Entrevista: Juan Antonio Estrada: «Ratzinger se convirtió en un tradicionalista que combatía ideas que había defendido antes»

Juan Antonio Estrada

 

«Hay personas agobiadas por conservar la tradición que no comprenden que esta es cambiante y que el Nuevo Testamento sigue siendo una fuente de inspiración»

«Muchos se resisten porque no admiten la evolución y la necesidad de cambios. También ocurrió tras el Vaticano I  hoy es un problema que puede llevar a una nueva escisión en la Iglesia»

«Si no se consigue una Iglesia al servicio de la justicia y los pobres, esta deja de ser evangélica y de responder al mensaje de Jesús»

Es uno de los ‘grandes’ (por prestigio y por obra) de la Filosofía y de la Teología en España. Juan Antonio Estrada (Madrid, 1945) es catedrártico emérito de la Universidad de Granada y acaba de publicar ‘Jesús y la Iglesia’ (Desclée), en la que desentraña preguntas de fondo, como ésta: «¿Qué vinculación hay entre el proyecto mesiánico de Jesús y el de la Iglesia actual?» Pero también aborda temas actuales. Por ejemplo, señala que «es urgente» caminar hacia el celibato opcional, cree que «el futuro de la iglesia depende de los laicos y de las mujeres» y de una institución que esté «al servicio de la justricia y de los pobres». Y recuerda que «Ratzinger fue un teólogo abierto durante el Concilio y luego se convirtió en un tradicionalista que combatía ideas que había defendido antes».

¿Uno de los objetivos de su libro ‘Jesús y la Iglesia’ es postular el paso del modelo piramidal-monárquico al circular o poliédrico, por el que apuesta el Papa Francisco?

El papa Francisco ha indicado que se inspira en el concepto de pueblo de Dios del Vaticano II y que la Iglesia sinodal es un instrumento y una meta para alcanzarlo. Además del refrendo papal es una exigencia ampliamente compartida por los cristianos.

«La Iglesia no deriva directamente de Jesús ni es una fundación suya», dice usted en el libro. ¿Muchos católicos no lo saben, porque la jerarquía se lo ocultó interesadamente?

La Iglesia nace después de la muerte de Jesús, parte de la comunidad discipular de Jesús e incorpora otras personas y dimensiones bajo la inspiración del Espíritu Santo. La estructura trinitaria del Credo o confesión de fe de la Iglesia presenta a la Iglesia como obra del Espíritu. Esto se perdió en el curso histórico del cristianismo y facilitó una desorbitada jerarquización de la Iglesia. En el catolicismo se desorbitó la dimensión cristológica institucional respecto a la del Espíritu Santo, los carismas, los profetas y la comunidad como pueblo de Dios.

 Si Jesús no fundó la Iglesia, ¿cómo y por qué surgió?

 Jesús esperaba una cercana llegada del reino de Dios en plenitud y con ella su venida triunfal tras la resurrección. La toma de conciencia de que la escatología no era cercana llevó a ver el tiempo de espera como el de la misión y la comunidad de fieles se constituyó en Iglesia con cargos e instituciones. La creatividad de la iglesia y su capacidad para crear ambas cosas causa admiración. Habría que recuperarla ahora para su reforma y aggiornamento.

 Sostiene usted que «la reforma de la Iglesia se convierte en una exigencia fundamental». ¿Por qué bastantes católicos y muchos clérigos no lo ven así?

“La Iglesia siempre necesita de reformas” afirmó el Vaticano II. Al cambiar la sociedad en la  historia es necesario traducir de forma diferente la misión para aplicarla a las nuevas metas y desafíos que se presentan. Hay personas agobiadas por conservar la tradición que no comprenden que esta es cambiante y que el Nuevo Testamento sigue siendo una fuente de inspiración.

 ¿Los clérigos, educados para ser funcionarios de lo sagrado, son los principales enemigos de la reforma de la Iglesia y de la primavera de Francisco?

El papa acusa al clericalismo de haber cambiado a la Iglesia y tiene razón, pero hay distintas formas y personas entre los clérigos. Es verdad que muchos se resisten porque no admiten la evolución y la necesidad de cambios. También ocurrió tras el Vaticano I y hoy es un problema que puede llevar a una nueva escisión en la Iglesia.

 ¿Juan Pablo II y Benedicto XVI ‘congelaron’ el Concilio e hicieron involucionar a la Iglesia conciliar?

Ya en la última década de Pablo VI se impusieron los tradicionalistas a los renovadores del Concilio. La preocupación por conservar la identidad en un mundo en cambio, llevó a una lectura restrictiva del Vaticano II. El ejemplo mayor es el del teólogo Ratzinger, que fue un teólogo abierto durante el Concilio y que luego se convirtió en un tradicionalista que combatía ideas que había defendido antes.

 ¿Los tres grandes agujeros negros de la doctrina conciliar fueron la moral sexual, el sacerdocio y la mujer?

Son tres grandes problemas de la Iglesia actual, planteados durante el Concilio pero no abordados en el aula conciliar por decisión papal. De ellos depende el futuro de la Iglesia. Pero el problema mayor es el de la injusticia y la suerte de los pobres, que necesita una Iglesia al servicio de ambos. Si no se consigue una Iglesia al servicio de la justicia y los pobres, esta deja de ser evangélica y de responder al mensaje de Jesús.

 ¿La moral sexual centrada en el pecado está alejando de la Iglesia a mucha gente e impidiendo que los jóvenes conecten con ella?

En una sociedad tan sexualizada y erotizada como la nuestra hace falta una moral contracultural, que responda al mensaje del evangelio. Pero también que tenga en cuenta los cambios antropológicos, sociales y científicos que se han dado desde el pasado siglo. Estos problemas los sienten especialmente los jóvenes, que más que ateos son en su mayoría indiferentes y distantes de la Iglesia y de su moral sexual.

 ¿Es partidario del celibato opcional?

El celibato obligatorio se impuso en el siglo XII en los concilios lateranenses, en un contexto de abundancia de clero, de degradación moral y de rechazo de la sexualidad que se veía impregnada de pecaminosidad. Solo se impuso la obligatoriedad en la iglesia católica, no en las iglesias ortodoxas ni luego en las protestantes. Hoy se ha reformado parcialmente, en cuanto que se permite el ministerio sacerdotal de sacerdotes anglicanos casados.

Es una mera ley eclesiástica, que no existió en los primeros mil años de la Iglesia, y que cualquier papa o concilio puede cambiar. Si desaparece la obligación, seguirá habiendo sacerdotes célibes y no solo entre los religiosos. Creo que es urgente dar pasos en esta línea comenzando por las iglesias no europeas.

 ¿Será capaz una Iglesia tan patriarcal de recuperar el tiempo perdido y subirse al tren del feminismo antes de que sea demasiado tarde?

El futuro de la iglesia depende de los laicos y de las mujeres. Cuanto más se tarde en devolver el protagonismo eclesial a ambos, más tardará la Iglesia en responder a las necesidades de evangelización del mundo de hoy y a la dinámica del evangelio de Jesús.

 ¿El Estado del Vaticano predica los Derechos Humanos, pero los cumple?

La coherencia entre lo que se predica y lo que se hace es indispensable para la credibilidad de la Iglesia. El Estado del Vaticano no ha firmado muchos convenios de las Naciones Unidas porque tropiezan con el régimen de gobierno del Estado Vaticano y con la discriminación de la mujer que bloquea el igualitarismo que exigen los acuerdos internacionales.

 ¿Tendrá tiempo y dejarán al Papa Francisco cambiar el sistema eclesial?

No sabemos si las reformas que pretende el papa actual tendrán continuidad en el futuro. El papa fue definido en tiempos de Benedicto XVI como “cordero entre lobos” por el periódico oficial del Vaticano. El rechazo del papa ha aumentado hoy, así como los de dentro de la Iglesia que lo boicotean. Probablemente solo un Concilio podrá superar los obstáculos que hoy se ponen para una transformación de la Iglesia.

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