Las continuas alzas del coste de la canasta alimentaria como de los servicios de primera necesidad han provocado entre la población la urgencia de priorizar sus gastos, orientándolos a asegurar los alimentos antes de atender los pagos de otros servicios.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Un crudo ejemplo que lo evidencia es la cantidad de estudiantes matriculados el presente año y en relación al ejercicio anterior: 1.2 millones en relación al 1.3 de 2022.
A su vez 2022 se redujo en relación a 2021 otros 100.000 estudiantes [MINED].
Ahora bien, factores como la pandemia incidieron por el encierro, entre 2019 y 2020 en una reducción del estudiantado matriculado, pero ahora significativas razones imponen otra lectura a la reducción constante de estudiantes.
Por otro lado, la continua reducción del nivel de vida asociada a la reducción del poder adquisitivo y al desempleo como a una menor oferta de éste, un alza constante del coste de vida en el rango del 7% anual [DPC] los últimos 3 años, muy por encima de la inflación calculada en el proyecto presupuestario, desprotección de los intereses de la ciudadanía por una menor inversión en el tema de protección social, así como el desmontaje del aparato estatal dirigido a ello, y un dejar hacer al mercado y la corrupción rampantes que dominan al presente gobierno, han desprovisto a la ciudadanía de los medios para asegurar su presupuesto.
Y la clave está en el mercado.
El mercado centroamericano y el salvadoreño por extensión son de naturaleza monopólica y oligopólica, por lo que el valor de venta de cualquier producto es arbitrario, respondiendo al interés de los grupos de poder tras él. La desprotección entonces del consumidor así es completa en razón de que el gobierno también responde a los intereses de éstos, coludiéndose en detrimento de la ciudadanía.
El colmo es que el gobierno y en consecuencia con lo anterior tampoco ha tomado las medidas que prevengan la situación que se avecina.
Ésa, es el hambre, el hambre en todo su horror, tal cual ya se sufre en otras latitudes y en consecuencia con factores aún más extremos como lo son la sequía en términos ambientales, o la guerra que en todos los casos ha sido impuesta por intereses de dominio de los EEUU y la OTAN, ahí en el África ecuatorial, oriente medio y el Cáucaso, donde el coste de vidas contado en millones de asesinados en esas intervenciones además de bienes perdidos no ha impedido a estos poderes imponer esa agenda.
¿Y qué hay de nosotros?
El agua ya se privatizó en este gobierno y tampoco existe una política reguladora de ese mercado voraz, regenteado por las élites, que deprime ahora mismo al soberano, y en beneficio de apenas el 1% de la población, cuya riqueza aumenta exponencialmente gracias a la ayuda de un estado secuestrado con ese particular propósito.
Así que, el hambre amenaza y llegará sin duda si no se hacen los debidos correctivos, desmontando el neoliberalismo, reinstalando al estado de derecho.
Haciendo un verdadero gobierno.
*Educador salvadoreño