Aunque no es propio de este régimen brindar información confiable en torno a cualquiera de sus emprendimientos, quizás para evidenciar el supuesto grado de éxitos alcanzado por los operativos de limpieza social de la gestión, se sabe que a la fecha el número de detenidos es en torno a los 27, 000.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
De estos el propio ejecutivo admitió sarcásticamente que las detenciones realizadas de modo equivocado por sus escuadrones rondan el 1%, es decir, 2, 700 personas que sin antecedentes de ningún tipo fueran detenidas junto a ladrones, violadores, secuestradores, asesinos, etcétera, de acuerdo a lo afirmado por este y su círculo.
Un cálculo estadístico sobre la cantidad de detenidos y las detenciones equivocadas, arroja una cifra muy por encima de la reseñada por el ejecutivo, que sin duda no realizó como tampoco sus asesores, probablemente entusiasmado por el logro sin paralelo en nuestra historia, que al presente ritmo pronto nos pondrá como la nación con más detenciones por cada cien mil habitantes, por delante de los EEUU, lo que lo entusiasma a tal grado que no considera las implicaciones.
Consideremos finalmente esa, la cifra que ofrece el ejecutivo, sobre la que hay que señalar que de acuerdo a sus mismas fuentes ya arrojó además 11 asesinatos en los penales, los cuales pueden responder a ajustes de cuentas o, por otro lado, al asesinato de inocentes que no quisieron sumarse al terrorismo doméstico.
El tiempo dirá.
Como sea, que sucede con las familias de estas 2,700 personas, que de acuerdo a la misma lectura ofrecida por el ejecutivo no han sido resarcidas, y en el discurso en el que las reconocía, todos apreciamos cómo el ejecutivo no les ofreció una disculpa por la equivocada detención, o menos por las implicaciones que derivarán.
¿Qué implicaciones tiene?
Pérdida de empleo, de la fuente de ingresos que es el sostén de su núcleo familiar en el caso que sea cabeza de familia, o lo que implica en nuestro medio su detención para sus dinámicas interpersonales, que de alguna manera y en alguna medida sufrirán.
Sumemos a ello los prejuicios sociales que ello supondrá para los detenidos injustamente, para sus hijos concretamente, en el barrio, en la escuela, en los espacios en los que transitan.
Añadamos ahora las implicaciones futuras con las autoridades policiales, quienes nunca dejarán de acosarlos, tal cual es la costumbre, al grado que ahora se conocen de casos de familias que han tenido que enfrentar el desarraigo pues en el marco de la actual ola persecutoria, se les ha perseguido al grado del hostigamiento y las amenazas, de las cuales la inspectoría ya tiene algunos casos registrados, así como la FGR, la PGR y la PDDH.
A todos esos salvadoreños y salvadoreñas que hasta ahora tuvieron una ejemplar conducta, ahora les persigue los señalamientos injustos derivados del mayor crimen que estos cometieron: nacer y ser pobres, en el paraíso imaginario construido virtualmente en torno a la figura mesiánica del líder, que no admite la pobreza como parte de su narrativa.
*Educador salvadoreño.