Cine: Alejandro González Iñárritu, el bardo de la imagen

La séptima película del prestigioso director mexicano constituye un pretexto para revisar la vida y obra de un verdadero poeta del cine

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME (Revista RS)

Los Three Amigos fue una popular comedia de 1986 protagonizada por Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short, acerca de unas estrellas del cine silente que son confundidos como verdaderos héroes y quienes terminan salvando a una pequeña villa mexicana del abuso de una pandilla de villanos. Con ese mismo nombre, la prensa ha llamado a Alfonso Cuarón, Guillermo Del Toro y a Alejandro González Iñárritu, tres héroes del cine mexicano quienes se convirtieron en los verdaderos salvadores del cine de ese país, llevándolo a una nueva edad de oro a comienzos del siglo XXI. Asimismo, Los tres amigos (que lo son de verdad) bien pueden considerarse como tres de los autores más interesantes, audaces y creativos del cine contemporáneo.

UN JOVEN REBELDE Y VIAJERO

Alejandro González Iñárritu nació en ciudad de México el 15 de agosto de 1963, siendo el menor de siete hermanos. Su abuelo materno fue Alfredo Iñárritu y Ramírez de Aguilar, un prestigioso jurista, miembro de la Suprema Corte. Por otra parte, su padre Héctor González Gama, fue un baquero y ranchero que terminó en la bancarrota cuando Alejandro tenía cinco años de edad. Durante su vida estudiantil, el futuro ganador del Óscar obtuvo unas pésimas calificaciones y fue expulsado de la preparatoria por sus faltas de disciplina recurrentes.

Alejandro contó alguna vez que la primera vez que fue consciente de la influencia que tendría el cine en su vida, fue cuando huyó con una chica perteneciente a una familia prestante de Acapulco, inspirado en la película Hair de Milos Forman, aunque sus planes terminarían fracasando, ya que regresaría con su familia una semana después.

Sin embargo, unos meses más tarde, dejaría definitivamente su hogar para trabajar como marinero en barcos de carga a los dieciséis años de edad. Viajaría por todo el mundo (su padre lo apoyaría económicamente para que se pudiera quedar un año en Europa), y esa vida nómada y cosmopolita, marcaría una gran influencia en su trabajo como director.

Terminada su etapa de viajes juveniles, Iñárritu regresaría a México para estudiar comunicación en la Universidad Iberoamericana. El director ha confesado tener una seria desconfianza e inclusive desprecio con la idea de éxito que impuso el capitalismo a las sociedades modernas y eso es algo que siempre está presente en su obra. “El éxito es algo engañoso. No es un lugar a dónde llegar, sino una bola de humo que no provee ninguna satisfacción porque es efímero y momentáneo”.

EL ESPÍRITU DEL ROCK

Luego de graduarse como comunicador y gracias a su voz profunda y agradable, Iñárritu inicia su carrera profesional como presentador para WFM, la emisora de música Rock más importante de México. Sobre esa etapa como DJ, el futuro director dice haber aprendido a conectar listas de canciones con una estructura narrativa aleatoria y fragmentada, algo que le sirvió mucho en su trabajo como cineasta. Por esta razón, él suele a considerar a los ídolos del Rock como Led Zeppelin, Pink Floyd y Santana como influencias más importantes para su trabajo cinematográfico que los mismos directores a los que admira. Iñárritu no solo llegaría a entrevistar a Robert Plant, David Gilmour y Elton John, entre otras superestrellas del Rock para su programa radial, sino que se esforzaría para convertirse en músico. “Para mí, la música es mi arte predilecto. Es el arte más sublime. Yo creo que los músicos se elevan, mientras que los cineastas nos arrastramos como cucarachas. Los músicos crean la abstracción total y es un arte espiritual”.

A finales de la década del ochenta, Alejandro se convertiría en el productor más joven en trabajar para Televisa. De una forma paralela, compondría la música para varios “churros” mexicanos (término para referirse a películas de bajo presupuesto y calidad discutible) con títulos como Un macho en la cárcel de mujeres, Un macho en el salón de belleza, Fiera solitaria y Garra de tigre. Fue en esa etapa cuando conoció al extraordinario narrador Guillermo Arriaga y, de allí surgiría el trabajo colaborativo que puso al Iñárritu en el mapa.

CINE DE LA Z A LA A

Sin haber estudiado cine y de una manera autodidacta, Iñárritu crea a principios de los noventa una compañía de producción conocida como Z Films, junto a Raúl Olvera Ferrer. Con una mezcla entre inexperiencia, audacia y entusiasmo desmedido, ambos se convertirían en los creativos, productores y directores de varios cortos y anuncios de gran calidad, lo que le dio a la empresa una gran reputación en el mundo de la publicidad. “Los clientes nos odiaban porque nuestros anuncios eran todo sobre las ideas y nada sobre el producto…Aunque en el cine hay que considerar al público, creo que lo primero que un director debe considerar es el desarrollo de una idea, porque si no es así, vas a terminar haciendo publicidad. El público va al final”.

Picado por el bicho del arte dramático, Alejandro estudia dirección teatral con Ludwik Margules y Judith Weston en Los Ángeles. En 1995, escribe y dirige Detrás del dinero, su primer piloto para la televisión producido por el Z Films y protagonizado por Damián Alcázar y nada menos que Miguel Bosé.

Cinco años más tarde, se estrena Amores Perros, su primer largometraje, el cual hoy se reconoce como una de las mejores películas mexicanas de todos los tiempos y una de las más importantes de lo que lleva el siglo XXI a nivel mundial.

Al igual que David Lynch, Iñárritu considera que una película debe surgir de una idea o, más bien, de una serie de ideas. “El cine se inicia como una idea. Una nota musical, un rayito de luz, una plática de alguien. Desde ahí empiezas a conectar esos elementos para generar una serie de patrones. Son imágenes, sensaciones y emociones, desasociadas en un principio, que después vienen a la tarea terrible y casi imposible de traducirlas en palabras en una página… La música tiene la particularidad de transmitirse en una partitura. La partitura tiene la ventaja de que puede ser leída y ejecutada de una manera muy fiel…El guion es un área gris y muy limitada para hacer una película. No hay herramientas para el ritmo, los silencios, las pautas, los espacios, y el compás, como si las hay en las partituras”.

LA TRILOGÍA DE LA MUERTE

Amores Perros, 21 Gramos y Babel escritas por Arriaga (las dos últimas filmadas en inglés), utilizan la técnica literaria de la alteración sintagmática (también conocida como juegos temporales), que consiste en una serie de retrocesos y avances en el tiempo para conformar una narrativa fragmentada que consigue atrapar emocionalmente al espectador. Dicha estrategia llevó a Iñárritu a ser comparado con Quentin Tarantino, quien también utilizó este recurso en películas como Reservoir Dogs y Pulp Fiction y que, a su vez, nos remite al cine de Godard (Vivir su vida) y Griffith (Intolerancia)Pero cabe aclarar que, en las películas de Iñárritu, esta es una propuesta narrativa que surge del escritor más que del director.

Al parecer, las claves para el triunfo que significaron estas tres películas, tienen que ver con tres conceptos: control, meticulosidad y estilo. Iñárritu es conocido por su meticulosa selección del equipo que con el que trabaja en la cinta, el cual, de acuerdo con el director, es la clave para establecer el estilo visual y narrativo de la misma. Pero a diferencia de muchos otros autores, él es quien termina adaptándose a su equipo y no al contrario. Un claro ejemplo lo podemos ver en la opción de Iñárritu por la hiperfragmentación en el montaje, conformada por un ritmo acelerado y caótico, que sirve a la perfección para las intenciones narrativas de su guionista. Este estilo de montaje se mantuvo Amores Perros, 21 Gramos y Babel, sirviendo a los guiones por Arriaga, pero cambia de una manera radical y abrupta cuando Iñárritu y Arriaga deciden tomar caminos separados.

Para estas tres películas, que sitúan a sus personajes en situaciones dramáticas extremas con estructuras narrativas corales y fragmentadas, Iñárritu contrató como director de fotografía a Rodrigo Prieto, quien apostó por una imagen granulada y de cromas saturadas, que caracterizan la etapa con Arriaga conformada por múltiples historias interconectadas, que se desarrollan en diferentes espacios, que juegan con el presente, el pasado y el futuro, y que exploran los tres temas universales e inagotables: vida, amor y muerte. Asimismo, la directora de arte Brigitte Broch, apostó por unas tonalidades contrastantes que, junto con la propuesta de Prieto, generaron el estilo visual que Iñárritu necesitaba para contar las historias de Arriaga.

INTERLUDIO

Entre los cortos que Iñárritu produjo entre el 2001 al 2011, encontramos su segmento para el proyecto colectivo 11’09″01 September 11, con motivo de los ataques terroristas del 9/11; Powder Keg, que hizo parte de The Hire, una serie de cortometrajes de acción protagonizados por Clive Owen y auspiciados por la BMW; Anna, un trabajo para la antología Chacun son cinéma; y Naran Ja: One Act Orange Dance, una obra experimental inspirada en el Proyecto de Danza de Los Ángeles. Todas estas obras evidencian el interés constante del director por experimentar y extender las fronteras del lenguaje audiovisual.  

Biutiful, protagonizada por un soberbio Javier Bardem, fue la primera película de Iñárritu sin el aporte de Arriaga y, a la vez, un trabajo duro, compasivo y trágico, cargado de poesía existencialista. Aquí ya no hay historias múltiples ni juegos temporales, sino que todo se centra en la historia de un individuo marginal que vive en una situación extrema que lo pone de cara a la muerte, por lo que trata de darle sentido a su vida antes de que esta termine. Con su cuarto trabajo, Iñárritu demuestra de nuevo que es un estupendo director de actores (Gael García Bernal en Amores Perros, Benicio del Toro, Sean Penn y Naomi Watts en 21 Gramos, Brad Pitt y Cate Blanchett en Babel). Pese a que sus actores se han quejado del enorme estrés físico y emocional que significa trabajar con este director, lo cierto es que del dolor surge la gloria. Biutiful es un trabajo que gira en torno a un hombre y que le sirve a su actor protagonista para dar lo mejor de sí, sin abandonar el interés por la tragedia humana, presente en toda la filmografía del director. “Evidentemente, esta película fue escrita como un traje a la medida para Javier Bardem. Así la escribí”.

LA SEGUNDA ETAPA

Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) y El renacido, constituyen un cambio en cuanto a la propuesta visual y narrativa del director. Los formatos 16 y 35 mm usados por Prieto en la “trilogía de la muerte”, se reemplazaron por un formato anamórfico y por un nuevo fotógrafo, Emmanuel Lubezki, quien sustenta su propuesta visual en la limpieza de la imagen y en unos prolongados planos secuencia que antes no existían en el cine de Iñárritu, pero que se acomodan a las nuevas tragedias. El diseño de producción ahora estaba a cargo de Jack Fisk, antiguo colaborador de Lynch, que trajo consigo minimalismo y sobriedad a la obra del mexicano, armonizando así con el estilo de Lubezki. Stephen Mirrione, su editor desde 21 Gramos, destaca también la fuerte modificación en el ritmo de sus obras. En 21 Gramos y Babel, Iñárritu enviaba una gran cantidad de metraje a la sala de montaje, con Birdman y El renacido el metraje era considerablemente menor y elaborado con mucho más cuidado.

La transformación del estilo llevó a que muchos críticos sospecharan que el verdadero talento estaba en Arriaga y no en Iñárritu. La prueba principal de que dicha sospecha es infundada, está en la calidad de sus películas. Birdman, merecida ganadora del Óscar a la Mejor Película, y El renacido, un estupendo remake de The Man in the Wilderness, también postulado al Óscar, son dos obras de una gran contundencia. Asimismo, el interés por las relaciones parentales y por develar lo más profundo del ser humano, continúan siendo una constante temática del autor, así como el extraordinario trabajo con sus actores (Michael Keaton y Leonardo Di Caprio fueron memorables en sus respectivas cintas).

Ahora siete años después del estreno de El Renacido, y luego de Carne y Arena (un proyecto de realidad virtual presentado en el Festival de Cannes en el año 2017), llega Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, la película más personal de Iñárritu hasta la fecha, y donde este trabajó como guionista, editor, productor y director. “Yo no escojo las películas, sino las películas me escogen a mí. Siempre me doy un gran espacio entre una película y otra, para que surjan las semillas que darán fruto a las ideas. Y si esas ideas no desaparecen con el tiempo, siguen cuestionándote y siguen dándote vueltas, eso quiere decir que hay que hacer algo con ellas. Yo soy tan solo el vehículo transmisor de algo que tiene que ser expresado”.

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