El Mazacote

¡Mami, quiero mi mazacote! El padre que cómodamente lee el periódico, retira sus lentes y le dice a su esposa “Gorda, ya oíste que Tonito quiere su mazacote”.

Por: Francisco Parada Walsh*

La esposa algo molesta le responde “Gorda tu madre, ya le voy a hacer el mazacote”; mientras Tonito mira televisión le grita a su madre “Me le pone bastante crema mamita”; quien dice: “Si mi niño lindo, le voy a poner toda la crema del mundo para que sea el niño más fuerte de Bitcoin City”.

Mientras la madre deshace las tortillas, le revuelve el queso y la crema es Tonito quien grita otra vez: “Y me le pone bastante queso mami chula”, “si Tonito responde su madre, le pondré todo el queso del mundo para que sea el niño más fuerte de Bitcoin City”; el padre solo observa. No opina.

La madre deshace tres tortillas calientes, media libra de queso duro blandito y un cuarto de botella de crema y le sirve un tremendo plato a su dulce retoño; es Tonito quien al ver su mazacote da un desgarrador grito ¡Quiero mazacote, no ésta babosada, échemele frijoles, limón, huevo duro, aguacate! Y de un golpe el plato sopero sale volando; la madre con las manos en la cintura, quizá acostumbrada a los berrinches de Tonito le dice a su pareja “Igual a vos ha salido este mono pendejo, que solo le gusta armar desvergues”; el padre, muy orgulloso de su hijo, no disimula una burlona sonrisa.

Cuando vino esa palabra “Mazacote” a mi mente, viajé a mi infancia, era el nutritivo mazacote, tierra de ricos y pobres que, con esa puta hambre hace que, tal guiso sea un bocado de cardenal, un pedazo de cielo en las tripas, la santidad en la barriga y ante lo que vivo actualmente, no puedo dejar de comparar a este gobierno con el mazacote de mi infancia; la única diferencia era, es y será que mi mazacote nutría, proporcionaba proteínas, carbohidratos y un buen momento; todo lo contrario a lo que vive y muere El Pinochini de América.

Llamo “El Mazacote” a este artículo por la semejanza con el estado en mal estado donde en vez de suculentos ingredientes, la mezcolanza de corrupción, ignorancia supina, la crasa mentira, la idolatría, las muertes de inocentes, la masacre en el asilo Sara Zaldívar, la no cancelación del seguro de vida a todo el personal de salud, la negación al incremento ganado a todos los médicos del Seguro Social, la cobardía sindical y el nombramiento de las personas más incapaces que una sociedad pueda esperar hace de este mazacote, un plato muy pero muy salvadoreño.

Sueño con un país medianamente justo, no aspiro ni droga ni a una sociedad como la de Noruega, no, me basta con que el estado de derecho camine, siempre patojo pero los ingredientes deben estar repartidos y no en un mismo plato y ese será el talón de Aquiles de este gobierno.

Pero vivo en un país inventado donde creemos en duendes, en donde la mitología cuscatleca aun asusta, somos sencillos, demasiado sencillos y me parte el corazón ver a una sociedad o rebaño apenas balar; voy de salida, no me veo por mucho tiempo en esta tierra roja, pero dejar a un lado el pensamiento, tener abolido todo resorte de dignidad y esperar a ver qué pasa en siete años solo dice que estamos no fritos, sino condenados a vivir errantes de infierno en infierno; no logro entender que seamos tan fáciles de convencer, tan livianos en argumentos y prefiramos un mazacote de lo peor que luchar por dejar a nuestros hijos un mejor país, pero no sucederá, es apenas cuestión de meses para que la crisis económica se agudice, mientras, debemos obviar todo, voltear la mirada hacia la nada, dejar valores y principios por unos dólares más y al final, quisiera desde el cielo ver la tragedia que les espera a tantísimo salvadoreño que aun, sueña que todo es un sueño, que el mazacote es tiempo pasado, que no hay una debacle en este momento, que quizá, vendrá un héroe a socorrernos; país perdido, siempre de goma, siempre de fiado, siempre del chambre, siempre mentiroso, siempre pedo.

*Médico salvadoreño

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