Hoy se inicia el septuagésimo séptimo periodo de sesiones de la ONU, que durante el segmento al más alto nivel buscará centrar la atención en un acuciante problema: el hambre en el mundo.
Por: María Josefina Arce
Martin Griffiths, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, afirmó que la amenaza de la hambruna tiene que poner a todos en acción.
Los más de dos años de pandemia de Covid-19 que llevó a la paralización del planeta, unido a los altos precios de los alimentos, fenómenos meteorológicos más intensos y conflictos armados han venido a empeorar la situación.
De acuerdo con el organismo internacional, tras permanecer relativamente sin cambios desde 2015, el porcentaje de ciudadanos afectados por este flagelo se disparó en 2020 y siguió aumentando el pasado año hasta alcanzar a 9,8% de la población mundial.
Las estadísticas muestran que en 2021 se elevó hasta 828 millones el número de personas que padecían hambre en el planeta, lo que representa un aumento de 150 millones desde la aparición de la Covid-19.
En América Latina la situación no es nada alentadora, cerca de 9% de sus habitantes se ven afectados por esta problemática. Julio Berdegué, representante de la FAO, Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, alertó que la región ha perdido 20 años de lucha contra el hambre.
Señaló que es un agravamiento de una condición que ya era bastante desastrosa, lo que evidencia que la recuperación pospandemia no ha llegado a los hogares.
Las cifras también muestran que se ha acrecentado la brecha de género. Las mujeres fueron las más afectadas por este panorama. Casi 32% de la población femenina mundial no tenía con que alimentarse, frente al 27,6% de los hombres.
Los niños son igualmente los grandes perjudicados. Unos 45 millones de infantes menores de cinco años sufren de desnutrición aguda muy grave, lo que eleva hasta 12 veces el riesgo de mortalidad infantil.
Asimismo, 149 millones padecen retraso en el crecimiento y en el desarrollo por culpa de tener una alimentación deficiente.
La realidad es que el mundo se aleja cada vez más de su objetivo de acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Si no se dejan atrás diferencias y posiciones de fuerza y se aúnan esfuerzos, de acuerdo con los pronósticos, para el 2030 en el mundo habrá unos 670 millones de hambrientos.
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