La República Federal de Alemania le dio un golpe definitivo a la política pacifista de ese país, establecida tras la derrota del régimen nazi y el final de la II Guerra Mundial, que devastó a buena parte del planeta y causó millones de muertos en la primera mitad del siglo pasado.
Por: Guillermo Alvarado
Con el apoyo entusiasta de los partidos de gobierno y una parte de la oposición, el Parlamento aprobó una partida por el monto extraordinario de cien mil millones de euros, unos 107 mil millones de dólares, para la modernización del ejército en todas sus ramas.
Se trata de la suma más grande destinada a este propósito desde que Adolfo Hitler rearmó al país tras tomar el poder, así como la confirmación del deseo alemán de convertirse de nuevo en una gran potencia militar, no sólo en la Unión Europea, sino que más allá.
El pretexto, que fue repetido por los grandes medios de información del Viejo Continente, es la guerra en Ucrania y el poderío bélico ruso, pero eso en realidad es sólo una pantalla porque es un proceso iniciado hace décadas.
Desde que el 3 de octubre de 1990 Alemania occidental engulló, no unificó a la República Democrática Alemana, se comenzaron a sentar las bases para una presencia fuerte en la OTAN y una alianza estrecha con Estados Unidos.
A pesar de que seguía plasmado el principio constitucional de la no intervención del ejército alemán en países fuera de la OTAN, en la práctica esto pasó rápidamente a ser papel mojado.
En 1992 militares de ese país desembarcaron en Camboya, supuestamente para llevar ayuda médica y contribuir con la policía local. Más tarde, en 1993 participaron en los vuelos de reconocimiento de la OTAN sobre Bosnia.
La investigadora de la Universidad Externado de Colombia, Martha Lucía Quiroga señala que finalmente, el 30 de junio de 1995 el Parlamento Federal aprobó por mayoría el envío de tropas de combate a la antigua Yugoslavia, lo que rompió la tradicional política exterior y de seguridad.
En 1999 el canciller federal Helmut Kohl tuvo un papel decisivo en la incorporación a la OTAN de Polonia, República Checa y Hungría, o sea la ampliación de este grupo belicista hacia el este, donde está la raíz de la actual crisis militar que camina peligrosamente a otra guerra mundial.
Tras los atentados en Estados Unidos de septiembre de 2001, Alemania se incorporó a la presunta cruzada contra el terrorismo y formó parte de la coalición internacional que ocupó Afganistán durante veinte años.
Por allí va esta última decisión, que no tiene nada que ver con Rusia, sino con el afán de una antigua potencia de ocupar de nuevo un lugar preponderante en el mundo, al que ya hizo crujir dos veces en el siglo XX.
Fuente: Radio Habana Cuba