Ante la desolación y desconsuelo que suscita en nosotros la muerte, salen a nuestro rescate existencial personajes como la psiquiatra suiza-estadounidense, Elizabeth Kübler-Ross con sus estudios sobre experiencias cercanas a la muerte; la doctora, en vida, se dedicó a investigar a centenas de personas que habían sido resucitadas y tenían vivencias que relatar de sus encuentros con la “luz al final del túnel”.
Por: Fabian Acosta Rico
Los escépticos de bata blanca catalogaban a dichas experiencias de simples alucinaciones muy parecidas a las que padecen las personas bajo el efecto de sustancias alucinógenas. Explicación simple, categórica, tajante para dejar el tema en paz: no hay un Dios ni un Cielo aguardándonos; no poseemos un alma inmortal que muda de realidad tras descarnar o abandonar, en el último soplo de vida, este cuerpo.
Un nuevo estudio tanatológico ha demostrado que por lo menos un grupo de personas que sufrieron una muerte lúcida y fueron resucitadas vivenciaron las mismas experiencias, a pesar de sus diferencias culturales y religiosas. En dicho estudio se constató que la conciencia de una persona no deja de funcionar con el último latido del corazón (pregunta aparte sería ¿seguirá perdurando sin el sustento de un cuerpo?) y que experiencias como la de ver un raudo y significativo resumen de tu vida o la sensación de desprenderse del propio cuerpo no son simples alucinaciones. Son más reales de lo que la ciencia convencional está dispuesta a admitir.
El estudio realizado por la Facultad de Medicina de Grossman, de la Universidad de Nueva York precisó que una de cada cinco personas que sobrevivieron a la reanimación cardiopulmonar (RCP), tras un paro cardiaco, eran capaces de recordar vivencias de muerte lúcida acontecidas durante los momentos que estuvieron aparentemente inconscientes y sin latidos.
Desde que la tecnología médica, en los últimos 60 años, hizo posible la resucitación de personas sin pulso a través de la reanimación cardiopulmonar, muchas de ellas, hablamos de miles o quizás de millones, han estado reportando experiencias de muerte lúcida que llaman la atención por su similitudes; difícil catalogarlas de simples alucinaciones o de trucos del cerebro dado que estos son, la mayoría de la veces, caprichosos y subjetivos.
Los investigadores de la Universidad de Nueva York basaron esta afirmación en una investigación efectuada a 567 personas que recibieron RCP tras dejarles de latir el corazón durante su hospitalización; los casos estudiados se presentaron de mayo del 2017 a marzo del 2020, de Estados Unidos y Reino Unido, de todos ellos sólo el 10% sobrevivió.
El monitorear la actividad cerebral de estas personas que pudieron ser resucitadas resultó todo un reto que fue sobrellevado exitosamente. Como un resultado destacado de esta investigación se pudo precisar que de estas vivencias cercanas a la muerte, hay cinco recurrencias testificadas por las personas revividas y que pasaron por un episodio de muerte lúcida: estas son: evaluación de la vida, sensación de regresar al cuerpo, percepción de separación del cuerpo, certeza de dirigirse a un destino final y retorno a un lugar que se siente como un hogar.
Como ya lo referimos, el estudio dejó en claro que las experiencias de muerte lúcida no son lo mismo que las alucinaciones, delirios o sueños. En una segunda fase de la investigación, los cerebros de las personas fueron monitoreados en búsqueda de marcadores cerebrales de la conciencia lúcida. El monitoreo arrojó como resultado que la actividad cerebral persistía hasta una hora después de haber recibido RCP con la presencia de ondas de alto nivel: las llamadas ondas alfa, beta, theta, delta y gamma.
No se espera que todas las personas recuerden estas vivencias post mortem; pero, esto no significa que no las hayan experimentado. La sedación de los medicamentos, el coma profundo y la inflamación del cerebro que se presentan hasta que el corazón vuelve a bombear sangre influyen para que todo se olvide. Puesto en porcentaje, la investigación apunta que: el 39% de las personas tienen recuerdos vagos sin lograr grandes detalles; el 20% tiene lo que suele llamarse una experiencia trascendente; el 7% afirma haber oído cosas y el 3% visto.
Dioses o simples mortales referidos por la literatura antigua como Orfeo, Quetzalcoatl, Inanna… destacan por haber descendido al inframundo logrando regresar de él; y qué decir del personaje más relevante de la cristiandad, Jesús de Nazaret, más allá de su viacrucis el hecho que lo destaca, religiosa y espiritualmente, es haber muerto y resucitado. Los cristianos creen que en efecto venció a la muerte y abrió las puertas de la salvación para la humanidad. Ahora la ciencia también se aventura a explorar la muerte haciendo el esfuerzo por comprenderla desde una perspectiva racional y experimental.
*Universidad del Valle de Atejamajac campus Guadalajara – México