Todo sucede mientras camino por lindos parajes. Intento hilvanar alguna idea, un proyecto y a veces alguna oración, pero nada sucede. Son apenas fragmentos, un rezo tan breve como la vida, una oración agradeciendo a no sé quién, apenas fragmentos.
Por: Francisco Parada Walsh*
Intento no distraerme pero de repente tengo frente a mí a lindísimos pajarillos, me detengo, a otros apenas los escucho, es una sinfonía del cielo, hermanos todos.
Los fragmentos se dispersan, quisiera que fueran como elefantes que se amarran de la cola a la trompa o viceversa, que al final de la caminata hubiese una idea, siquiera terminar ese cántico religioso dedicado a alguien, a mi familia, a que dios o el diablo se apiaden de mí sin embargo no tengo fe que me tendrán una pizca de fe.
No logro terminar nada, todos son fragmentos arrepentidos, no hay un sentido; viene el nuevo día, preparo el trineo de perros felices y empieza la diversión, quiero regresar a la oración truncada pero ya no la recuerdo, pienso en qué comeré, en arreglar la clínica y estar preparado pero nadie aparece, nadie, solo recuerdo el libro del gran García Márquez “El Coronel no tiene quien le escriba” lo que sería para mi vida “El doctor no tiene pacientes que lo visiten”; quizá somos una sociedad fragmentada donde vivir de tal modo es lo que interesa.
Lo que desee o sueñe, así debe quedarse, y quizá el desgano y la apatía me empiezan a ganar la lucha; escribo por amor, oro por amor, alimento a mis perros y gatos por amor sin embargo el dolor gana, dolor fragmentado; a veces duele el alma, otras ocasiones duele el corazón pero poco importa, nadie quiere unión, nadie, todos somos granos de una mazorca despepitada, así pensamos, así creemos, así vivimos.
No sé qué sucederá cuando los fragmentos tomen vida, no sé si será mi comienzo o mi fin, no lo sé; quizá lo único que deseo es que los fragmentos se conviertan en una melodía, en una partitura y que sea yo quien dirija la sinfónica de fragmentos, habrán notas de dolor, de frustración, de sueños incumplidos, de amores que nunca fueron, de vinos que nunca se tomaron, de abrazos que no se dieron; todos juntos serán mi todo, mi vida, mi verdad.
Pero no creo que suceda eso, mientras escribo tengo el corazón despedazado, por la mañana falleció un amigo, tipazos que vienen al mundo a servir, siempre una sonrisa, hombres arrechos y me quedo con ese dolor de no haberle dicho cuán importante fue, es y será en mi vida; olvidaba a mi familia, esos son otros fragmentos, quisiera ir a visitar a cada fragmento, conversar por un buen rato, abrazarlos y decirles cuánto los amo.
Viene a mi mente aquella bellísima película “Perfume de Mujer”, algo parecido, hacer lo que nunca he hecho pero sobre todo recoger a todos los fragmentos de mi familia y con calma y voz pausada decirles que los amo, que si no nos volvemos a ver que recuerden mis palabras, dudo que ande de vela en vela, de entierro en entierro, en este momento dispongo de tiempo más no de dinero pero debo hacer esa caminata, no es a Santiago de Compostela donde iré, no, visitaré los fragmentos de corazones de mis seres amados, ahí van los amigos que no pasan de cuatro, echarnos unas cervezas, sabedores que tengo más de diez años de no ver a algunos, el cariño no se ha fragmentado y se mantiene puro, virgen, intacto.
Otro día, me preparo, soy de rutinas sin embargo poco a poco me canso, quisiera escribir varios libros, lo diré sin egos ya que escribir un libro no me toma más que una semana, recientemente pensaba en que todo queda, amores y dolores y mientras mi vida transcurre llena de sueños, de esperanzas y por más que quiera, esa mutación de la muerte a la vida es inevitable.
Pero no hay a quien dejarle la estafeta de la vida, jóvenes que no son jóvenes, jóvenes todo poderosos que en la auto suficiencia fallecerán, sea por hambre, desaparecidos o perdidos en sus mundos. Lo único que deseo es recoger mis fragmentos y siquiera por un momento que pueda ser uno, uno solo.
*Médico salvadoreño
