Cualidad de las almas infinitas. Discrepo con el grande Eduardo Galeano quien afirma que la caridad es humillante pues se ejerce verticalmente mientras que la solidaridad se efectúa de tú a tú, en forma horizontal y argumento mi hipótesis que en un país tan pobrecito como el nuestro no se puede estar pendiente que lo que se da al otro viene o va en tal dirección; al final el objetivo es dar.
Por: Francisco Parada Walsh*
He estado en los dos extremos, he regalado dinero, comida, ropa y también me han regalado ropa, comida y dinero y estando tanto en el norte como en el sur, lo único que he sentido es un calor en el alma, un corazón caliente y no sé qué relación hay pero no se pueden contener las lágrimas cuando uno ni espera que algún amigo regale un dinero cuando más hace falta.
Llamo caridad, cualidad de las grandes almas pues conozco a varias personas que en el mayor anonimato sirven al necesitado, decir los nombres de ellos sé que no les agradaría y para entender que para mí la caridad no es humillante, solo viviendo en un país tan único, tan sui generis, tan perverso, malo y pobre es que se entiende que, la pobreza tiene olor, quizá es una hediondez divina, si, esos señores que caminan largas distancias para traerme alguna fruta, sé que no vienen por darme sino por llevarse algo, y ese algo es dinero contante y sonante; cuando escucho a la pandilla canina ladrar como locos sé que el amigo requeté pobre se acerca, su vestimenta remacha su condición de no existencia, lamentablemente esa marca se hizo en El Salvador de Qué y dice ¡Pobre por siempre! Y en esos segundos que hacemos el trueque, pienso en que en un par de años podría andar así, de la seca a la meca en busca de un par de centavos, nada está escrito y por eso invierto en ellos, pensando que puedo ser yo el que ande de puerta en puerta y sé que habrán timbres que tienen las baterías muertas, ya no suenan en la casa del amigo, no quiere saber nada de alguien al que él no puede sacarle nada; así camina el mundo y por eso tengo como un deber cumplir al pie de la letra una demoledora frase que el padre del ex presidente Flores, mi gran amigo Ulises “La Pepa” Flores me dijo una vez que se me trabó la carreta en el pago de un mes de alquiler de mi clínica ubicada en la Plaza San Benito (Pongo el nombre sin afán de jactancia, no, es lo menos, es para que el lector sepa que bailaba en otra pista) y que, bastó una llamada para que, él, me regalara esos cinco mil colones y decirme: “Nunca olvides que el que da a tiempo, da dos veces”.
Frase para nunca olvidarla. Somos demasiados pobres para apenas suplir algunas necesidades, no puedo criticar al que tiene y quizá algo que nunca entenderé es eso del diezmo pues, nadie cumple, nadie.
Quizá en mi evangelio personal las cosas sean fáciles de entender pues ejercer la caridad debería ser imperativo en nuestras vidas, no escribo por ni para mi sino que las más grandes satisfacciones que he vivido vienen de la mano de algún amigo que me tendió un puente cuando el rio destruía mi fe y me volvía un huérfano de la vida, cuando ese amigo se metió la mano en la bolsa izquierda de su camisa y me regaló 7.500 colones cuando ni por cerca iba a visitarlo por pedir algo; esos amigos no son amigos, son ángeles que ese dios al que no le creo mucho, puso en mi camino y es entonces que tengo una subida de fe, algo así como que se me subió la glucosa y estoy siendo un fiel por momentos, luego me convierto en un infiel en todo sentido.
¿Caridad o Solidaridad? No quiero saber la definición textual, prefiero vivir las dos palabras en su mayor intensidad, quizá deba aclarar que cuando uno se encuentra tan jodido poco le importa si lo que se ejecuta es caridad o solidaridad, lo que me importa es que ese día tendré qué comer gracias a un amigo o seré afortunado de poder servirle a otro. Al invisible.
*Médico salvadoreño