En la actualidad es común escuchar de los usuarios del sistema sanitario público “…que mal tratan en la unidad de salud, la clínica o el hospital…», “…no hay medicamentos…”, “…vine de tan lejos y no me atendieron…», etcétera; situaciones descritas por los usuarios a las que debemos sumar las que los operarios del sistema expresan: excesiva carga en los horarios, recursos y presupuesto limitado, escasez de personal y consecuente sobrecarga de las citas, etcétera.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
No es necesario ser un genio para calcular que lo que está detrás de esto es el histórico factor político tras el desorden administrativo excesivamente burocrático del sistema, en el que los recursos no se gestionan con la debida transparencia.
Así para el caso, la asignación presupuestaria al rubro de salud el presente año, es del 6% del PIB – MINEC -, mientras en 2021, se le agregaron según la misma fuente 54,2 millones más en relación al anterior, lo que supone privilegiar al área.
Sin embargo, cuando se añade a la ecuación la legislación vigente relativa al uso de recursos públicos, y, en consecuencia, la gestión simplemente se niega a dar cuentas sobre cómo se usan tales recursos, y tampoco el ejecutivo nos lo explica en su anual rendición de cuentas – la que se corresponde más con un mero acto proselitista que con el cumplimiento del mandato constitucional sobre el manejo de recursos en la administración – respaldados con las debidas evidencias físicas y los debidos informes económicos de las mismas, entonces lo que nos queda no es sino el mismo decadente esquema político corrupto de siempre.
Y es que, ningún modelo de salud pública por bien planteado que este, funcionará, si no hay interés político porque funcione, y en cambio el propósito ulterior es él que sea fuente de más desafíos que soluciones.
Una solución la supone el que el modelo pase a ser preventivo, dejando atrás el esquema reactivo que lo caracteriza.
La introducción de clínicas comunales debidamente equipadas, cuyo propósito sea el de atender bajo este esquema a la vecindad de las inmediaciones, contribuiría a descongestionar las unidades de niveles superiores, porque el personal que se desempeñe bajo este esquema tendría la específica función de registrar a los vecinos en el modelo, educándonos en el tema de prevención, y brindando la atención primaria requerida cuando así fuese necesario.
Este primer filtro de un nuevo esquema de salud pública giraría en torno a la anticipación a través de la educación comunitaria, orientada a educar en salud, para, por ejemplo, identificar signos tempranos de cualquier dolencia derivando su debida atención.
De ser necesario el sistema se adecúa a partir de este primer escalón, trasladando los casos al nivel requerido de acuerdo a las necesidades de la población.
Entonces, no existe el sistema ideal, siempre habrá que enmendar, corregir, suprimir, añadir, pero de eso se trata, de adecuarse a las condicionantes proyectándose desde lo que se conoce, para así prevenir lo desconocido.
El propósito: mejorar desde un enfoque de dignidad la salud pública.
*Educador salvadoreño