Poemas de Luis Arnoldo Colato: «¡Un fantasma escapa de mí!». «Amenazas».

¡Un fantasma escapa de mí!

Un fantasma escapa de mí,

huye,

me evade,

escabulléndose vaporoso entre los rincones oscuros de nuestra vieja casa…

Ahí donde le busco retira su rostro,

Impidiéndome verlo al acecharlo,

Sabiendo que lo sigo,

que busco alcanzarlo,

jugando mientras se esfuma, mientras se burla de mis torpes intentos,

dejándome atrás sin encontrarle,

impidiéndome hallarlo,

negándome hallarlo…

…porque ahí afuera un fantasma huye de mí,

recorriendo los pasillos de nuestra vieja casa,

reencontrándose con ella,

visitándola de nuevo luego de una larga ausencia,

Acomodándose como el primer día que entrara en ella,

hace más de medio siglo ya,

para luego partir,

y hasta ahora regresar…

Parece que seguirá su juego,

ése que es para él una diversión

Y para mí solo angustia…

pues el fantasma que huye de mí, aguarda por mí,

y me lo recuerda

en sus idas y venidas por la vieja casa,

donde en mi niñez me guiara

con voz segura y ejemplo firme,

para luego dejarme ir desde el dintel de nuestro hogar,

su niño hecho hombre que luego regresara

para descubrir en su partida,

la mortalidad de los hombres…

…y ahora con esa conciencia, con la que solo de golpe

afianzará en mi la partida de mi Padre,

busco en los rincones de nuestra vieja casa la sombra de quien fuera mi Padre,

y es ahora un fantasma que me rehúye riendo,

Mientras yo, aún niño, le busco como entonces cuando jugando a las escondidas en nuestra vieja casa, mi Padre, el hombre, jugó con su hijo, el niño…

Presagiando entonces esta nueva búsqueda por él…

…el fantasma que huye de mí…

 

Amenazas.

…Xo me llama a casa, en los bosques de Kamchatka, donde realizó una labor para mí felizmente satisfactoria: catalogar, observar y proteger la flora y fauna de la región más extremeña de la península.

La conversación es singular, pero también de carácter alarmante.

“¡Papá!, por favor ve mañana a la central del transiberiano a las seis, a recibir a los niños; ¡llegan todos!, los de Met y los de Yei, junto a los míos.”

“No podremos ya comunicarnos, pues me integro en instantes a la brigada médica del primer distrito, Yei habrá embarcado ya para integrarse a su batallón, y Met se está sumando al Ministerio del Interior, en el desarrollo de tecnologías militares».

¿Desde ya?

“¡Ahora mismo, en estos justos instantes!, podrás empero aún hablar con Met, los próximos 15 minutos.”

“Yei sin embargo, fue ya incomunicado, pues toda su división se moviliza sumándose a las escuadras del Mar Negro”

Esperaba se resolviera

“No Papá, se impuso la sinrazón”.

Los amo hija, diles que les bendigo y que se cuiden, que los espero a su regreso.

“¿Papá?”

Dime hija.

“¡Te Amo!”

“Por favor cuídalos”

“Sin duda nos veremos de nuevo y contaremos riendo esta historia”

Sí hija Linda.

Adiós.

Mi mujer atisbo a escuchar ese último adiós atareada en sus labores y mientras prepara la cena.

¿Qué dicen?

¡Nada!

A la mañana siguiente, en el andén de la estación, envuelto en la bruma del amanecer, mientras me ajusto el Gorka y apuro el chocolate caliente de mi termo, veo sin ver a las personas en sus idas y venidas, conscientes y considerando en silencio lo que yo también sé: ¡Se avecina el infierno!

A lo lejos se estaciona el tren, en medio del barullo silente de la máquina los veo bajar, junto a las gentes que se mueven en su entorno, destacan, ¿cómo no verlos a los seis?, sonriendo, felices y corriendo hacia mí, ausentes de todo, libres de la carga que es saber.

Entonces, aúllan las sirenas.

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