La actual gestión en la administración del trabajo del Ministro Castro, sigue estando cuestionada por propios y extraños, desde dentro del propio gabinete hay intereses e intenciones que no permiten ligar hacia un futuro exitoso en la cartera de trabajo.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
Esta situación no encuentra una labor de provecho para la clase trabajadora que sigue en un camino de empobrecimiento constante—los empleos, si es que existen en la formalidad y registros son siempre precarizados, flexibilizados y en condiciones laborales mínimas, los salarios mínimos y en general mantienen una contracción, lo que impide salir de la pobreza histórica y entrar en una economía productiva que pueda alcanzar el bienestar social y económico para la mayoría y los sectores populares.
La historia recoge la falta de un ministerio de trabajo que funcione con la dedicación plena, con principios, valores, ética y de conformidad a la justicia social y al derecho de la población trabajadora, cuestión que a la fecha sigue siendo una tarea inconclusa.
A tres años de una gestión, y una presidencia un tanto a- partidaria, con características particulares en la forma de gobernar el país y la sociedad, no han sido un factor de peso para darle un giro a la administración del trabajo y cumplir los fines ministeriales en materia de libertades sindicales plenas, mejoramiento en equilibrio y justicia de las relaciones laborales entre el capital y el trabajo.
Un funcionamiento en cuanto a la función de previsión social que no sólo trabaje en pro de los riesgos profesionales—hoy menoscabados, en tanto fuimos afectados por la pandemia del covid 19, y aún no salimos de la crisis y sus efectos en los aspectos de economía de subsistencia, de provisión de alimentos básicos, salud pública plena, sustanciales mejoras institucionales en la atención médico-hospitalaria general y especializada; medicamentos genéricos, especializados y de buena calidad, derechos a maternidad, cobertura de atención, pago efectivo y eficiente de subsidios e indemnizaciones de parte del ISSS.
En cuanto al tripartismo, con graves deficiencias en plantear los intereses más equitativos de la parte laboral, sin capacidad y poder para anteponerse a los intereses empresariales que siempre buscan su beneficio particular y no de país—y representantes de gobierno ajenos a una realidad opositora a una economía de concentración, acumulación de la ganancia, desvinculados y poco capaces para una interlocución en pro de intereses de país, antes que por grupos empresariales élites, económicos y dominantes.
No hay un trabajo en estos tres años, por un tripartismo que concilie, sin humillarse al poderoso, los diversos intereses y resuelva el problema estructural de la forma de producir bienes y servicios, salarios mínimos que no se discuten, no resuelven la economía de la gente y son impuestos desde arriba.
Una institucionalidad tripartita que mantiene una actividad estéril e infuncional en la toma de decisiones y de acuerdos, en tanto prevalecen los intereses sectarios y mezquinos, además de personales, totalmente ajenos a la colectividad laboral que espera resultados que mejoren su economía y cambien su vida propia y familiar.
Estamos estancados en la mejora de la educación en general, técnica, universitaria y profesional, lo que no contribuye a la formación y capacitación de una mano de obra calificada que trabaje la economía productiva que necesitamos en las condiciones de país que vivimos. INSAFORP, sigue en dominio por intereses de élite, que no permite el progreso profesional de la gente trabajadora, continuamos con la industria maquilera de confección de prendas de vestir, muy básicas, como mejor opción productiva y de exportación, con fábricas de poco desarrollo, ni horizontal ni vertical, bajos salarios, que involucre la potencialidad laboral para dirigir la producción de las empresas en la industria, la agroindustria y los servicios de apoyo a dichas empresas.
La cartera de trabajo, no ha logrado en estos tres años, una incidencia que equilibre las relaciones laborales entre quienes tienen los medios de producción y los asalariados que venden su fuerza de trabajo. La plusvalía alcanzada en algunos sectores económicos como la banca, lo financiero, las comunicaciones, la fabricación de azúcar y comercio exportador entre otros sectores, es obscena e impide alcanzar una redistribución de la riqueza producida por la gente trabajadora.
Y es allí donde el actual gobierno ha fallado, en tanto la economía con prevalencia del mercado sigue en pie y dejando en un empobrecimiento mayor, y por los vientos que soplan la medicina sigue siendo amarga, en tanto la crisis sigue impactando y se avecina ser de mayores proporciones, resultado de los efectos y consecuencias en el mercado mundial.
*Sindicalista salvadoreño