He descubierto que me enloquecen de felicidad mis canas y las incipientes arrugas y marcas de la edad que en mi rostro aparecen sin tregua. Tengo 45 (no está para saberlo, ni yo para contarlo, como decía la Chimoltrúfia) y para algunos puedo parecer muy vieja y para otros todavía joven. Todo depende del crystal con que se mire.
Por: Claudia Viveros Lorenzo
Lo que sí es que cada día soy más feliz con los años y la vida acumulada. Tengo muchos conocidos que el tema les aterroriza.
Hay quien se pone botox, se meten cuchillo (cirugías estéticas) y quienes se pintan el cabello. Y es valido, yo lo hice por 15 años, y este 2022, ha sido mi año de transición a las canas. Yo no dudo que la juventud fue linda, y que sentirnos bien con nosotros mismos es importante, y me parece fabuloso cuando veo a alguien de mi edad de pronto refrescarse el rostro o con figuras envidiables.
Todos debemos preocuparnos por nuestra imagen. Lo que no entiendo es el pánico por envejecer. Hay quienes se incomodan con el adjetivo de señor o señora, y qué les digo, si se me ocurre señalarlos con un Don o Doña. Y en mi cabeza saltan las preguntas sobre cuál es el problema, con aceptar el paso del tiempo.
Lo único que no podemos detener es el reloj. Pero lo que si podemos es vivir al máximo y explotar cada uno de los segundos que se nos otorgan en esta novela que a cada uno nos toca vivir de diferente forma llamada vida.
¿No se acuerdan que de pequeños la mayoría quería ser grande? Ahora resultan que todos se aferran a ser jóvenes. Que hay de malo con aceptarse tal cual. Y no es que tengamos que volvernos irremediablemente obsoletos, al contrario, el paso del tiempo no vuelve piezas de antigüedad, si, y quizá le pueda sonar tremendo al leerlo, pero recuerde que estas son siempre preciadas y de mucho más valor ante cualquier cosa de nueva producción.
Me encantan mis años, soy una señora y sí, me estoy convirtiendo en una Doñita a mucha honra y con mucho orgullo. Lo bailado nadie me lo quita. Lo importante es siempre poder mirar hacia atrás y poder agradecer, sonreír con lo experimentado y saber que se cuentan con más herramientas para seguir caminando al futuro.
La sociedad y el sistema, ha construído un mundo para jóvenes, para gente sana y 100% apta a cualquier circunstancia y el tremendo problema es que no nos queremos enterar que la vejez para todos ahí está y en lugar de sobrevalorar la juventud, aprender a apreciar los años acumulados y la experiencia. Es urgente re educarnos en este sentido y hablar del tema con más naturalidad y menos rechazo.