La campaña emprendida por el oficialismo para denostar los acuerdos de paz no nos debe sorprender, pues provienen de un gobierno que no ha logrado ningún acuerdo mínimo con nuestro pueblo, desconociendo el sentido mismo del diálogo.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Sus comentarios derivan entre la burla y el desconocimiento, afirmando entre otros que nada puede rescatarse del texto en cuestión.
Sin embargo, el valor de los acuerdos, si bien imperfectos e incompletos, reside en el concreto logro del cese efectivo de la confrontación armada.
Hay que subrayar que el conflicto de los 80 ‘s no compete solo a ésa particular década, pues es en realidad la suma de los muchos hechos que le precedieron.
Sus raíces no se encuentran en la década de los 80 ‘s, sino en un pasado que no hemos sido capaces de revisar como sociedad, por lo que su gran carencia es el abordaje integral y la superación de las causales del conflicto como tal.
Por otro lado, en esta línea el principal crítico es este señor que se inventó que la reelección presidencial está admitida constitucionalmente en un artículo escondido, lo que por sí solo lo descalifica para abordar cualquier tema serio, pues es claro que no se trata de una persona seria.
Además, el propio régimen no se ha caracterizado por tender puentes para con la ciudadanía, negándose a encontrarse con el pueblo que gobierna, degenerando en una autocracia narcisista complaciente, cleptócrata y mitómana, en la que todo gira en torno al caudillo, produciendo incluso una narrativa sobre la realidad, alejada de la realidad, en la que su tesis del edén salvadoreño construido por él, está más allá del entendimiento de los simples mortales, porque es un incomprendido ególatra.
Esto implica que cualesquiera otros logros que no sean paridos por él, simplemente no existen, no deben ser celebrados [porque no lo celebran a él], y, en consecuencia, el cese del enfrentamiento armado logrado en aquellos imperfectos acuerdos, son inválidos y, “son una burla”.
Burla es que el que ha rearmado al ejército, le garantiza impunidad, le asigna en tiempo de paz el mayor porcentaje del presupuesto y encubre sus actuales abusos, se atreva a descalificar los acuerdos.
Burla es que se sirva de tal narrativa para distraernos de los temas de interés, como la generación de empleos, salarios justos, acabar con la impunidad, perseguir a los elementos de su gobierno que saquean el erario público, producir una justa ley de pensiones, como también una progresiva ley tributaria, acabar con el compadrazgo que caracteriza su régimen, etcétera.
Sí, esos acuerdos fueron imperfectos, agravados por los sucesivos gobiernos de derecha, que comenzaron por desmontar el foro de concertación que tantos dolores de cabeza habrían resuelto de haber sido operativo, así como abandonados por la propia población, que distraída en los desafíos cotidianos tampoco ha cumplido con su tarea de ser el principal valedor de aquellos, que sin embargo cumplieron con su propósito, acabar con la confrontación armada, y ése, es el mayor logro para el pueblo salvadoreño y su herencia.
*Educador salvadoreño.