2023 inicia con más sombras que luces para la población salvadoreña. El país enfrenta una deuda pública que crece constantemente; solo en 2022, esta aumentó en más de tres mil millones de dólares, el mayor endeudamiento anual en la historia nacional.
A finales de este mes, el Gobierno tendrá que pagar cerca de seiscientos millones por el vencimiento de eurobonos, para lo cual la Asamblea Legislativa ya ha aprobado un nuevo préstamo. Además, el presupuesto 2023 está desfinanciado y su déficit será cubierto mediante otro préstamo. Todo ello hace que el endeudamiento público sea cada vez más insostenible y que cada año se incremente el monto presupuestario destinado al pago de los intereses de los préstamos adquiridos por el Estado.
Estos preocupantes niveles de endeudamiento y la insistencia en mantener la apuesta por el bitcoin a pesar de su fracaso han llevado a que El Salvador sea considerado un país de alto riesgo a nivel financiero y a que, por tanto, las tasas de interés a pagar por los préstamos sean cada vez más altas. Pese a esta sombría situación, el Estado sigue incrementando el monto del presupuesto nacional año con año y gastando más de lo que recauda. Aquello de que “el dinero alcanza cuando nadie roba” es solo un eslogan sin correlato en la realidad, pues, por un lado, no hay voluntad de poner freno a la corrupción, más bien se alienta la misma al remover los controles sobre el uso de los fondos públicos y negar toda información sobre los mismos a la ciudadanía; y, por otro lado, el dinero sigue sin alcanzar para cubrir todos los gastos estatales, aun cuando cada año el fisco recauda más recursos.
Pero no solo la economía gubernamental va mal, también la familiar está en crisis. Los hogares se ha visto afectados por el encarecimiento del costo de la vida, especialmente con la subida de los precios de la canasta básica y un nivel de inflación anual cercano al 9%, el más alto de este siglo XXI. Más del 50% de las familias no pueden hacer frente a gastos extraordinarios por sus propios medios, sino que tienen que recurrir a préstamos. Uno de los problemas más sentidos por la población es, desde hace años, la falta de empleo. Solo uno de cada cinco salvadoreños en edad laboral está empleado, lo cual es muestra evidente de la precariedad del empleo y de la economía a nivel nacional.
Por otra parte, la reforma al sistema de pensiones no cambiará sustancialmente la precariedad de los montos que reciben los jubilados. A pesar del incremento del 30% que la nueva ley establece en el cálculo de las pensiones, estas seguirán siendo muy bajas en relación a los salarios percibidos por los trabajadores, especialmente en el caso de aquellos que ganan el equivalente a más de dos salarios mínimos al mes. El sistema de ahorro individual no es capaz de proporcionar una pensión digna con los parámetros actuales, por muchas reformas que se hagan. La nueva ley, aunque mejore las pensiones de los trabajadores con los salarios más bajos, está más bien orientada a que el Gobierno pueda echar mano sin restricciones de los ahorros de los trabajadores.
También en lo político y lo social las cosas pintan mal. Este año se multiplicarán las medidas populistas de parte de la administración Bukele a fin de garantizar la victoria electoral del partido oficialista y la reelección inconstitucional del inquilino actual de Casa Presidencial, sin importar el alto costo que ello tendrá en el futuro del país. Asimismo, se intensificarán las medidas de control sobre la población en general, en especial sobre las organizaciones que mantienen una posición crítica y denuncian los abusos gubernamentales en el ejercicio del poder. El anuncio de que se prorrogará el régimen de excepción a lo largo de todo 2023 no es un buen augurio para nadie, ya que el régimen facilita la violación de los derechos humanos y la implementación de un Estado policial. También aumentará la propaganda oficial: la partida asignada a la Secretaría de Comunicaciones y a la Secretaría de Prensa es la que mayor incremento registra en el presupuesto de este año: 47.8% en relación al de 2022.
A pesar de todas estas dificultades, es crucial seguir viendo el futuro con esperanza. La resiliencia del pueblo salvadoreño, su empeño en salir adelante terminará desmontando la ficción adormecedora del oficialismo. A pesar de las mentiras y la opacidad del Gobierno de Bukele, tarde o temprano la verdad terminará por salir a la luz.
Editorial UCA