Analizar el poder sindical, es hoy una tarea impostergable para tener vida sindical

El poder sindical lo vamos a entender como la capacidad de imponer las posiciones sindicales ante sus interlocutores. Siempre que exista una lucha de poder, en el caso salvadoreño es un cuestionamiento permanente e histórico de la economía, que está implicando una lucha por la hegemonía del poder económico y por consiguiente quienes se apropian del poder del Estado—el uso del estamento gubernamental para los fines e intereses propios o del grupo al que represento—

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Dentro de ese contexto los sindicatos históricamente han dispuesto de poder sindical con sus interlocutores, a partir de bases donde cada parte evalúa la capacidad para poder ganar y también el costo de participar en la lucha. Los sindicatos desde su contexto de lucha, han identificado claras diferencias entre el sector privado y el sector público. Hacer sindicalismo hoy entre trabajadores proletarizados (asalariados) y de personas trabajadoras no asalariadas, abre una cárcava, que genera por momentos debilitamientos del poder sindical.

Es hoy claro que como sindicato estamos a la defensiva y actuando de manera muy reactiva; para el caso el efecto que provoca la cadena de suministros, luego del impacto ocasionado por la pandemia, una economía cerrada local, nacional, regional y mundial, tiene diferentes efectos, que dependiendo de una situación particular deficitaria antes de la pandemia, representa para estas economías una situación de impactos gravísimos en el poder de compra de la gente.

No es lo mismo la postura del gobierno Bukele en feb2019, con su gane electoral y la derrota de los partidos políticos tradicionales (ARENA, FMLN), a un Bukele en la toma de posesión henchido de soberbia, de gozo por la debacle de una oposición funcionando desarticulada y sin fuerza, que le pretendía atacar su falta de visión y experiencia política, resultado de varios hechos anteriores que configuraron una personalidad disidente a las fuerzas electorales tradicionales.

Pero también el hecho de feb2020 ante la Asamblea Legislativa, opuesta a todo y a nada, potenciando la lógica de seguir igual sin cambio, no pudo resolver la acción de Bukele de conformidad al marco jurídico imperante en el país y, ello fue vital para la medición de fuerzas. Después de allí el panorama cambió radicalmente y entró un Bukele dentro del contexto de la pandemia, las necesidades estructurales pendientes históricamente de resolverse, denotaba un contexto de trabajo gubernamental más complejo, por cuanto nadie de los gobernantes pasados lo había vivido.

Este vaivén del poder electoral, trajo como consecuencia mayores debilitamientos al sindicalismo, aquel ligado partidariamente—ya sea a ARENA o al FMLN—cayó en su interlocución política. Y se ha tenido que estructurar un remedo de sindicalismo para darle respuesta a los intereses de la gente trabajadora, se cayó en una deficiente representación de los grupos laborales poblacionales. Y que su lastre de estar vinculados a uno u otro partido tradicional, determinó consecuencias de declive del poder sindical estructural y asociativo entre otros.

El bajo poder interlocutor durante el ejercicio de ARENA y del FMLN, dejó claramente un camino de desestructuración de la fuerza sindical, sindicatos que habían jugado un papel pro empresarial o un papel político en favor del FMLN, terminaron de ser; y tuvo su mayor efecto en tanto es la misma masa de trabajadores de los diferentes sindicatos, quienes otorgaron el poder electoral a Bukele; y fue de mayor impacto en el caso del FMLN, por ser quienes expulsaron a Bukele.

Esto trajo un marco de deterioro del diálogo social, los errores del gobierno del FMLN en ese aspecto, trajeron como consecuencia argollas sindicales que proliferaron en sindicalismo ad hoc, acorde a las necesidades del funcionario(a) de turno, y llevó a un deterioro acelerado de las relaciones laborales en el contexto público y privado.

La economía nacional siguió su deterioro, y después de aumentos al salario mínimo en el 2021, con otras connotaciones más de carácter político que de acuerdo a las necesidades de aumentar el poder de compra de la gente trabajadora; sin embargo, el salario mínimo incrementado en un 20% en agosto 2021, no trajo superación del bienestar propio y familiar.

Las empresas en su carrera de recuperación económica, aumenta metas, reduce condiciones laborales, desvalora las relaciones laborales con el sindicato, disminuye prestaciones, maneja el pago de salarios al antojo y discrecionalidad totalmente arbitraria. Y el gobierno sigue siendo cuestionado en el plano internacional como violador de derechos humanos y acciones de cambios en clara violación constitucional.

El poder sindical organizacional e institucional, deben complementarse a los anteriores, sin caer en un resultado precario y debilitamiento de los otros poderes, por estar sólo arrimados al poder de facto y gubernamental, actuando de manera oportunista y con escaso liderazgo ético y consecuente.

*Sindicalista salvadoreño

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