El Soldado y el sordo mudo

Todo sucede en un parque. A lo lejos se ve a un joven que se cruza la calle y en la esquina están dos soldados, al ver que el joven se acerca le mandan orden de alto, claro, al estilo salvadoreño: “Parate ai, mono pasmado”

Por: Francisco Parada Walsh*

El joven que es sordomudo no sabe lo que está pasando e inmediatamente les dice hola (lenguaje de sordomudo) y le grita el soldado: “Con que me estás haciendo señas de pandillero, pensas que te estás rifando el barrio, ya te voy a cachimbiar ”; el joven sordo mudo saca de su billetera un carnet que lo identifica como sordo mudo, el soldado se lo arrebata y empieza a leerlo, es el joven quien le hace ver que lo tiene al revés y el soldado sin inmutarse le dice: “Nosotros, los miembros de la Fuerza Armada estamos capacitados para leer de derecha a izquierda, oblicuo y de abajo para arriba”.

El joven sordomudo solo se encoge de hombros, tal movimiento le parece al soldado una falta de respeto y levantando el fusil golpea al joven en el pecho, el joven sordomudo cae al suelo, no entiende lo que pasa, con dificultad se pone de pie y nuevamente le dice hola (lenguaje de sordomudo) y el soldado se va convirtiendo en un energúmeno, y con toda su furia le grita “con que te seguís rifando el barrio”, solo se escucha un golpe seco, el joven sordomudo no puede detener la sangre que sale de su nariz.

Es el soldado quien le dice a su compañero: “Mira, que raro el color de la sangre de este cabrón, no es roja sino azul y blanco”; ambos palidecen, no saben que están golpeando a la patria, al futuro, al valioso; tal confusión suscitada solo sirve para que la violencia se desate, aún más.

El joven sordomudo se lleva las manos a su rostro, sus manos están empapadas de sangre azul y blanco y saca del bolsillo un pañuelo que en un segundo llora sangre azul y blanco; el soldado al ver que el joven sordomudo se intenta limpiar la sangre le dice: “A la autoridad se le pide permiso semejante pundo” y le da una patada en el estómago que hace que el joven caiga al suelo, éste intenta levantarse pero no puede, jadea, y se puede ver que sale de su boca un hilo de sangre azul y blanco, le han roto el estómago.

El joven sordomudo luce tranquilo, representa al amor y a la paz, sus verdugos son otros jóvenes, también pobres como el sordomudo, solo que les hicieron creer que la violencia es lo normal en una sociedad gravemente enferma, que la muerte es vida, que la ignorancia es poder.

El joven sordomudo tiene una mirada perdida, la sangre azul y blanco se mezcla con el agua sucia que corre por una cuneta, apenas respira, apenas ama; los soldados se sorprenden al ver que su uniforme verde olivo poco a poco se va destiñendo, no pueden hablar, están mudos al ver que ahora visten prendas militares de color azul y blanco; sus fusiles se convierten en pinceles, el yatagán es un bellísimo libro de Thomas Mann, sus botas rojas son unas sencillas botas de hule, de esas que se ocupan en el campo.

Es el soldado que le dio vida al joven quien le dice al otro: Este bicho quizá era el mismísimo diablo, mira, estas botas son las que ocupaba en mi cantón, todo nos cambió este cabrón, ¿Cómo vamos a llegar al Batallón con este uniforme azul y blanco, sin fusil y con pinceles? “y con un libro que quiero ver de quién es, el soldado apenas ve que dice Thomas Mann y le dice a su compañero: “Es de don Tomás” y si llegamos con botas de hule, nos zampan arresto”.

Es el joven sordomudo quien en su último respiro habla, oye y perdona; solo se escucha a lo lejos que dice: “Somos pobres, ustedes y yo, que Dios los perdone porque no saben lo que hacen”

*Médico salvadoreño

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