El cumplirse un año de que el presidente Nayib Bukele, decidiera hacer de El Salvador el primer país donde el bitcóin sea de curso legal, el intento ha resultado, de momento, fallido, con pocos objetivos cumplidos del plan original.
Por: Edgardo Ayala*
Ese revés se veía venir desde que el 7 de septiembre de 2021, el gobierno de Bukele decidió, de la nada y sin antecedente alguno, hacer el bitcóin moneda de curso legal con una ley aprobada por la Asamblea Legislativa, controlada por los diputados del partido gobernante, Nuevas Ideas.
Los objetivos de esa decisión nunca estuvieron detallados en un plan oficial, sino que fueron planteados básicamente por Bukele, en el poder desde 2019, mediante sus tuits, así como por funcionarios que solo repetían lo que decía el mandatario, dado a gobernar con estilo autoritario, en el que él es la única voz autorizada para casi todo.
“Lamentablemente no existe ningún documento formal o una información oficial del gobierno en que se haya estructurado los objetivos específicos de la medida”, dijo a IPS la economista Tatiana Marroquín.
Pero, a juzgar por los anuncios del mandatario, y por comunicaciones entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que pidió en enero de 2022 que se anule la medida, se pueden resaltar varios objetivos, como el de promover la inclusión financiera, el turismo y mejorar la “marca” país, dijo Marroquín.
El desencanto con la Chivo Wallet
El gobierno planteó que con el bitcóin como moneda de curso legal se iba a reducir la brecha de personas que carecen de servicios bancarios, que ronda aproximadamente 70 % de la población.
En adelante, ese segmento iba a realizar transacciones financieras digitales con varios clics desde sus teléfonos celulares, creyó el gobierno.
Sin embargo, debido a que mucha de la información sobre las operaciones en bitcóin ha sido catalogada como clasificada por las autoridades, se desconoce, por ejemplo, qué porcentaje de la población sigue usando de forma activa la Chivo Wallet, la billetera electrónica creada por el gobierno, y en qué montos.
Chivo es una palabra coloquial en El Salvador que significa “bueno”, “agradable” o “bonito”.
“Al final, la mayoría de la población no está usando ni la billetera electrónica del gobierno ni el bitcóin en general”: Tatiana Marroquín.
Se sabe que al inicio de la implementación del criptoactivo, alrededor de cuatro millones de personas bajaron la aplicación, pero básicamente lo hicieron para poder cobrar un bono de 30 dólares otorgado por el gobierno para promover el uso del bitcóin.
Pero a estas alturas es claro que muy pocas personas siguen utilizando la aplicación, a juzgar por lo que se oye y se ve en los pueblos y ciudades de este país centroamericano, de 6,7 millones de habitantes.
“Al final, la mayoría de la población no está usando ni la billetera electrónica del gobierno ni el bitcóin en general”, subrayó Marroquín.
Algunos comercios la usan para recibir pagos, pero las operaciones son marginales, explicó a IPS el analista Ricardo Chavarría, director de Renta Asset Management, una empresa que maneja fondos de inversión en el mercado internacional.
Tampoco le ha ido bien al gobierno en convencer a los salvadoreños que viven en el exterior a usar la aplicación para enviar remesas familiares a El Salvador, una de sus principales apuestas al lanzarse de cabeza en los bitcóin.
Cada año, el país recibe alrededor de 7,000 millones de dólares en remesas, lo que representa 26 % del producto interno bruto (PIB).
En agosto del 2021, un mes antes de la aprobación de la llamada Ley Bitcóin, Bukele dijo en un tuit que los salvadoreños pagan alrededor de 400 millones de dólares en comisiones para enviar el dinero a sus familiares en El Salvador.
Esa cantidad de dinero se la ahorrarían si la envían por medio de la Chivo Wallet.
Ni la diáspora confía en el criptoactivo
Sin embargo, de acuerdo con cifras oficiales, solo 1,5 % de las remesas fueron enviadas a través de billeteras electrónicas en el primer trimestre del 2022, un porcentaje muy por debajo de lo que esperaba el gobierno.
Probablemente influya la alta volatilidad de criptoactivos como el bitcóin, que en este momento atraviesa por una crisis en su valor, apodado como un criptoinvierno.
El bitcóin se ha colocado en 19,813 dólares, al cierre del 5 de septiembre, muy por debajo de aquellos picos de finales del año pasado, cuando sobrepasó la barrera de los 60,000 dólares.
Y la población salvadoreña en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos, donde viven más de tres millones, se muestra reticente a apostarle a algo tan volátil y, por ello, riesgoso.
“La gente es sumamente prudente, a pesar del capital político del presidente (Bukele), la misma gente de allá (los salvadoreños en Estados Unidos) no arriesga su dinero”, dijo Chavarría.
Justo eso le ha pasado a María del Carmen Aguirre, una emprendedora de 52 años que tiene un pequeño negocio de pizzas en El Zonte, una comunidad costera en el Pacífico salvadoreño, a unos 50 kilómetros al sureste de San Salvador, parte del municipio de Chiltiupán, en el central departamento de La Libertad.
Aguirre dijo a IPS que regularmente recibe remesas de sus dos hijas que viven en la ciudad estadounidense de San Francisco, pero que ninguna de ellas manda el dinero por medio de la Chivo Wallet u otra plataforma similar.
“Lo mandan solo por el banco. Parece que ellas tienen bastante miedo. ‘¿Qué pasa si nosotros le enviamos 200 dólares y en ese momento se va para abajo el precio del bitcóin?’, me dicen”, explicó Aguirre, en el local de su pizzeria.
El Zonte es también una playa conocida por sus olas para practicar el surf y porque en esa localidad se desarrolló, unos dos años antes de que el gobierno le apostara al bitcóin, un esfuerzo comunitario inusual para usar ese criptoactivo.
Esa iniciativa fue promovida gracias a un donante, que permanece anónimo, que dio dinero para realizar obras en la localidad, pero a condición de que a quienes trabajaran en ellas se pagara en bitcóin y no en dólares, la moneda de curso legal en El Salvador desde 2001.
Eso aún despierta suspicacias: por qué motivo alguien estaría interesado en promocionar ese criptoactivo en una localidad costera pobre, de calles de tierra y chozas precarias, aunque hay también algunos hoteles de lujo, hostales y restaurantes.
Durante la pandemia de covid-19, las familias de El Zonte recibieron, en varias oportunidades, bonos de 30 dólares por parte de ese donante misterioso, para que los usaran en transacciones con bitcóin.
“Nos dieron tres o cuatro veces ese bono para que pudiéramos ir a las tiendas que ya manejaban el bitcóin”, contó Aguirre.
Sobre la baja por la que atraviesa el criptoactivo, Chavarría sostuvo que probablemente se está al final del llamado criptoinvierno, y espera que en adelante suba nuevamente.
“Para mí, en un horizonte de mediano y largo plazo se va a recuperar y se va a ganar”, acotó.
No solo pandillas
Algo en lo que coincidieron la economista Marroquín y el analista financiero Chavarría es en que, al aprobarse la Ley Bitcóin, El Salvador fue noticia mundial en algo que no fuera el recurrente tema de la violencia causada por las pandillas, que solía acaparar el interés de la prensa internacional.
En ese sentido, se podría decir que el país sí mejoró su carta de presentación en la agenda informativa mundial.
“Que El Salvador esté en el mapa informativo y que salga en Bloomberg, en The New York Times, en El País, de España, cuando antes el tema del país solo era el de las pandillas, es una buena noticia para mí como salvadoreño”, dijo Chavarría.
Marroquín coincidió en que “sin duda El Salvador ya no es conocido como antes únicamente por la violencia”.
Agregó que con la adopción del bitcóin también ha mejorado el turismo en el país, al atraer a un segmento de visitantes interesados en el criptoactivo, aunque aún está por verse si esa mejora logra impactar a las comunidades pobres adyacentes a puntos turísticos.
Un manto de secretismo
Se ha criticado duramente al gobierno por el secretismo con que ha manejado no solo la implementación del bitcóin sino el de otros temas importantes de los que la ciudadanía demanda conocer los detalles, pues se han impulsado con fondos públicos pero de los que el gobierno de Bukele no da cuentas.
La información llega a cuenta gotas, cuando llega.
Y para el caso, se sabe que el gobierno ha comprado 2381 bitcoines, y en ello ha gastado 106,04 millones de dólares, pero al sumar las otras inversiones vinculadas, como los cajeros colocados en varios puntos del país, entre otros, la inversión total supera los 300 millones de dólares.
“Todo eso es una gran capa negra al uso de fondos públicos por parte del gobierno”, sentenció Marroquín.
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