Crímenes de masa

Los principales crímenes se cometen desde las estructuras del Estado. Los crímenes de masa son cometidos por un poder descontrolado

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*

Eduardo Salvador Barcesat, abogado constitucionalista argentino, prologa el ensayo de Eugenio Raúl Zaffaroni. Barcesat indica que Zaffaroni se interroga sobre los crímenes contra la humanidad, y el papel que el discurso penal y la criminología pueden hacer para prevenir estos delitos atroces y aberrantes. La tesis central del ensayo es, que los principales crímenes se cometen desde las estructuras del Estado. Los crímenes de masa son cometidos por un poder descontrolado. Las propias agencias del poder punitivo, cometen los crímenes más graves cuando operan sin contención.

La trama más densa del ensayo es, la “necesidad” del poder de configurar y reprimir al “enemigo”. La amoralidad de esta tesis es, que el “enemigo” es nominado y construido por quien el político elige como tal. Todas las calamidades provienen de él, por lo que hay que combatirlo y aniquilarlo. Son víctimas sacrificables a favor del orden establecido. Un grupo humano procura una gran acumulación de poder, hasta llegar al absoluto. Por tanto, el Estado fuerte es delirante y absoluto.

En su libro “Crímenes de Masa”, Eugenio Raúl Zaffaroni, penalista argentino, nos introduce explicándonos, que un fenómeno recurrente en el siglo veinte fue el homicidio masivo . Dolor cometido desde el poder estatal. Dice que hoy, una incipiente ciudadanía mundial, pretende la punición de quienes hacen el mal desde el poder de los Estados. Unos temen que ese poder punitivo, se manipule en favor de la hegemonía mundial de algunas potencias. Otros, que se erija en obstáculo a la hegemonía de esas potencias.

Cuando el poder punitivo del Estado se descontrola, desaparece el Estado de Derecho y su lugar lo ocupa la policía. Los crímenes de masa son cometidos por el poder punitivo descontrolado. Son las propias agencias del poder punitivo las que cometen los crímenes, cuando operan sin contención. La doctrina penal debe contener el poder punitivo, para preservar el Estado de Derecho y evitar los crímenes de masa. Ya que el poder punitivo tiende a descontrolarse, bajo el pretexto de combatir enemigos.

El poder punitivo descontrolado, renueva siempre la misma estructura discursiva. Su contenido varía según el enemigo elegido. Y es que el Estado moderno presenta una tendencia paranoide. El cual llega a una psicosis, cuando proclama la emergencia o estado de excepción. Y cree que todos los males provienen del enemigo.

Esta tesis política amoral establece, la perenne necesidad de crear enemigos. La amoralidad de la tesis es, que el enemigo es quien el político elige como tal. La estructura del proceso es la siguiente: creación del enemigo, canalización del mal y la venganza, que desemboca en el sacrificio. La víctima elegida, encarna el mal de toda la sociedad. Todos creen la culpabilidad de la víctima, inocente o no, cuando después de matarla vuelve la paz y el orden. Para esta tesis, la política sería, el arte de construir el Estado absoluto. El verdadero Estado fuerte y consolidado, sería el absoluto. Las democracias serían estructuras débiles.

Entonces, el único Estado fuerte sería delirante, ya que pretende la explotación del delirio. La individualización estatal de un enemigo, canaliza el malestar y la venganza. Pone todo el mal en un grupo y postula su destrucción.

Una patología civilizatoria es la acumulación del poder, hasta llegar al poder absoluto. Y toda acumulación infinita del poder, presupone un ámbito temporal indefinido de venganza. Esta ideología dominante, permite la señalización arbitraria de enemigos, a los que considera humanamente inferiores o subhumanos. Este pensar preponderante, ha permitido, la racionalización de los crímenes de masa coloniales.
Ante el temor a ser arrasadas por las agencias ejecutivas y por la publicidad del aparato de poder, las agencias jurídicas ceden discurso. Es decir, al penalismo se le quita el discurso y la venganza es reducida a pura publicidad mediática. La individualización de enemigos, es un brote paranoico que alimenta el discurso que racionaliza el sacrificio expiatorio. La verdadera prevención de los homicidios masivos es, el ejercicio de la crítica y el rechazo frontal a las técnicas de neutralización de valores.

El sociólogo argentino Daniel Feierstein, escribe el epilogo del libro “Crímenes de masa” del abogado penalista argentino, Eugenio Raúl Zaffaroni. En “Los crímenes de masa: ¿fin o herramienta?” sostiene que, en la antigüedad, los crímenes de masa eran una liberación de la agresión contenida frente al enemigo derrotado. En cambio, los crímenes de masa modernos, son herramientas de difusión de un terror colectivizado. Estos se proponen destruir la sociedad en la que se implementa. El objetivo de los crímenes de masa no radica en los sujetos que se reprimen o eliminan, sino, en el efecto del proceso represivo en toda la sociedad.

Los crímenes de masa tienen dos etapas: la destrucción del patrón nacional del grupo oprimido y la imposición del patrón nacional del opresor. Se pretende reformular las relaciones sociales por medio del modelo inquisitorial: interrogación-confesión-delación. Para escapar del estigma, el sospechoso debe sacar la marca de si poniéndolo en otro. Por tanto, denunciara a su vecino, a su compañero de trabajo y a sus familiares. El otro es mi enemigo y el único aliado posible es el poder punitivo.

Una sociedad aterrorizada, se encontrará paralizada para cuestionar el orden existente. Pues la supervivencia cotidiana, ante un poder absoluto, ocupa toda su energía. Los crímenes de masa modernos, son herramientas para expandir el terror y transformar identidades.

*Psicólogo salvadoreño

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