El constitucionalista italiano Luigi Ferrajoli, escribe “Poderes Salvajes: la crisis de la democracia constitucional”, en el apogeo del gobierno de Silvio Berlusconi. Ferrajoli expresa, que cuando el poder no está sujeto a la ley, hay un componente de animalidad1.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo
Que se manifiesta en un régimen de absoluta exención de límites. Y cuando el ejercicio del poder se realiza en ausencia de límites, las reglas del juego democrático desaparecen. Se derrumba el sistema político, por la desconstitucionalización, originando un régimen anti liberal, basado en el consenso.
Las violaciones a la letra y al espíritu de la constitución, transforman el sistema político. De esta manera, se legitima todo abuso y se deslegitima la crítica y los controles. Pues para ese régimen anti liberal, el consenso popular, es la única fuente de legitimación del poder político. El rechazo al Estado Constitucional de derecho se debe, a que el régimen anti liberal, no soporta el pluralismo político y constitucional. En el plano social y cultural, esta democracia plebiscitaria, termina eliminando los valores constitucionales, en gran parte del electorado.
Ferrajoli sostiene que la democracia, por su constitucionalismo, hace que los poderes, legislativo y de gobierno, estén jurídicamente limitados. De esta manera, gracias a constituciones rígidas, una ley, para que sea válida, debe ser coherente con las normas constitucionales. Ya no es el derecho el que tiene que estar subordinado a la política, sino que la política, se convierte en instrumento de actuación del derecho, sometida a los vínculos que imponen los principios constitucionales. Ferrajoli presenta cuatro factores en la crisis destructiva de la representación política, debido al proceso de desconstitucionalización, manifestada en violaciones a la carta magna.
El primer factor es la verticalización y personalización de la representación. En la ideología populista, la representación política, tiende a identificarse cada vez más, con la persona Jefe de Estado o de Gobierno. Cuyo resultado es la deformación de la democracia representativa. La omnipotencia del jefe, se convierte en la voz y expresión orgánica de la voluntad popular, descalificando las reglas y los límites legales y constitucionales. Lo que termina siendo anticonstitucional y antirrepresentativo.
La idea de que la mayoría y su jefe encarnan la voluntad de los electores, es una negación de la mediación representativa. En el populismo, el soberano es el pueblo y no la ley. El populismo, es una forma degenerada de la democracia llamada demagogia. El jefe carismático es incompatible con la democracia, porque provoca un debilitamiento, en su dimensión política y representativa.
El segundo factor de la crisis destructiva de la representación política, son los procesos de progresiva confusión y concentración de poderes. Hay una progresiva desaparición de la separación entre los poderes políticos y los poderes políticos, se subordinan a los poderes económicos. Se da un intercambio con los lobbies corporativos, sobre todo, con los medios de comunicación. Se da una relación corrupta y oculta entre la política y la economía, la primera se vende a la segunda y la segunda condiciona a la primera.
La falta de sentido de límite y la desaparición de reglas, han hecho extender los abusos de poder y los negocios sucios. La voracidad de la nueva clase política, hace que la corrupción crezca. Variables de disolución de la representación son, el populismo plebiscitario y la concentración de poderes, así como la utilización de las funciones públicas con fines privados.
Un tercer factor de crisis de la democracia es la perdida de separación entre partidos e instituciones, debido a la creciente integración de los partidos en el Estado. Los partidos han dejado de ser libres asociaciones de ciudadanos, convirtiéndose en instituciones parapúblicas, que gestionan de manera informal, la distribución y el ejercicio de las funciones públicas. Provocando una crisis en el papel de mediación entre el Estado y la sociedad. Se dan conflictos de intereses por autocandidaturas y cooptaciones. El interés personal por conservar el cargo, el estatus económico y social, termina en la sumisión a quien lo ha nombrado y podría volver a hacerlo o revocarlo.
El cuarto factor de la crisis de la democracia política es, la ausencia de garantías de la información. No existen garantías de una efectiva independencia de la información. Tampoco del derecho activo de la libertad de quien hace la información, ni del derecho pasivo a la no desinformación, de quien es destinatario de las mismas. Se da una censura, autocensura, control de las opiniones y de las informaciones. Hay una sumisión a la propiedad de los medios de información, concentrada en pocas manos. En el régimen de Berlusconi, la propiedad de ellos estaba en manos de quién era el titular del máximo poder político. Controlando la información, el poder político persigue la homologación ideológica y política.
La crisis destructiva de la democracia se traduce, en desinformación y despolitización de amplios sectores del electorado. Conduciendo a una sociedad a la pasividad política, es decir, al quiebre de la participación de los ciudadanos en la vida pública. La primera razón es la pérdida de prestigio y credibilidad de los partidos. La segunda razón, la desmovilización de las organizaciones territoriales de los partidos. La disgregación social, es el elemento común de la crisis de la democracia representativa. Debe haber una refundación de los partidos políticos. Una revitalización de la relación entre sociedad e instituciones representativas, para enfrentar la despolitización de la opinión pública y la disgregación política y social.
1- Ferrajoli, Luigi (2011). Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional. Madrid: Editorial Trotta. En: marcelagonzalesduarte.files.wordpress.com/2018/03/poderes-salvajes-la-crisis-de-la-democracia-constitucional-luigi-ferrajoli-pdf-adobe-acrobat-profesional.pdf