Para el psicólogo polaco, Andrzej Lobaczewski, el centro de la maldad personal y social es la psicopatía. Robert D. Hare, psicólogo canadiense, califica a los psicópatas como depredadores. Son personas que fascinan, pero, son manipuladores y actúan sin piedad. Considera que este es un síndrome forjado por elementos genéticos, biológicos y psicológicos, combinado con experiencias familiares.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo
El psiquiatra y psicólogo español Adolf Tobeña, expresa que el cerebro del psicópata exhibe anomalías en la corteza prefrontal y ventromedial. Esto se debe a los componentes genéticos de la monoamino oxidasa A (MAO-A) asociado al cromosoma X y el gen CDH 13, que predisponen a cometer crímenes.
Lobaczweski indica que no existe diferencia entre la psicopatía y algunos políticos. El psicópata político, dirá Lobaczweski, crea patocracia. Esta es una sociedad totalitaria que apuesta por el poder, el control y la destrucción de la libertad. La tesis de este autor es, que los factores patológicos que operan al interior del psicópata, son los generadores del mal. Caracteópatas (paranoide y esquizoide) y psicópatas (asténico, esquirtoidal e hibrido), son los principales creadores del mal.
Hay motivos psicosociales que forjan maldad como el egotismo (valor excesivo del pensamiento y visión individual), el paramoralismo (discurso pseudo moralista impulsado por el interés propio) y la paralógica (pensamiento paranoide con premisas falsas y lógica rigurosa).
Protagonistas de la génesis del mal son los fascinadores o hechiceros, en su mayoría caracteópatas y la asociación ponerogénica primara (miembros anormales desde el principio) y secundaria (miembros normales ceden a los anormales).
El proceso de malestar macrosocial presenta un periodo de crisis, donde se da una histerización social y la toma de la sociedad por parte de una minoría patológica, quienes establecen una patocracia. La patocracia es un sistema político que influye en el avance de la injusticia social. El gobierno patocrático se caracteriza por la propaganda doctrinaria, el abuso de las fuerzas de seguridad y el sometimiento de la moral.
El psicólogo holandés, Ingo Zettler y los psicólogos alemanes Benjamin E. Hilbig y Morten Moshagen, son de la opinión que es el Factor Oscuro de la Personalidad o Factor D el foco del mal. Esto se refiere a la maximización de utilidades mediante el uso negativo de otros y la justificación del hecho por sus creencias.
Ellos señalan nueve rasgos oscuros de la personalidad: egoísmo, interés propio, malevolencia, maquiavelismo, desvinculación moral, narcisismo, autorización psicológica, psicopatía y sadismo. La principal característica de los rasgos oscuros de la personalidad es la insensibilidad, es decir, no sentir nada ante el sufrimiento del otro.
Estas personas maliciosas manipulan a otros en beneficio propio mediante técnicas como el gaslighting, persuasión o sugestión mental, donde la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria. Para que exista un control del comportamiento de personas o masas mediante la manipulación, hay vulnerabilidades en las víctimas que son aprovechadas por esas personas maliciosas como inseguridad y sensibilidad, entre otras.
Asimismo, las personas maliciosas presentan rasgos identificables como mitomanía, además de otros rasgos. Los manipuladores políticos tienen en ciudadanos desinformados y emocionales, condiciones favorables para sus fines. Estos se aprovechan del bajo nivel de educación ciudadano. Y se apoyan en la propaganda y medios de comunicación.
De igual manera, la desindividuación y la deshumanización llevan a comportamientos antisociales. La desindividuación es la perdida de individualidad y responsabilidad personal, cuando se es miembro de un grupo. La deshumanización es, cuando el ser humano pierde características que lo definen como tal, en tanto que la propaganda lo transforma en “enemigo”. La psicóloga canadiense, Julia Shaw, dice que los patrones de crianza y la testosterona, explican, en parte, que haya más homicidas masculinos. Las decisiones morales personales, son tomadas con la influencia de lo emocional, lo que puede llevarnos a comportamientos antisociales. Igualmente, la asimetría del rostro, propicia desconfianza y discriminación en el otro (efecto demonio). El anonimato en el uso de las tecnologías de la información, lleva a comportamientos inapropiados. Los valores misóginos culturales, fomentan agresiones sexuales. El dinero, como objetivo sistémico sobre todo lo demás, acarrea que las personas hagan cosas malas para obtenerlo. En el terrorismo, la pirámide de opinión justifica la violencia mientras que la pirámide de acción conduce a acciones ilegales violentas.
Para el psicólogo estadounidense, Philip Zimbardo, la gente buena puede convertirse en cómplice de un malvado. Zimbardo define maldad, a obrar deliberadamente dañando, maltratando, humillando, deshumanizando y destruyendo personas inocentes, o bien, usando su autoridad o el poder sistémico para alentar o permitir que otros obren así en su nombre. Por tanto, variables situacionales, donde individuos patológicos están en posiciones de autoridad, pueden inducir a obrar mal.
Los sistemas de poder crean y conforman situaciones, donde todos somos capaces de hacer el mal, en acomodo a las circunstancias. Por ejemplo, el régimen de excepción que se adoptó el veinte y siete de marzo de dos mil veintidós, en respuesta a la ola de homicidios perpetrados por las pandillas, ha propiciado graves violaciones a los derechos humanos. Human Right Watch, organización internacional defensora de los derechos humanos, indica, que hay un número creciente de evidencias, que las autoridades salvadoreñas han cometido muchas vejaciones.
*Psicólogo salvadoreño