste una y otra vez en presentar a las víctimas como victimarios, a los usurpados como usurpadores a los damnificados como criminales. La poeta Alejandra Pizarnik tiene un verso para explicitar esta sensación: “hemos descendido el último escalón / el que acaba en la cripta”.

Estamos asistiendo y escuchando espantos ya vistos y escuchados. Estamos presenciando la derechización de buena parte de la sociedad que parece embelesada ante un nuevo profeta que miente desde el vamos y usurpa desde el vamos apropiándose del nombre “libertario”. El huevo que pone la serpiente al comienzo siempre parece inofensivo. Lo vemos en Bolsonaro festejando los desastres cometidos por la dictadura brasilera o en Bukele quien bajo su inofensiva gorrita de beisbolista borronea una matanza siniestra como la del Mozote, o en el candidato de derecha Kast que durante la campaña electoral que lo enfrentó contra Borik reivindicaba lo actuado por Pinochet. Evidentemente estamos lejos de los aires de los ´70.

El intento de derogar una ley que si bien no es una panacea, al menos es un intento por reconocer que no todos los argentinos bajaron de los barcos y buscar una solución a un problema que si se sale con la suya estalla sin ninguna duda. Por suerte existe la memoria y la historia nos demuestra que la lucha sirve. Son tiempos de estar atentos y denunciar cada una de estas maniobras, cada uno de estos síntomas patológicos para desmontarlos y desenmascararlos en cada uno de nuestros países. Solo resta decirle a tanta serpiente y sus huevos que es lento, pero viene…

*http://marcelovalko.com


1- Ambos asesinados por Gendarmería Nacional en Patagonia en el contexto de recuperación de tierras ancestrales.
2- Ejecutor de campañas de exterminio contra indígenas tanto en el sur como en el norte de país durante el último cuarto del siglo XIX.

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