Poderópatas: La patología del poder

“Poderópatas: la patología del poder” es un libro escrito por el español Francisco de Federico Muñoz quien afirma, que nuestros políticos nos roban cantidades astronómicas de nuestro dinero.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo

Eso se debe a que hay demasiado sinvergüenzas que se han filtrado en el sistema de poder. Sostiene que el auténtico y primitivo motor del género humano es la necesidad de amor, aprobación y apoyo emocional. La carencia de estos ingredientes provoca todo tipo de patologías.

El poderópata es un individuo que padece una neurosis obsesivo-compulsiva por el poder en cualquiera de sus manifestaciones. Son individuos que se dedican a ejercer su “poder” en círculos sociales, laborales o familiares para sentirse importantes y superiores a los demás. Anota que siempre han existido personajes que persiguen sus propios intereses sin importarles los demás.

Los poderópatas presentan rasgos comunes con la “psicopatía”. En la primera etapa de la poderopatía no se sufre perdida de contacto con la realidad. Pero cuando el poderópata consigue un auténtico poder puede degenerar, si se dan las circunstancias adecuadas, exteriorizando corrupción, abusos de poder, ocultación de la verdad, manipulación de todos los medios y formas de comunicación, conspirando a favor de otros poderosos que lo apoyan y manipulando a ciudadanos, empleados o cualquier otro grupo social.

De Federico Muñoz avisa que los comportamientos neuróticos-compulsivos individuales, redundan en el propio individuo y en las personas que lo rodean. Pero un líder social que padece poderopatía sus repercusiones es a nivel socioeconómico, ecológico, político y público. El poderópata necesita de una agrupación, como caldo de cultivo o plataforma idónea, para desarrollar y ejercer su neurosis obsesiva de poder. El rasgo de la poderopatía es una eterna insatisfacción que se transforma en avaricia.

Los síntomas significativos de los poderópatas son egoísmo, narcisismo y avaricia. El origen de la poderopatía es el miedo que produce el sentimiento de inferioridad arraigado en lo más profundo de su inconsciente. Alfred Adler, dice De Federico Muñoz, piensa que el sentimiento infantil de inferioridad aviva el afán de poder. Es decir, el sentimiento de superioridad y de potencia es un mecanismo de compensación ante la impotencia y la inferioridad. La “voluntad de poder” es una fuerza compensadora, que alivia y pone termino a la inseguridad interna.

Es importante el equilibrio mental de gobernantes, dirigentes y fomentadores de ideología, por las secuelas que tienen sobre la sociedad. El comportamiento de unos cuantos poderópatas, puede cambiar el curso de la historia de un pueblo truncando su camino de forma negativa. Precisamente, esta neurosis obsesivo-compulsiva por el poder no es reconocida como enfermedad, porque nadie quiere puntualizar este tipo de patología en hombres y mujeres de Estado actuales o recientes.

El principal caldo de cultivo de poderópatas es la sociedad basada en un capitalismo ultra liberal. Aquel capitalismo basado en la reducción del Estado, en el cual las empresas multinacionales engullen todo lo que se interpone en su camino y obstaculice su insaciable aumento de beneficios.

De Federico Muñoz afirma que vivimos en la dictadura del neocapitalismo neoliberal, que se disfraza y se sirve de la democracia como coartada. Declara que las ideologías, de uno y otro signo, han querido utilizar las emociones para que individuos proyecten su poderopatía, azuzando a las masas y que estas se hallen dispuestas a dar su vida por la estupidez de turno. En nombre de la “democracia” se detiene ilegalmente, se reducen las libertades, se controlan los medios de comunicación, se tortura y se invaden países.

Los instrumentos más frecuentes que pueden usar los sistemas de poder dirigidos por algún poderópata son los medios de comunicación, las editoriales, la economía y su administración, el miedo, la autocensura y la corrupción. El autor comenta que la corrupción se ha convertido en una pandemia. Las leyes y normas para afrontar la corrupción son soluciones “trampa”. Hay corrupción porque se filtran en las estructuras de poder y liderazgo demasiados sinvergüenzas y poderópatas. El sistema electoral en la política y la elección de líderes en los restantes poderes es una auténtica estafa.

La democracia está secuestrada y solo sirve como coartada al poder instituido. De Federico Muñoz dice que de lo que se trata es, de reducir al máximo las posibilidades que estos indeseables consigan poder. Plantea que políticos y funcionarios deben someterse a un proceso de reclutamiento y selección ante un equipo técnico compuesto por psicólogos, psiquiatras, filósofos, antropólogos y sociólogos, supervisados por universidades. Este equipo técnico podría ser nacional o supranacional con carácter rotatorio. Esto para resolver el problema del equilibrio mental y dar a conocer a los ciudadanos el perfil psicológico de los líderes políticos. Esta propuesta no consiste en psiquiatrizar la vida política, sino, garantizarnos líderes políticos y sociales “normales”. Ya que un poderópata con sensación de “impunidad” puede hacer las mayores atrocidades.

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