La economía refleja una realidad difícil para quienes deben vender su fuerza de trabajo por un salario, los que representan una categoría cada vez más estrecha, los salarios no alcanzan, se atrasan por razones patronales, y no cumplen la razón de ser: un sustento satisfactorio y pleno para alcanzar una vida de bienestar, en tanto sirva para satisfacer las condiciones materiales de existencia de manera favorable. Es decir, una microeconomía pujante para alcanzar un poder adquisitivo siempre disponible para dinamizar las zonas económicas que lleven progreso a la comunidad que tanto lo necesita.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
La medicina amarga, fue la principal cortina de humo para involucrar a la población de más bajos recursos a que se mantenga esperando, que aguante hambre hasta desmayar. El período de una economía de subsistencia fue duro (durante la pandemia), para la gente de escasos recursos, que aún no recupera su poder de compra.
El apoyo político de la gente es necesario para seguir en una brecha que trae beneficios económicos a muy pocos en detrimento de muchos, ahora conformados por el discurso presidencial que domina y persuade a seguir con una economía débil y en favor de los que tienen más—las élites dominantes aprovecharon la coyuntura de la pandemia y consiguieron pactar, para beneficio de sus respectivos negocios, son grupos que no ven disminuidas sus ganancias, aun cuando nos encontramos en una coyuntura económica con problemas.
Ese trato con ese grupo empresarial, determinó el compromiso de aceptar apretarse el cincho para los de abajo y continuar acumulando para los de arriba, sin una redistribución importante en la riqueza producida. El Presidente Bukele, después de granjearse la voluntad popular, decidió darle rumbo a otros temas que mantienen engañadas a un número importante de la clase trabajadora—con respecto a la seguridad ciudadana y abarcó un tanto tocar la corrupción sui generis, para esconder la acción de impulsar una economía en su favor, a través del manejo unilateral de las finanzas públicas, y disposición de un gobierno concéntrico, que concentre el poder en el clan familiar principalmente, y vaya manejando otros círculos de menos poder, que involucran a funcionarios(as) y empresarios de diverso poder político y representatividad en la dinámica presidencial.
La encuesta de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), determinó como el poder se mantiene distribuido en tanto un 10% es una élite de empresarios y funcionarios que están haciendo dinero; un 30% tiene una mayor formación, son universitarios, empleados públicos, profesionales y otro tipo de funcionarios de gobierno, que son críticos y acríticos (NI); y el grueso está en el 60%, gente de baja educación, comunidades pobres y excluidas, estudiantes, agricultores, sub empleados, son quienes han dado su apoyo a través de su mediática intervención en cuanto a los 300usd, la bolsa alimenticia, los 30usd del chivo wallet.
El asunto de la economía insistimos es algo que se analiza en otra lógica, a pesar de ser lo que la gente siente más directamente, una alta población sub empleada y desempleada son fuerza para apoyar o no una idea o causa de lucha, sin embargo la comprensión sobre la realidad jurídica es débil y de poco conocimiento, mucho de ese 60% se mantiene sin una postura clara sobre lo que implica la realidad en este marco, muchos cuando son afectados directamente, van alcanzando otros niveles de comprensión y análisis—el tema político es algo que marcha lento y es difícil de mediatizar cuando las cosas se salen del control—el estado de excepción es una clara nota que va requiriendo de mayor control poblacional, las movilizaciones se van aglutinando y buscando construir el sujeto social capaz de liderar la causa del pensamiento progresista, de la justicia social, de la democracia de las mayorías.
Acciones de lucha social se van dando hasta alcanzar una liberación definitiva de las ataduras en la mente y corazones de muchos que necesitan liberarse y, llegar al bienestar al que pequeños grupos élites gozan y continúan disfrutando a pesar de las acciones mediáticas presidenciales.
La disputa está desequilibrada, si tomamos los números reales, sólo un 50% cree en la lucha electoral y se afianzan a procesos de votación, que por años no han cambiado la situación de muchos en el otro 50%, que sufren por una falta de solución a los problemas estructurales económico-sociales y políticos que se vivencian día con día.
El empobrecimiento se acrecienta en mucha de las mayorías que no alcanzan condiciones de vida y de trabajo que les permitan una existencia digna; y los procesos políticos electorales nunca han sido una alternativa popular, por ende la acción de lucha por el bienestar, debe ser construido de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera y con los liderazgos que apunten a una sociedad neo politizada, con democracia participativa y con una economía sostenible y sustentable, como base y en favor de los empobrecidos que deben tener mayor desarrollo humano.
*Sindicalista salvadoreño