China siempre ha sido un gigantesco magneto que atrae a todos los habitantes del planeta. Cuando se piensa en China se viene a la mente la imagen de grandeza y enigmas.
Por: Dr. Víctor Manuel Valle
Por mucho tiempo se supo que el explorador y comerciante italiano Marco Polo estuvo en China hace 8 siglos y quedó fascinado con lo que vio. Abrió apetitos de las potencias hegemónicas coloniales de la época. Y no les fue mal a costas del sufrimiento y explotación de los habitantes Asia.
El vasallaje colonial al que fue sometida China dejó huellas culturales y puso a prueba su capacidad de resistir. Todavía hay reminiscencias en 4 siglas bancarias: la red trasnacional de bancos HSBC, Hong Kong and Shangai Banking Corporation que surgió para canalizar el comercio que China y la India tenían principalmente con Europa. El HSBC, en la actualidad, es potencia bancaria transnacional y fue famoso por un escándalo, el 2012, cuando fue acusado en el Senado de Estados Unidos de lavar dinero proveniente del narcotráfico internacional.
China ha estado presente en la historia y la política, por varios hechos y símbolos que ilustran su antigua sólida cultura y grandeza: la muralla china, construida hace más de 25 siglos, las estatuas de los soldados de terracota, construidas el siglo III de nuestra era, las enseñanzas de Confucio, que vivió hace 26 siglos y dejó un legado filosófico que inspira a China y al mundo; la Guerra del Opio, inducida por Inglaterra para profetar de la droga ilícita y apoyar el consumo en Europa; la Ruta de la Seda, para facilitar el comercio entre Europa y Asia; y la larga lucha de China para enfrentar los apetitos imperiales y coloniales de Inglaterra, Portugal, Francia, y Japón.
China resistió para preservar su cultura y su identidad y, poco a poco, “con paciencia y mentalidad china” derrotó uno a uno los imperios.
El siglo XX fue decisivo para que China diera pasos firmes y construyera los cambios fundamentales para llegar a ser la potencia que es en la actualidad y concretar el sueño de volver a ser una nación respetable como potencia de fuerte cultura.
El enfrentamiento de China con Japón, iniciado en la antesala de la segunda Guerra mundial y concluido con la derrota de Japón en 1945, abrió a China la posibilidad de ensayar un nuevo liderazgo que proclamó la necesidad de hacer una revolución.
Mao Zedong hizo posible la Marcha de los 10,000, hazaña que ha quedado como un hito en la historia universal y como el antecedente inmediato del triunfo en 1949 de la Revolución China.
Ha sido difícil, pero fructífera, la lucha de China para ubicarse en la arena internacional como gran potencia, desarrollada e influyente en la geopolítica mundial.
A lo largo de sus 73 años de vigencia como actor importante en la política internacional, ha vivido y superado momentos difíciles. Desde un principio enfrentó la oposición activa de las potencias perdedoras, tuvo problemas en llevar bienestar a las grandes mayorías populares, enfrentó conflictos armados en la península de Corea, pasó por hambrunas y luchas de poder interno, y vivió una arrolladora revolución cultural. Durante los tiempos iniciales contó con el tenaz liderazgo del presidente Mao que alcanzó una estatura mundial tanto para los revolucionarios como para sus enemigos.
En 1978 hubo un cambio en el liderazgo de China. Surgió como máximo líder político, económico y militar el veterano luchador revolucionario Deng Xiaoping, quien durante sus más 10 años de ejercer el liderazgo introdujo cambios fundamentales en la economía y la política chinas y en sus relaciones internacionales. Su prioridad fue que el desarrollo socioeconómico llegara a toda la población. Famosa fue la frase que se la adjudica: no importa el color del gato, lo importante es que mate ratones y será buen gato.
La salida de Deng Xiaoping, en 1989, coincidió con el derrumbe de la URSS. El mundo subdesarrollado viró su mirada hacia la ya importante potencia socialista: China. En los últimos 30 años, China ha avanzado en la concreción de un sueño: ser la primera potencia mundial en 2049, cuando se celebre el primer centenario de la Revolución China.
Se le adjudica a Napoleón Bonaparte que, en el apogeo de su ímpetu imperial, recibió la sugerencia de invadir y dominar China: “China es un gigante dormido. Dejadlo dormir porque, cuando despierte, el mundo se sacudirá”
Lo que no dijo Napoleón fue que, mientras dormía, el gigante pasaba por un sueño, no de opio como el que indujeron los europeos para acumular recursos, sino el sueño de restaurar una nación que volverá por los fueros de sus grandezas.
Desde 1949 ese camino, aún con tropiezos, ha sido recorrido por el pueblo y el liderazgo chinos. A manera de comparación se puede decir: la Revolución Rusa (1917-1989) colapsó después de 72 años. La Revolución China ya cumplió 73 años. . Existe la certeza histórica que, cuando se llegue a su primer centenario, en el 2049, China será indiscutible potencia mundial y habrá llevado a su población el tan anhelado desarrollo humano y pleno con una revolución a-la-china y sin importarle el color del gato que matará los ratones del subdesarrollo y la sumisión colonial.