La expresión de voto “evangélico” en Colombia entró en crisis en las elecciones de 2022. Ello no fue resultado principalmente del debate interno entre los fieles, sino del enorme desprestigio del gobierno de Iván Duque y su partido el Centro Democrático, que fue apoyado por los pastores-líderes políticos evangélicos.
Por: Héctor Mondragón
En las elecciones legislativas 2018, el Mira, partido de la Iglesia Internacional, obtuvo 501.489 votos y 3 senadores, mientras que Colombia Justa y Libre que agrupa a varias iglesias consiguió 431.318 votos y 3 senadores. Sumados 932.807 votos y 6 senadores. Estos dos partidos presentaron juntos al senado en 2022 y obtuvieron 584.806 votos y 4 senadores. Perdieron el 62,7% de su electorado y la mitad de los senadores.
Otras iglesias que como tales han constituido partidos políticos cristianos o hecho parte de ellos, desde anteriores elecciones prefirieron integrarse en. Las listas de los partidos no confesionales, pero manteniendo la campaña por sus propios candidatos. Es el caso de la Misión Carismática que integró inicialmente el Partido Nacional Cristiano, con el cual logró la curul en el Senado en las elecciones de octubre de 1991, para la pastora Claudia Castellanos.
Desde 2006 esta iglesia migró sucesivamente a las listas de Cambio Radical, Partido de la U y Centro Democrático para mantener su curul. Pero, en 2022 sus candidatas Sara Castellanos al Senado y Clara Lucía Sandoval no alcanzaron los votos necesarios para ser elegidas. El conjunto de resultados para las elecciones de 2022 muestra que la práctica de convertir el liderazgo religioso en capital político está en crisis.
La participación política de las iglesias evangélicas como tales, se generalizó a partir de la Asamblea Constituyente de 1991, en la que dicha participación se justificaba para alcanzar la libertad e igualdad de cultos. Los protestantes y otras religiones habían sido claramente discriminados y en determinados períodos perseguidos. El cardenal de Bogotá, por ley, tenía el grado de brigadier general del Ejército.
La jerarquía católica se había asociado por décadas con el Partido Conservador, llamando a los fieles a no votar por los liberales por ser “ateos”. En 1912, el dirigente liberal Rafael Uribe Uribe había publicado el libro “De cómo el liberalismo colombiano no es pecado”, tendiente a quebrar la cadena ideológica con la cual los jerarcas ataban a los fieles.
Aprobada la libertad e igualdad de cultos en 1991, pronto se vio que muchos líderes evangélicos estaban decididos a sumir el papel conservador que antes correspondió a la jerarquía católica. El alineamiento con la derecha del evangelismo estadounidense influyó en forma determinante. La posición de las iglesias que en Brasil impulsaron y apoyaron la dictadura militar marcó en América latina una influencia que se había sentido ya especialmente en Guatemala y Chile.
La libertad e igualdad de cultos exige la separación de la iglesia y el estado. No existe sin esa separación. En cambio, la pastoral que liga a las iglesias con la derecha, repite el antiguo modelo que los propios católicos rechazaron en el Concilio Vaticano II, a pesar de la protesta y cisma de los lefebvristas. Cuando se llama a votar por candidatos que se proclaman cristianos, necesariamente se llama a un gobierno cristiano y se vuelve a la idea de gobiernos de Dios, a la manera del Antiguo Testamento.
Cuando se discutía la ley de servicio militar en 1993, al lado de los senadores indígenas apoyaba incluir la objeción de conciencia en esa ley. No fue aprobado y ente los principales opositores estuvo la entonces representante a la Cámara por el movimiento Unión Cristiana Viviane Morales, quien argumentó Romanos 13 para exigir obediencia a las autoridades.
Este debate fue un canal para comunicarme por primera vez con la Iglesia Menonita de Colombia, cofundadora del Colectivo de Objeción de Conciencia. La visión cristiana de los menonitas sobre la violencia y la paz chocaba con las doctrinas agustinianas sobre la “guerra justa”, que conocía hace años.
Pude entonces estudiar en detalle el debate en e siglo XVI sobre la relación iglesia-estado, que costó una persecución inclemente, en una Europa que había convenido que “la religión de la nación era la religión del príncipe”.
Los bautistas originales, colegiantes holandeses y cuáqueros durante el siglo XVII difundieron entre los cristianos protestantes la idea de la separación iglesia-estado, en contraste la oficialización de la iglesia reformada en Holanda y de las iglesias luteranas nórdicas y bálticas y con los puritanos ingleses y norteamericanos durante el gobierno de Cromwell, cuando en Boston fue prohibido celebrar la Navidad por decisión del gobierno evangélico.
Para el movimiento evangélico fundamentalista de Estados Unidos, el estado laico y la secularización significan un país sin Dios, una apertura al ateísmo. Así, por medio de cruzadas morales por décadas han justificado la participación política electoral, cuya expresión exitosa más recientes fueron el apoyo a la elección de Reagan, Bush y Trump.
El decidido apoyo del fundamentalismo evangélico a la derecha se ha complicado con su propaganda a favor de la guerra contra los palestinos en el Medio Oriente, sustentada por la teología dispensacionalista, que por una parte deja el Sermón del Monte por fuera de la actual “dispensación” y lo envía a Milenio y por otra parte, asume a Israel como el otro pueblo de Dios elegido para reinar en el mundo.
Muchas iglesias evangélicas han difundido estas doctrinas como parte de una identidad propicia a su abierta militancia con la derecha política, la que ha resultado muy importante en los resultados electorales de Colombia, Brasil o Costa Rica, por ejemplo.
Los Acuerdos de Paz
En Colombia, el punto culminante de tal orientación se expresó en 2016 en la votación sobre los acuerdos de paz. La mayoría de la Confederación Evangélica se pronunció contra los acuerdos. Ante la familiaridad cristiana con el perdón, el argumento con el que se convenció a los fieles contra la paz, fue la inclusión de un capítulo sobre “Equidad de género” que incluía los derechos de la población LGTBI y la reparación a las víctimas LGTBI. Esto era, según los fundamentalistas, “ideología de género” que ponía en peligro a nuestros hijos y nietos.
La lucha contra la “ideología de género” ha sido un caballito de batalla de los pastores políticos y las bancadas evangélicas y de las campañas electorales a favor de candidatos de derecha.
Pero tal y como dice Jesús, “por sus frutos los conoceréis”, los resultados del gobierno de Iván Duque, el elevado costo de la corrupción de sus altos funcionarios, el aumento de la pobreza y el hambre, así como la espiral de violencia por la política de hacer trizas los acuerdos de paz, han causado la erosión del apoyo de las iglesias al partido Centro Democrático, como parte de su desprestigio general entre la población.
La ruptura de los creyentes con el proyecto conservador
No sólo muchos pastores y muchos más creyentes dejaron de estar dispuestos a mantener el apoyo a un gobierno contrario a sus necesidades básicas de alimento y paz, sino que la división se expresó dentro del propio partido Colombia Justa y Libre, uno de cuyos senadores se negó a votar varios proyectos de ley de Duque y en particular la reforma tributaria que causó el Paro Nacional del 28 de abril al 28 de junio de 2021, una huelga de masas que conmocionó al país y que la prensa asumió como estallido social”.
Así, el senador Edgar Palacio Mizrahi de Colombia Justa y Libre decidió formar parte del Movimiento Laborista Progresista que apoyó en la segunda vuelta al candidato del Pacto Histórico a la presidencia, Gustavo Petro. Antes que Palacio, el pastor Alfredo Saade se presentó como precandidato de la Alianza Democrática Amplia en la consulta del Pacto Histórico. Decenas de pastores evangélicos de los litorales Caribe y Pacífico hicieron campaña en favor de Gustavo Petro desde la primera vuelta presidencial.
Se rompió así la satanización que pretendían repetir los voceros del fundamentalismo que no pararon de condenar cualquier apoyo evangélico a Petro a quien señalaban como ateo, lo cual ya había hecho en 2018. Igualmente se difundían informaciones falsas en Facebook sobre la “brujería” de Petro con los indígenas, afro y pescadores del río Magdalena, buscando intimidar la expresión libre de los creyentes en las congregaciones.
La verdad es que en los barrios populares de Bogotá, Cali y otras ciudades miles de evangélicos, especialmente los jóvenes, ya no se inmutaban por los llamados de sus anteriores líderes políticos contra Petro y en cambio les cobraban haber apoyado un proyecto de reforma tributaria contra los pobres y la clase media y haber sometido al país al hambre, a la mala gestión de la salud y la represión de las protestas populares.
Muchos cristianos desde hace años hemos participado en los movimientos sociales, en la lucha por los derechos fundamentales. Esta es una realidad acallada por el impacto mediático del fundamentalismo. El trabajo de la Comisión de la Verdad dio relevancia al sufrimiento y sacrificio de las comunidades de fe evangélicas durante el conflicto armado y a su lucha por la paz, el cual en parte había sido documentado por anuarios del Centro Cristiano Justapaz.
Así las cosas, muchos cristianos de diferentes denominaciones, católicos, ortodoxos y líderes de otras religiones, hicimos público nuestro apoyo al Pacto Histórico y a las candidaturas de Gustavo Petro y Francia Márquez con una carta pública y un acto con gran trascendencia que se llevó a cabo en la Iglesia Anglicana de Bogotá, el 19 de junio de 2022, con la presencia de Francia Márquez. Ella se refirió a la riqueza de la diversidad étnica y cultural y a la libertad religiosa y espiritual, a sólo cuatro días de la segunda vuelta. Destacó la presencia de la religiosa católica Maritze Trigos, referente de la defensa de los derechos humanos.
La religiosidad de Gustavo Petro
Por otra parte, Gustavo Petro, por otra parte, ha declarado repetidamente que no es ateo y que su concepción religiosa está marcada por la opción por los pobres de la Conferencia Episcopal católica de Medellín de 1968.
Nuestras propias iglesias son diversas políticamente y los firmantes de la carta, así como los participantes del evento con Francia, aceptamos con alegría esa diversidad y estamos lejos de presentarnos como los depositarios de la verdad o de considerar a nuestros candidatos los designados por Dios o de exigirles credenciales religiosas.
Los menonitas sabemos que decenas de nuestros hermanos en la fe votaron en conciencia por otros candidatos y de ninguna manera los rechazamos. Consideramos que ellos nos ayudarán a mantener una posición crítica y a no confundir nuestra fe con la militancia política.
Y todos debemos saber que los números del resultado de la segunda vuelta, comprueban que cientos de miles de evangélicos votaron por Gustavo Petro, incluso parte de quienes apoyaron al candidato presidencial de Colombia Justa y Libre. Sí, las personas pueden cambiar, nunca se nos puede olvidar eso.
Los cambios en el electorado colombiano: La opción preferencial por los nadies
La aritmética de la primera vuelta hacía casi imposible el triunfo de Petro-Francia en la segunda, dado que el candidato que quedó en tercer lugar, Federico Gutiérrez, dio su apoyo a Rodolfo Hernández, con lo cual debía sumar 11 millones de votos frente a los 8,5 que obtuvo su rival sin que ninguno de los otros candidatos lo apoyara.
Los partidarios del candidato que quedó cuarto, Sergio Fajardo con 880 mil votos, se dividieron entre quienes llamaron a votar en blanco, los que apoyaron a Hernández y los que apoyaron a Petro. El voto en blanco aumentó en 150 mil votos y la suma de Hernández y Gutiérrez acumuló 400 mil votos menos de los esperados en parte porque fue respaldado por el Centro Democrático de Uribe, que Hernández rechazó en la primera vuelta para sobrepasar a Gutiérrez que el continuismo.
Petro-Francia sumaron 11,29 millones y ganó la elección. Su triunfo se entiende en parte porque los respaldaron la mayoría de los votante de centro que apoyaban a Fajardo, siguiendo al exministro Alejandro Gaviria y destacados académicos e intelectuales.
Pero, superar los 11 millones de votos sólo fue posible porque 1,2 millones de personas que no votaron en la primera vuelta se volcaron en la segunda a votar por Petro-Francia, como resultado de la campaña de base en los barrios populares de las ciudades y las áreas rurales que celebraron el triunfo por todo el país el 19 de junio. Aun así, la suma del 19 de junio queda corta si no se agregan a Petro-Francia votantes de Justa y Libres.
Como cristiano, tras el triunfo del Pacto Histórico ratifico mi opción preferencial por los Nadies, cuya presencia en la campaña fue destacada por Francia Márquez y cuya participación en la votación, especialmente en la segunda vuelta fue evidente.
Recordamos que María en el Magníficat canta: mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva (Lucas 1:47-48) María era una nadie, una joven pobre de una aldea de ladera, de un escondite de perseguidos. Dios la escogió a ella, no a una princesa, para ser madre del salvador.
Hoy, afortunadamente en Colombia está de moda hablar de los nadie y se recuerda el poema de Eduardo Galeano, así como la carta del pintor Vincent Van Gogh. Él fue un pastor protestante destituido por apoyar la huelga de los trabajadores que hacían parte de su comunidad. Se vio entonces obligado a dedicarse al arte. En carta a su hermano Theo en 1882 escribió: «¿Quién soy yo a los ojos de la gente? Un nadie, un hombre excéntrico y desagradable, alguien que no tiene una posición, el mas miserable de los miserables. Aunque ello fuese verdad, me gustaría que mis obras mostrasen lo que hay en el corazón de este excéntrico, de este nadie.” Ël estaba en la miseria y ahora cada una de sus obras vale millones de dólares.
Dice 1 Corintios 1:27-28 que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es
Nos interesa que aquellos que el 19 de junio cambiaron la historia electoral del país, movilizándose desde las comunidades más pobres, participen directamente en los asuntos públicos para que sean oídos y estén presentes en las decisiones sobre su futuro.
Nuestro proyecto político
Creo que con el nuevo gobierno hay que enfatizar la opción por la paz y fortalecer la libertad e igualdad religiosa y la libertad de conciencia, de manera que “nadie sea molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia”, lo cual sólo puede ser garantizado por un estado laico y por la separación de la iglesia y el estado.
Las comunidades de fe podemos y debemos dar una contribución decisiva en la búsqueda de la paz total, que significa además plenas garantías a la oposición, a la crítica, a la participación de todos en las decisiones y al derecho a la movilización y a la protesta.
Danilo Rueda, católico, director de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, ha sido designado nuevo Comisionado para la Paz. Tiene una tarea frente a la cual todas las comunidades de fe tenemos una responsabilidad.
Por mi parte, que desde el exilio he seguido unido a la Iglesia Menonita de Teusaquillo, le agradezco haberme permitido seguir el compromiso con la Buena Noticia a los pobres como parte de una comunidad de fe que me hizo parte de la lucha activa por la paz de Colombia.
*Intelectual Menonita colombiano, Asesor de Organizaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes – Colombia