La agencia de investigación científica e industrial del Gobierno australiano (CSIRO por sus siglas en inglés) desarrolló en cooperación con Hungría y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) un sistema robotizado que facilitará la gestión del combustible nuclear gastado.
El dispositivo robotizado de observación de la radiación Cherenkov (RCVD, en inglés) —fruto de la colaboración entre la división Data61 de CSIRO, la empresa húngara de robótica Datastart y el OIEA— “completó una prueba exitosa en una instalación de energía nuclear en funcionamiento en América del Sur”, anunció CSIRO.
El prototipo del sistema, según el comunicado de prensa, navegó por un estanque de combustible gastado y proporcionó a los inspectores en tiempo real los datos que pueden usarse para la verificación de salvaguardias.
“La prueba demuestra que los robots autónomos pronto podrían ayudar con la medición y el análisis de campo del combustible nuclear gastado, brindando una mayor protección para los trabajadores humanos”, cita la nota a Rosie Atwell, jefa del programa técnico de CSIRO. Atwell recordó que, hoy en día, los inspectores tienen que utilizar un dispositivo portátil para identificar cientos de barras de combustible nuclear gastado, operando desde una plataforma suspendida sobre el estanque, a veces con temperaturas de 40 grados Celsius.
La nueva tecnología, según ella, reducirá el peligro para el personal y garantizará que la tasa de inspecciones de seguridad coincida con la del material nuclear.
Dimitri Finker, especialista en prospectiva tecnológica del OIEA, destacó por su parte que el RCVD “mejora significativamente la calidad de los datos recopilados. El instrumento se puede colocar de manera óptima cerca del combustible, lo que lleva a mediciones más consistentes y precisas”, dijo.
Los desarrolladores planean realizar más pruebas con el prototipo y, en un futuro, equiparlo con la visión por computadora para mejorar el grado de autonomía.
La radiación Cherenkov es un tipo de energía visible que el ojo humano percibe como un resplandor azul cuando electrones y protones superan la velocidad de la luz en determinados medios. El fenómeno debe su nombre al investigador soviético Pavel Cherenkov, quien compartió el Premio Nobel de Física de 1958 con sus connacionales Ilya Frank e Igor Tamm, por haberlo explicado y demostrado experimentalmente.