El proyecto cultural de Ratzinger Benedicto XVI

El 31 de diciembre nos conmovió el fallecimiento del papa emérito Benedicto XVI, fin de año y fin de un ciclo histórico en la Iglesia Católica Romana. El último papa europeo abrió las puertas del Vaticano para un sucesor que “venía del Fin del Mundo”, del Sur, por primera vez un papa latinoamericano y argentino para más señales.

Por: Elio Masferrer Kan*

Los teólogos analizaron su producción en la materia, los críticos consideraron que había sido omiso en torno a los pederastas, los más politizados recordaron la mordaza a los teólogos de la liberación, pero muy pocos analizaron el proyecto cultural de Ratzinger y su fracaso como estrategia eclesiástica, que considero motivó su renuncia, abriéndole el camino a Francisco, su oponente 8 años antes, en el Conclave que lo ungiría como Benedicto XVI.

En 1992, mientras los historiadores discutían como designar a los 500 años del arribo de Cristóbal Colón a las tierras americanas, si Descubrimiento, genocidio o “encuentro de dos mundos”, el Vaticano publicó un libro de centenares de páginas: el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica.

Ratzinger coordinó esta obra que pretendía fijar normas de conducta y comportamientos para millones de católicos en el mundo, recuerdo que lo compré en España ese mismo año, y que su llegada a México implicó una demora de más de un año, las jerarquías católicas latinoamericanas no impulsaron su divulgación entre los feligreses, sin embargo, años después publicaron un compendio de éste, que eliminaba algunas partes “interesantes”.

El Nuevo Catecismo estaba inspirado en una filosofía kantiana y hacía énfasis en una “puesta al día” de la moral católica. En el mandamiento de “no robarás” incluía como pecado la emisión de cheques sin fondos o la coalición entre empresarios para elevar en forma concertada los precios de los artículos de consumo, lo que, en términos económicos, se conoce como un acuerdo monopólico de oferta. En el capítulo de amor al prójimo incluía la venta de personas, conocido como trata y definía como cómplices de este pecado a quienes contrataran los servicios de las personas sometidas a este delito. Condenaba el consumo de pornografía y una lectura mas minuciosa del tema podía incluirse en esta categoría: la “venta de jugadores”, actividad muy común en ambientes deportivos profesionales. Incluía una condena a las relaciones entre personas del mismo sexo, catalogándolas como un “comportamiento desordenado”.

Calificaba al aborto como un homicidio y mantenía la excomunión de todos los involucrados en un proceso concreto de interrupción del embarazo, condenaba el uso de anticonceptivos como un comportamiento “egoísta”. En el capítulo de “no adoradas dioses falsos” prohibía la consulta de los horóscopos por basarse en creencias ajenas al cristianismo y el catolicismo. La prensa tomó con buen humor la publicación del Nuevo Catecismo y se entretuvo en demostrar que la inmensa mayoría de los católicos en diversas circunstancias estaba directamente involucrada en la extensa lista de pecados mortales y veniales, y por lo tanto, en términos de los criterios eclesiásticos, la “salvación de las almas” era una tarea imposible.

Los usuarios de los horóscopos reaccionaron con estupor, pues nunca se habían detenido a verlos con esa perspectiva epistemológica o teológica. Varios sacerdotes me confesaron que lo “de los cheques sin fondos” o los “acuerdos de precios” les ahuyentaría a “fuertes patrocinadores”, quienes veían estas prácticas comerciales como parte de sus estrategias empresariales. Insistir en las críticas al uso de los anticonceptivos en medio de los agudos problemas de las enfermedades de transmisión sexual o simplemente pensar que la vida en pareja implicaba una sucesión indefinida de embarazos y partos iba contra los criterios de ejercicio de la vida sexual y erótica de muchas parejas de católicos sinceros, que buscaban una paternidad responsable.

El alejamiento de millones de fieles de la Iglesia Católica es algo que los teólogos no explican y lo atribuyen a la “secularización” y el “relativismo”. En síntesis, la pérdida de fieles la atribuyen a que sus feligreses han caído en las “trampas demoníacas”, sin considerar en qué falló la institución. “Es mas fácil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”. La renuncia de Benedicto al pontificado puede leerse entonces como un acto de coherencia y autocrítica.

*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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