Oportunidades

Son las oportunidades espacios fortuitos en el tiempo, que nos permite alcanzar beneficios que no esperábamos, y que nos favorecen de manera particular o colectiva.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Son poco comunes y de gran valía, pues la posibilidad que se presenten de nuevo es verdaderamente escasa.

Precisamente porque son poco, muy poco comunes son en extremo valiosos, y deben por principio valorarse, estimarse y aprovecharse.  Esto en particular para quienes como nosotros, formamos parte de una sociedad con graves limitantes, lo que nos empuja a medidas extremas en la búsqueda de mejores condiciones de vida, al grado de marchar del país, ilegalmente, alejándonos de nuestros seres amados, corriendo graves riesgos, violentando la legislación vigente en materia de migración, para finalmente asentarse en lejanas tierras, generalmente ocultos para así, poder mejorar nuestras condiciones de vida individuales y por extensión la de nuestras familias acá.

Estas circunstancias diluyen gradualmente los vínculos familiares y legales con el terruño, lo que con el tiempo disuelve o al menos degrada la relación.

Tal situación ha llevado a algunos a calcular que, hasta la mitad de nuestra población económicamente activa, generalmente la joven, se encuentra fuera del país, buscando ansiosamente construir para sí un espacio para poder vivir con cierto grado de dignidad en tales circunstancias.

Ese segmento poblacional excluido y marginado es el que en la práctica sustenta la economía del país mediante las remesas.

Pero, ¿qué tal si las oportunidades a las que nos referimos son aprovechadas por el régimen en el ánimo de impedir tales situaciones, conservando a la población en el territorio e impidiendo por extensión que las familias se disuelvan con los costes sociales que ello supone?

Nuestro país padece males estructurales derivados de la posesión de la riqueza, que ha supuesto la exclusión y marginación de amplios sectores de la población, a los que sencillamente se les deniega elementales derechos como lo son el acceso a empleos que admitan para el trabajador y su grupo familiar vidas dignas, empujándolos por esa vía a la migración ilegal en la búsqueda de las condiciones que acá le son negadas por mucho que se esfuerce por así lograrlo.

Esa injusticia estructural diseñada para favorecer a apenas el 1% de la población deriva en una escandalosa concentración de la riqueza en apenas las manos de ese segmento, negando desde la estructura cualquier ascenso social indeseado, lo que se reserva a las élites conservadoras y atrasadas.

Pero si una administración visionaria quisiera en verdad cambiar tal dinámica, simplemente cambiarla, podría, por ejemplo, aprovechar las circunstancias para recuperar el agro, estimulando en el interior el aprovechamiento de las tierras ociosas para destinarlas a cultivos varios y garantizar la soberanía alimentaria en anticipo de la reducción de la producción alimentaria global que ahora nos sobreviene.

Pero además tal medida ata a la población a la tierra, a la familia, evitando por esa vía la disolución de los vínculos filiales y por extensión, reduciendo el delito, pues los jóvenes son guiados por ambos padres.

Entonces, es solo cuestión de elemental voluntad.

* Educador salvadoreño.

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