El Humano, divinidades de barro

Siempre se equivoca. El mundo ya no es el mundo que creía, debo hacer mi propio mundo y vivir en él, la felicidad no está garantizada sin embargo la locura sí, no sé si seré un loco feliz o un loco infeliz, me quedo con la primera personalidad.

Por: Francisco Parada Walsh*

Quizá no estaba equivocado cuando decidí subir a mi montaña embrujada, venía por quince días y llegaré a los nueve años de vivir alejado del ego, del poder, del todo, del barro y no me arrepiento; la sencillez de mi vida quizá sorprenda a algunos y no envidio nada de lo que sucede en la urbe; con el paso del tiempo me fui despojando de tantas cosas.

No olvido el primer cuarto que alquilé, costaba apenas cuarenta dólares, ¡No lo podía creer! Después de pagar una hipoteca que rondaba los quinientos dólares, pagar tal cantidad me parecía hasta risible y me pude dar el lujo de no trabajar por dos años, solo escribir, salir a conocer la montaña, montar a caballo y tomar vino.

Siempre fui amante de los animales y aquí sucedió algo diferente, la compasión aumentó y da un poco de asombro ver a ocho perrunos echados mientras platico con alguien, todos esperan que empiece a caminar para ir calmos tras mí; esas pequeñas cosas no tienen precio; ya conocía la magia del gato y ahora estoy rodeado de una pandilla gatuna que me deleitan, que me enseñan el presente, que tocaron a la puerta de la caridad de mi corazón y no hay miseria para que todos vivamos felices.

Quizá me veo reflejado en esas fotos donde indigentes aparecen abrazados a sus dos perros, no hay ni una diferencia entre ese hombre y yo, todos somos iguales y no dudo que ese hombre en apariencia pobre sea más feliz que todos, así las cosas, tiene que haber tantos caracteres en el mundo y debe uno preguntarse qué es felicidad, qué es mi vida, a qué vine al mundo; dudo que podamos contestar preguntas tan sencillas en apariencia.

Creo que moriré y aun, no puedo responderlas, y mientras escribo no tengo rostro, no hay egos o a menos que crea que soy superior a mi gato Milagro, por ende, estaría loco; hay surcos, arrugas marcadas o borradas por las batallas perdidas y ganadas, por el hambre, por la obesidad, por la carencia y por la abundancia.

Esa es la vida, no hay escapatoria y menos de mí mismo; debo aceptar mi vida y por ende, mi muerte; y no me veo regresando a la capital, de una u otra forma hice mi vida y no quiero seguir construyendo ni un cuarto más, no, porque ese es ego y no quiero que el ego domine mi vida, dejar todo así, que entienda que todo queda, que estuve cerca de personas que algún poder manejaron y quizá sea lo más nauseabundo que haya vivido.

Poder, poder falso y temporal y muchos se equivocan, mientras escribo me detengo un momento a pensar cómo se puede ser tan torpe para olvidar el daño que causamos; evito interactuar con personas, una palabra basta para demoler a alguien, mis discusiones son con las flores, con los gorriones, con los tangos.

Recientemente tuve una sacudida, cuando era joven dos personas a las que les guardo particular cariño como es la madre de mi gran amigo “Chamba” Salazar y el Doctor Uceda, a quien conocí en la Unidad Primero de Mayo dijeron que me parecía a Bruce Springsteen, músico a quien admiro y disfruto sus toquines, hace unas semanas me preparaba para correr la pendiente más pronunciada que haya corrido en mi vida, decidí filmar la alegría de mi caravana de perros y mi sorpresa fue que yo era quien se filmaba y cuando vi las comisuras labiales tan marcadas, la nariz caída y las huellas de la vida, más que tristeza o algún sentimiento de nostalgia lo que vi era al Francisco real, cada arruga representa mi vida, mi versión, mi autenticidad.

No puedo tenerle miedo ni sentir pena por ese rostro, al contrario, sino me amo yo, dudo que alguien lo haga y toca quitarse el maquillaje, pelucas y bisuterías y entender que mi rostro debe ser un dúo con mi alma, reflejar mi verdadera identidad y no vender una imagen falsa pues al final del cuento, el único engañado sería yo.

Debo continuar por no sé cuánto tiempo más creyendo que el humano es el ser superior de la evolución, en la otra vida no quiero ser ángel sino gato, pasar dormido, que me soben la panza, darme pija con los gatos invasores, tener las garras largas y afiladas para pasar rascándome los huevos y energía para devanar a tanta gatita picarona.

*Médico salvadoreño

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